"Salgo del Metro madrileño por la calle Serrano y me encuentro de golpe
con comercios de bienes de lujo, miro en uno de los escaparates, observo
unos zapatos de 450 y a su lado otro par por 590 €; de súbito surge el
pensamiento de un millón y medio de personas desempleadas que reciben
una prestación mensual de 426 € con la que tienen que sobrevivir, no
sólo ellas sino también familiares a su cargo.
Sigo mirando, reparo en
una mochila de 660 y un bolso de mujer de 950 €; por la mente cruza la
idea de que cinco millones de pensionistas (el 57% del total) han de
subsistir con menos de 700 € al mes. (...)
“Los consejeros de las empresas del Ibex ganaron una media de 279.300
euros en 2012”; una remuneración que supera en 5 veces el promedio
correspondiente para directores y gerentes (54.396 €), en 9 la
retribución media de técnicos y profesionales (30.087 €), en 13 la
recibida por los trabajadores cualificados de las industrias (22.030 €),
en 22 el salario medio cobrado por los trabajadores no cualificados en
servicios (12.945 €), en 23 la pensión media anual de la Seguridad
Social (12.012 €) y, a su vez, excede en nada menos que 31 veces el
salario mínimo interprofesional (9.034 €). (...)
Curioseando observo un libro de Miguel Espinosa, La fea burguesía, lo
abro a voleo y leo: “Aunque parezca paradójico, el gasto te enriquece;
únicamente si gastas, te verificas como rico; por eso florece un
comercio de objetos carísimos, y hay misteriosas tiendas dedicadas a
gastar, no a comprar”.
Sigo hojeando y reparo en las siguientes frases:
“…cambiar el salario de treinta obreros por una figurilla que casi quepa
en la palma de la mano, algo que a los propios obreros se les antoje
insignificante, frágil y efímero. (…)
Cuando un hombre recibe el salario
de treinta obreros, carece de hermanos, porque no teme; la impunidad,
entendida como fruto de la total seguridad, sustituye a la fraternidad y
a la responsabilidad”. De nuevo asoma la pareja espectral de burgueses y
me susurran con arrogancia: vuestra pobreza es nuestra riqueza; a lo
que contesto irritado: ¡hummm… qué fea burguesía!." (Elías Trabada Crende, Público, 21/11/2013)
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