2/12/13

El 15% de los alimentos que compramos los tiramos sin haber abierto el envoltorio

"(...) ¿Cuál es el verdadero poder de los alimentos?

Los alimentos son la base, sin alimentos no hay vida. Pero no solo eso, es mucho más. Un estómago vacío, una persona con hambre, va a utilizar toda su capacidad de creación para ver cómo puede alimentarse. Nada más. 

Sin embargo, cuando está alimentada utiliza toda esa energía para crear, para interaccionar, para ayudar, para ser un miembro activo de una sociedad y poder desarrollarse como ciudadano en todos los aspectos. Cuando se habla de ayudar a la erradicación del hambre, es mucho más que la ayuda asistencial. (...)

Sin embargo, mientras se realizan esfuerzos a nivel mundial por la erradicación del hambre, las cifras de despilfarro continúan en aumento.

Según la FAO hay comida suficiente como para alimentar a un 50% más de la humanidad. El alimento existe, está en el mercado internacional, pero no llega a la boca del que tiene hambre: es un problema de acceso. Por tanto, si el problema es de acceso, es determinante la falta de voluntad política.

 En España hoy, en tiempo de crisis, somos uno de los países con mayor despilfarro: tiramos 7 millones de toneladas métricas de alimentos al año, lo que se traduce en 165 Kg por persona. Tiramos el 30% de los alimentos que compramos, y lo que es aún más grave: el 15% de los alimentos que compramos los tiramos sin haber abierto el envoltorio. Es una cuestión de prioridades.

Dice que el hambre existe por falta de voluntad política para erradicarla. ¿Dónde se refleja esta dejadez de los dirigentes y por qué cree que no existe una determinación real para acabar con ella?

El hambre es la mayor pandemia de la humanidad. Cerca de 40.000 personas al día mueren como consecuencia del hambre. Si pensamos en otra enfermedad, las cifras son absolutamente incomparables. Se invirtieron cantidades enormes de dinero para combatir la gripe A. 

¿Cuántos murieron en todos estos años? 17.000. Es decir, menos de la mitad de los que mueren en un día de hambre. Si el hambre fuera contagiosa habríamos acabado con ella hace muchísimo tiempo. (...)

Pero hay más: con el 2% de lo que se ha gastado para solucionar el problema de la banca en Occidente, podríamos haber acabado con el hambre de una forma sostenible, fomentando la producción local. Estamos gastando en armamento 4 mil millones de dólares al día.

 Si dividimos por los que mueren cada día, tenemos 100 mil euros por muerto. Con ese dinero estas personas podrían vivir más de 100 años, teniendo en cuenta el precio de los alimentos en los países con mayor  índice de mortalidad por esta causa. En el 2005, el número de obesos sobrepasó el número de hambrientos.

¿Por qué ha de tomarse el hambre como un problema global?

Sin seguridad alimentaria no es posible la paz ni seguridad mundial, la mayor amenaza para la paz es el hambre. Los países desarrollados han empezado a darse cuenta, por primera vez han introducido el tema de la seguridad alimentaria en la agenda del G8 y del G20. El hambre es caldo de cultivo de los grandes factores desestabilizadores que vemos en occidente: la violencia internacional y los movimientos migratorios.

 En un mundo globalizado ya no hay compartimentos estancos. Estamos en una pequeña astronave, dando vueltas alrededor del sol, con recursos naturales y limitados. Si se hace un agujero en esa nave, da igual que el agujero esté en África o en Europa, se puede hundir la nave entera. Estamos en una casa común donde si aparecen goteras e inundaciones en la cocina, también está en peligro el dormitorio. (...)

¿Qué es lo que se entiende actualmente como especulación alimentaria?

La especulación en el mercado de futuro de los alimentos está marcada por la primera crisis alimentaria, en 2008, que tuvo muchas causas. El cambio de hábitos alimenticios de los países emergentes, los cambios climáticos...

 Pero, sobre todo, el incremento de la producción de biocombustibles. Su impulso en determinados países provocó que, en una misma cantidad de tierras, compitiesen dos objetivos: alimentar a personas y alimentar coches.

Aunque se ha hecho durante décadas, la especulación con los alimentos se intensificó a partir de 2008. Los grandes inversores, que quieren huir de ese mercado inmobiliario, encuentran refugio en los alimentos, ya que es algo que todo el mundo necesitar para vivir e invierten en el sector.

¿Cómo se especula en el mercado de futuro de los alimentos?

Grandes entidades financieras con capacidad de invertir, deciden que pueden prever que va a subir el precio de los alimentos en un determinado periodo de tiempo. Entonces, cuando se espera que se produzca la subida, compran la producción al agricultor antes de que la recolecte, o incluso antes de que la siempre, bajo la condición de que lo mantenga en el campo de cultivo hasta que los especuladores decidan cuando la puede recoger. De esta forma, solicitan que el agricultor lo mantenga en la tierra hasta que tenga un precio y un comprador determinado.

El agricultor recibe un alto porcentaje del pago de esos productos antes de producirlo y, cuando está listo, le avisa: "Ya está maduro, cuando quiera colectamo'. El primer comprador comprueba que las demandas a la producción puedan satisfacerle. Si es así, dará su aprobación. Si considera que los precios no le compensan, pedirá al agricultor que espere un poco más, hasta que este acaba diciendole: "Oiga, que el producto empieza a pudrirse, ¿qué hago?". 

Y el inversor responde: 'Entonces deje que se pudra, así subirá el precio". Eso es la especulación del mercado de futuro: dejar que los alimentos escaseen para que suban los precios. Eso es un crimen, pero es un crimen legal. Una de las soluciones para acabar con el hambre es regular el mercado de futuro de los alimentos. (...)"             (Entrevista a José Esquinas, eldiario.es, 26/11/2013)

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