"El dinero como bien público. Ésta es una de las ideas centrales del libro Dinero, de fin a medio (Deusto, 2014), que acaba de publicar el profesor de Economía austríaco Christian Felber, impulsor de la Economía del Bien Común.
Cuatro años después del desarrollo teórico de este modelo de
reorganización de las reglas del capitalismo, que pone la economía al
servicio de las personas y no del beneficio monetario, Felber se ha
centrado ahora en la metodología necesaria para llevar a la práctica el
cambio y detallar cómo éste debería, a su juicio, implantarse en el
sistema financiero.
“El dinero debería convertirse en un bien público.
Es demasiado delicado y poderoso como para ser considerado un bien
privado” (...)
No se trata, como podría pensarse, de que los individuos dejen de
tener su propio dinero, sino de establecer mecanismos que garanticen su
función social. Un retorno a los orígenes, dinero como medio para regular el intercambio entre personas.
El profesor propone medidas como que el dinero sea emitido únicamente
por el Banco Central -no sólo el efectivo, también el bancario, que hoy
emiten básicamente los bancos comerciales-, que las entidades
financieras estén orientadas al bien común -y no al lucro-, o que los
créditos sólo puedan concederse a inversiones reales, no a la
especulación, y siempre a partir de los depósitos de los que disponga el
banco.
“Es la contraposición a los ‘mercados financieros libres’, donde
no hay límite al tamaño de las entidades financieras -cuyo objetivo
supremo es el lucro-, no hay límites para conceder créditos, incluso si
son para tumbar economías de los estados; no hay límites a la
desigualdad, y no hay una supervisión financiera global”, expuso.
La receta expuesta por Felber, entre otros aspectos, pasa por limitar el tamaño de los bancos a un volumen máximo de activos de 30.000 millones de euros
(para hacernos una idea, el Banco Santander cerró 2013 con un volumen
de activos superior al billón de euros), y por establecer la
obligatoriedad de realizar una valoración ética, además de sobre la
viabilidad financiera, en la concesión de créditos.
“Los bancos que
cumpliesen estos parámetros seguirían gozando de los apoyos públicos, y
los que no, quedarían en el mercado libre, pero libre del todo; es
decir, no podrían hacer ningún tipo de negocio con el Estado, como
refinanciarse, tener seguros que cubran los depósitos, o, en última
instancia, ser rescatados”, detalló Felber.
Tal como pregona la Economía del Bien Común, que propone ventajas
legales para las empresas que se guíen por valores como la cooperación,
la responsabilidad, el respeto a los derechos humanos y al medio
ambiente, o eviten la desigualdad salarial, la reorganización del
sistema financiero debería partir “desde abajo”. “Los representantes de la ciudadanía no van a aportar ese cambio.
En Europa y América del Norte veo muy poca probabilidad, debido a la
gran concentración de riqueza en pocas manos, que impide que el sistema
se reinvente y se regenere”, afirmó Felber. “Seguramente habrá algunos
desde las élites que lo apoyarán, es esperanzador”, añadió, e hizo
referencia a la serie de artículos publicados en el Financial Times
derivados de una conferencia organizada por los propietarios del diario
para buscar alternativas al capitalismo, o al menos reformularlo.
¿Y cómo llevar a cabo este proceso desde abajo? “El libro sólo tiene
una demanda: organizar procesos democráticos”, expuso Felber. La
propuesta apunta a la creación de asambleas a nivel municipal y regional
que puedan elaborar propuestas que sirvan para confeccionar una “constitución monetaria”,
que una “asamblea federal” elaboraría para luego ser sometida a
referéndum.
Esta constitución debería recoger ideas básicas del
funcionamiento del mercado: quién debe emitir el dinero, si los bancos
centrales deben ser públicos o privados, si debe haber réditos sobre el
capital o no, o si la circulación de capitales debe ser totalmente libre
o, por el contrario, debería aplicarse una cooperación fiscal y
regulatoria entre territorios.
Estas ideas básicas, defiende Felber, son fáciles de comprender para
la ciudadanía. “No se trata de los detalles, sino de cosas básicas
-subrayó-, y la mayoría votaría de forma similar”. “Por ejemplo, en las
encuestas a nivel europeo, el 90% rechaza los paraísos fiscales, y en cambio se permiten. En Austria, el 70% pide un impuesto a grandes patrimonios, y el Parlamento no hace ni caso…”, detalló.
El modelo desarrollado por Felber no sólo supone un cambio radical de
las reglas de mercado actuales (o la falta de ellas), sino de la
concepción misma de democracia. “Se trata de una nueva división de
poderes: el pueblo soberano elabora la Constitución, y los
representantes la redactan a partir de esas directrices”.
La idea,
expuso Felber, “parte del concepto fundamental de democracia, que es la
soberanía. ‘Soberanía’ deriva del termino en latín ‘superanos’,
que significa ‘por encima de todo’. Es decir, el pueblo soberano está
por encima de todo, debajo queda la Constitución, y debajo, el
Parlamento. El Parlamento no puede ni tocar la Constitución, eso es
competencia sagrada del pueblo”. (...)" (Entrevista a Christian felber, La Marea, 26/11/2014)
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