3/11/14

Estamos ingresando en un sistema peor aún que el capitalismo, una suerte de economía del robo, más parecida a las mafias del narcotráfico

"La crisis sigue develando todo aquello que permanecía oculto en los periodos de normalidad. Esto incluye los proyectos estratégicos de la clase dominante, su forma de ver el mundo, la apuesta principal que hacen para seguir siendo clase dominante. (...)

Puede pensarse que la crisis es apenas un paréntesis luego del cual todo seguiría, más o menos, como funcionaba antes. No es así. La crisis no es sólo un revelador, sino el modo en que los de arriba están remodelando el mundo. (...)

Me parece necesario abordar tres aspectos, que no agotan todas las novedades que aporta la crisis pero son, a mi modo de ver, los que más pueden influir en las estrategias de los movimientos antisistémicos.

En primer lugar, lo que llamamos economía ha sufrido cambios de fondo. (...)

Pero algo extraordinario se produce desde 2001. Los ricos se quedan con todos los nuevos ingresos y, desde 2008, arrebañan además una parte de lo que tenía el 90 por ciento, como ahorros o bienes. ¿Cómo denominamos a este modo de acumulación? Es un sistema que ya no es capaz de reproducir las relaciones capitalistas porque consiste en el robo. El capitalismo extrae plusvalor y acumula riqueza (aún por desposesión), pero expandiendo las relaciones capitalistas, por eso se asienta en el trabajo asalariado y no en el trabajo esclavo (...)

Es probable que estemos ingresando en un sistema peor aún que el capitalismo, una suerte de economía de robo, más parecida a la forma como funcionan las mafias del narcotráfico que a los modos empresariales que conocimos en la mayor parte del siglo XX.

Es probable, también, que esto no haya sido planificado por la clase dominante, sino sea el fruto de la búsqueda desmesurada de lucros en el periodo financiero y de acumulación por desposesión, que ha engendrado una generación de buitres/lobos incapaces de producir otra cosa que no sea destrucción y muerte a su alrededor.

En segundo lugar, que el sistema funcione de este modo implica que los de arriba han decidido salvarse a costa de la entera humanidad. En algún momento hicieron una ruptura afectiva con los demás seres humanos y están dispuestos a producir una hecatombe demográfica, como sugiere el cuadro mencionado. Lo quieren todo.  (...)

Más allá de que esto sea un delirio inducido por la soberbia, parece evidente que los de arriba no pretenden ordenar el mundo según sus viejos intereses, sino generar regiones enteras (y a veces continentes) donde reine el caos absoluto (como tiende a suceder en Medio Oriente) y otras de seguridad absoluta (como partes de Estados Unidos y Europa, y los barrios ricos de cada país).

En suma, han renunciado a la idea de una sociedad, idea que es sustituida por la imagen del campo de concentración.

En tercer lugar, esto tiene enormes repercusiones para la política de los de abajo. La democracia es apenas un arma arrojadiza contra los enemigos geopolíticos (empezando por Rusia y China), que no se aplica a los regímenes amigos (Arabia Saudita), pero ya no es aquel sistema al que alguna vez otorgaron alguna credibilidad. Lo mismo debe decirse del Estado-nación, apenas un obstáculo a superar como lo demuestran los ataques en Siria violando la soberanía nacional.

No nos cabe otro camino que organizar nuestro mundo, en nuestros espacios/territorios, con nuestra salud, nuestra educación y nuestra autonomía alimentaria.  (...)"          (Raúl Zibechi, La Jornada, en Jaque al neoliberalismo, 03/10/2014)

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