26/2/15

John Dickie: «Italia tiene un fortísimo ecosistema criminal, sigue produciendo nuevas mafias»

 

"(...) ¿Tenemos una nueva mafia en Roma?

Bueno, antes que nada debo decir que solo sé lo que he visto en los periódicos. Luego habrá que ver la documentación, el proceso. Dicho esto, hay varias observaciones que se pueden hacer. Primero, los magistrados que han hecho esta investigación son buenísimos. Pignatone y Prestipino han trabajado juntos en Sicilia, son quienes capturaron a Bernardo Provenzano, mandaron a la cárcel a Totò Cuffaro, el gobernador de Sicilia. 

Luego fueron trasladados juntos a Calabria y allí hicieron una operación histórica contra la ‘Ndrangheta, la operación Crimine, que por primera vez descubrió y ha demostrado la existencia de un comité de coordinación de la ‘Ndrangheta. Esto ha revolucionado nuestra idea de lo que es la ‘Ndrangheta. No se suelen equivocar, así que las previsiones dicen que estamos ante una realidad. 

Y esta realidad es muy interesante de leer en clave histórica, no solo porque algunos de los personajes involucrados tienen una larga carrera política y criminal. El capo, Massimo Carminati es el caso más evidente, un exterrorista de derecha, de la órbita de la banda de la Magliana. Y este grupo, como la banda de la Magliana, forma parte de un escenario criminal en Roma que es distinto del de las ciudades del sur. 

En Palermo está solo Cosa Nostra, como en Reggio Calabria está solo la ‘Ndrangheta. Roma siempre ha sido un territorio donde varias organizaciones se reparten el territorio y establecen relaciones entre ellas. En los setenta, la banda de la Magliana, formada por romanos, tenía relaciones muy estrechas con las otras organizaciones. 

Es más, las admiraban e intentaban imitarlas. Tenían relaciones con la Nueva Camorra Organizada (NCO), de Raffaele Cutolo, con el denominado cajero de Cosa Nostra, Pippo Caló… Pero tienes un escenario en el que varias mafias comparten el mismo espacio urbano. ¿Qué ha cambiado? Parece que hay relaciones mucho más profundas con la política y la administración.

 El énfasis es mucho menor sobre la droga, las armas, los mercados ilegales, y mucho mayor sobre el reparto de los recursos públicos, las adjudicaciones de contratos… Esto no es una absoluta novedad, porque las llamadas mafias tradicionales hacen también esto. Siempre han tenido su brazo político, han sabido colocar sus hombres en las instituciones. La  Cosa Nostra en los setenta y ochenta incluso elegía los candidatos democristianos.

De hecho en Roma ahora parece verse el Palermo de los setenta, ochenta, o el saqueo de Palermo de los cincuenta.

Sí, sí, es aterrador. Esta operación se basa en una hipótesis, que Carminati es el capo de esta organización criminal que puede ser identificada con una ley muy importante, que es la Ley 416bis [el delito de asociación mafiosa, n. del a.]. Es la base de todas las operaciones antimafia en Italia, creada tras el asesinato del general Dalla Chiesa, la base del maxiproceso de Falcone y Borsellino, de la operación Crimine en Calabria… El método no es nuevo.
Sí, pero es la primera vez que se aplica en Roma.

Exacto. Hay algunas cosas que diferencian esta mafia de las tradicionales. No existe el mismo vínculo cultural, de ritos de iniciación, ni el mismo entrelazarse de relaciones de familia y de organización, no son hijos de mafiosos, pero tienen un pasado común en las filas de la extrema derecha, hay una especie de humus cultural.

Pero parece más una gran empresa de estilo mafioso.

No lo sé. Decimos demasiado rápido eso de que una mafia es una empresa, el modelo no es exactamente ese. Están ahí para hacer dinero, está claro, en Roma lo hacen en distintos negocios: los campos de inmigrantes, contratos de mantenimiento de la ciudad, mordidas… 
Pero más que una empresa es el tipo de organización que describe esta ley, la 416bis, con sus rasgos característicos: la fuerza de la intimidación, el vínculo asociativo, la omertà, que incide en los recursos públicos, el mercado, y es exactamente lo que hace esta organización. De la fuerza de intimidación en la prensa italiana se ha hablado poco, pero la hay.

Bueno, hay un matón llamado Rompepulgares.
Sí, eran tipos de cuidado.

Aunque no hubiera agresiones bastaba la fama.

Sí, eso es, bastaba la fama, pero tenían armas y han hecho amenazas muy serias a un periodista como Lirio Abbate, que había anticipado todo. Hablan de armas, de la pistola preferida de uno… Ha habido artículos que hablaban, qué sé yo, de una mafia líquida y cosas así, pero yo no veo ninguna novedad.

Eso es. Hagamos un salto hacia atrás, a los orígenes y empecemos desde el principio. ¿Cómo y por qué nace la mafia en Sicilia?

¿Qué es la mafia? Es una especie de masonería para criminales. La forma organizativa es esa. Es una red de contactos entre personas, pero también una organización jerárquica cuando debe serlo, para gestionar el monopolio de la marca mafia, para resolver diferencias entre sus miembros, para hacer una guerra, para tomar decisiones. Una estructura flexible, de red, pero jerárquica. 

Y con ritos de iniciación, el elemento de secretismo, el pacto asociativo reforzado de algunos elementos culturales. Bien, esta forma de organización que buscamos cuando hacemos historia de la mafia —no hablamos de bandidos o bandoleros— nace en un momento particular, el Risorgimento, el movimiento que lleva a la unidad de Italia. El Risorgimento en el sur, sobre todo en Sicilia, es una revolución. 

Estamos hablando del Reino de las Dos Sicilias, que comprende todo el sur y es un régimen de monarquía absoluta. Para hacer política en un régimen de ese tipo, para intentar hacer de Italia una nación unida, es necesario operar en secreto, porque te arriesgas a la pena de muerte. Es decir, el problema es cómo organizarse. 

El modelo masónico ofrece un modelo perfecto para organizar la conspiración antiborbónica: hay que crear confianza entre los conspiradores, reducir el riesgo de traiciones… Y es en ese ambiente de conspiración donde nace la mafia. Pero nace porque estos revolucionarios, muchos de ellos personas instruidas, de clase alta, necesitaban un brazo armado. ¡Una revolución es una cosa seria!

Sí, ya dijo Mao que no es una cena de gala.

Necesitaban un grupo de gentuza que después de la revolución pudieran ser políticos, la base de una fuerza armada para defender la revolución. ¿Y dónde encuentran este brazo militar? Lo encuentran sobre todo entre elementos criminales, en las cárceles, en las zonas rurales de Palermo, que son bastante violentas, y donde hay que saber usar la violencia para reafirmarse económicamente. 

¿Y qué hacen? Los conspiradores patrióticos someten al juramento masónico a estos criminales, algunos incluso con un intento ingenuo de redimirlos a través de los ideales nacionales. Pero en Sicilia, donde las revoluciones en la primera mitad del XIX se suceden con la misma regularidad que las estaciones, la revolución se convierte también en un negocio.

 Hacer la revolución quiere decir colocarse en la posición de ser recaudador de impuestos, policía, tener acceso a recursos, tener la oportunidad de quemar los archivos policiales, venderse para traicionar la propia revolución ante la autoridad borbónica…

 Toda una serie de ocasiones criminales. Sustancialmente, ese elemento de unidad, esa red que une a los revolucionarios, que luego serán la clase dirigente de Italia, y a los criminales, hombres de violencia, ya no se romperá después de la unidad de Italia.

Es muy actual, porque en Roma tenemos esta metáfora increíble grabada en una escucha donde Carminati explica que existe el mundo de arriba, el de abajo y ellos dominan la tierra media, donde todos se relacionan.

¡Es la perfecta teorización de la mafia!

Del origen a hoy es lineal.

Es lineal. En la masonería, por supuesto, hay gente honestísima. Estamos hablando del modelo organizativo. Pero una característica de la masonería es que es transversal respecto a las clases sociales. Mi abuelo era masón, y era un obrero común, pero al mismo tiempo en la masonería tienes nobles, empresarios de alto nivel, políticos, y la mafia tiene las mismas características.

En Mafia Republic dices, al inicio, que desde el principio hay una complicidad entre el Estado y los mafiosos porque esta nueva clase dirigente se convierte en el Estado y este diálogo no se interrumpe, hasta hoy. La impresión que da es que la mafia nace desde arriba, que estos intelectuales necesitan criminales.

Posiblemente hay una exigencia de violencia desde arriba. Lo vemos también en los años ochenta del XIX, cuando Italia comienza a democratizarse, y es el momento histórico en que nace la ‘Ndrangheta.

 Parece que la única explicación razonable del hecho de que en este momento la ‘Ndrangheta salga del sistema carcelario y comience a asentarse en el territorio es precisamente esta demanda de violencia por parte de políticos en una situación en que la democracia está empezando a afirmarse y se juegan mucho.

Quiere decir que en ese momento el Estado recién creado, Italia, no tiene la capacidad de ejercer el monopolio de la violencia.

Exacto. Las mafias se hacen Estado en un cierto modo, dictan reglas, ocupan espacios que al Estado le cuesta ocupar, gobiernan la ilegalidad.

Es curioso. Comprendo que al principio que estos revolucionarios necesitan a alguien que les haga el trabajo sucio, pero luego, una vez que han llegado al poder, que entran en las instituciones, que son ministros, que son prefectos, podían decir: muy bien, ahora esta gente ya no es útil, pero se ve que aún los necesitan, porque no tienen una policía o un ejército a la altura que los legitime.

Exacto. En ese punto empieza la larga historia de la debilidad, de la facciosidad de la política italiana, incapaz de hacer causa común contra los elementos criminales, donde siempre hay individuos dispuestos a jugar la carta de la mafia en el tablero de juego de la competencia política.

¿Y por qué?

Es un problema más general de la historia de Italia, del uso clientelar del poder, de las escisiones políticas que la han dividido siempre, regionalismo, inestabilidad de los Gobiernos… Es la historia de Italia.

Que es más o menos la misma que la historia de la mafia.

Están profundamente entretejidas. Pero atención, esto no quiere decir que la mafia gobierne Italia, pero desde luego ha sabido hacerse siempre con una buena parte del pastel, del poder.

Esto es la Cosa Nostra en Sicilia. La Camorra y la ‘Ndrangheta nacen en las cárceles.

Sí, la historia es más o menos la misma. Si en Sicilia este encuentro entre conspiradores patrióticos y hombres de violencia nace en un ambiente de conjura política, en Nápoles el control de la ciudad es fundamental, y ahí la plebe, llamémosla así, es muy importante para el triunfo de cualquier revolución. 
Lo ha demostrado la historia de Nápoles, donde la reacción en muchas ocasiones ha sabido utilizar la fuerza del pueblo en modo antirrevolucionario. Los revolucionarios napolitanos sabían muy bien que tenían que controlar la città bassa, los bajos fondos. Los destinos de la revolución en Sicilia se juegan en las afueras de Palermo, en los jardines y cultivos, donde llegan los grupos que luego entrarán en la ciudad con Garibaldi.
 En Nápoles es la Camorra quien ofrece a los revolucionarios, hay que decir que sin mucho éxito, la posibilidad de controlar los bajos fondos e impedir una contrarrevolución. La Camorra de Nápoles es mucho más proletaria históricamente y el encuentro con los revolucionarios se produce en las prisiones, donde están encerrados juntos. Y lo mismo pasa con la ‘Ndrangheta, pero más tarde, en los años ochenta del XIX, pero por el mismo motivo: una demanda de violencia por parte de la política.

Desde el principio ocurre esto, pero también italianos que no entran en este juego, a menudo de forma solitaria y heroica, y vistos desde hoy impresiona ver cómo identifican de inmediato el problema. A veces ha tenido que pasar un siglo para llegar a las mismas conclusiones. Por ejemplo, el comisario Sangiorgi de Palermo, que escribe un informe riguroso entre 1898 y 1900, descubre ya todo, pero le dejan solo y es derrotado. Tenemos un vasto mundo oculto que enfrente tiene, en cambio, individuos aislados.

Sí, la lucha contra la mafia va a trompicones. No es absolutamente cierto que se trate siempre de personas aisladas. Hay momentos en que las condiciones políticas, como en los últimos años del XIX, y más adelante, han permitido dar pasos a los elementos sanos de las instituciones.
 El problema es que no hay continuidad. Aunque se haga una fuerte represión lo increíble es que Italia siempre olvida completamente lo que tanto le había costado aprender sobre qué es la mafia siciliana, y lo mismo con las demás, sobre cómo funciona y cómo combatirla. Y solo en los años ochenta del siglo XX, con un nivel de violencia mafiosa en Sicilia y el resto de Italia más allá de cualquier precedente histórico, es cuando Italia empieza por fin a construir una forma de lucha a la mafia dotada de continuidad. Continuidad legislativa, como el 416 bis, un punto fundamental de no retorno. 
O luego con Giovanni Falcone, cuando llega al Ministerio de Justicia a inicios de los noventa y emprende una serie de reformas clave. Generaliza un método y unas estructuras para investigar la mafia que habían tenido éxito con el pool, el grupo de magistrados de Palermo, sin correr riesgos en solitario y con una visión común del fenómeno. Porque esta es la particularidad de la mafia, que el homicidio de un pastor en la campiña de Agrigento puede decir cosas importantes sobre la actividad de la mafia en los centros de poder. Está todo relacionado.

Si tiras del hilo se mueve todo.

Eso eso. El pool de Palermo al final fue derrotado. Tuvo óptimos resultados con el Maxiproceso pero la política lo desmanteló. Y Falcone, este genio de hombre, aprovecha una oportunidad política para ir a Roma, al Ministerio de Justicia, y generalizar aquel modelo. Pignatone y Prestipino, que ahora llevan esta investigación en Roma, son el ejemplo viviente de las grandes ventajas de este modelo. 
Ellos se formaron en el pool de Palermo, aprendieron el oficio y lo han aplicado. Así que por fin, después de un siglo y medio en que las mafias aprenden una de la otra, hacen negocios entre ellas, se coordinan, el Estado hace lo mismo, ha aprendido.
 Las fiscalías y las comisarías se han convertido en escuelas de excelencia para luchar contra la mafia. Dicho esto, el ejemplo romano demuestra que el modelo mafioso es capaz de generalizarse. El Estado tiene que correr para seguir en el mismo sitio.
Te hablaba de Sangiorgi porque en tus libros te imagino perfectamente en el archivo, leyendo sus papeles y empatizando con este pobre policía, allí solo en Palermo luchando contra todos y dándose contra las paredes.

Sí, sí, la empatía es una tentación muy fuerte para el historiador. A veces en los archivos he sentido auténticos escalofríos al leer algunas cosas, absolutamente olvidadas, que de repente resurgen. Como con la ‘Ndrangheta. He encontrado unos documentos de los años veinte que hablan de una estructura de coordinación idéntica a la que ha aparecido ahora en la operación Crimine. ¡Y han pasado noventa años!

Hablando de los años veinte. En tu libro Blood Brotherhoods arrojas luz sobre la lucha contra la mafia en el fascismo. Existe mucho mito y un lugar común, el de Cesare Mori, el prefecto de hierro, que limpia Sicilia de la mafia, aunque al final fue todo propaganda. Hace nada hemos tenido nuevas pruebas: en 2007 apareció en un archivo un informe de un Ispettorato, un departamento de inspección, que hizo una radiografía precisa de la mafia y de su gran extensión, pero que se decidió tapar y silenciar.
Hay algunas leyendas sobre la mafia que la investigación histórica no conseguirá desterrar nunca. Quizá la más difundida sea esa de que la mafia fue derrotada y luego fue resucitada por los americanos en 1943, en la Segunda Guerra Mundial.

Con la ayuda de Lucky Luciano.

Son trolas totales. A veces uno pierde la fe en el oficio. Con toda la documentación descubierta por los historiadores, todas las veces que se ha rebatido esta gran conjura de la mafia y los americanos, es ridículo. Hay dos fases de la represión de la mafia en el fascismo. La primera cuando es un régimen nuevo, en 1925, y necesita conquistar credibilidad, tanto a nivel interno como internacional. Elige como enemigo la mafia, el fascismo la ve como la encarnación de todos los males del anterior régimen liberal.

El malo perfecto.

Eso es. El fascismo, Estado fuerte, todo dentro del Estado, nada contra el Estado, elige a la mafia como enemigo para demostrar su fuerza, la fuerza del Estado fascista. Y hace muchísimas cosas en esa primera fase. Miles de arrestos, no siempre con criterios legales del todo limpios, muchísimos procesos que demuestran la existencia de la mafia, aunque fragmentada en zonas, sin una visión de conjunto.

 Luego, en un cierto punto el régimen decide que ha hecho lo que tenía hacer, declara cerrado el problema mafia, Mori se jubila, los procesos terminan en 1932 y Mussolini prohíbe hablar del tema en la prensa. Oficialmente se ha resuelto. Y en 1932, décimo aniversario de la Marcha de Roma, hay un indulto para celebrarlo, ¡y muchos mafiosos son puestos en libertad! 

Por tanto, asunto cerrado, pero en realidad totalmente sin resolver. Así que tenemos una operación antimafia con una publicidad máxima en la segunda mitad de los años veinte. Años treinta, silencio total, pero las autoridades sabían perfectamente que no habían derrotado a la mafia. De hecho ya en 1933 se dan cuenta de que el problema está casi fuera de control. Crean esta nueva fuerza, el Ispettorato, de nivel regional que hace investigaciones basadas, como siempre, en las confesiones de mafiosos.

Con los arrepentidos, los pentiti, en los ochenta no se inventaron nada.

Sí, siempre ha sido igual. Son aquellos mafiosos que han perdido en las guerras internas entre ellos. Hacen este enorme informe pero como no se fiaban de la justicia, que había absuelto a muchos mafiosos o les daba penas leves, prefieren simplemente enviarlos a las prisiones de aislamiento, como a los presos políticos. Por tanto la mafia no está para nada derrotada cuando desembarcan los americanos en 1943.

Pero es muy interesante descubrir que en el fascismo había, no obstante, una parte de la policía que hacía su trabajo.

Sí, y de modo bastante brutal, hay que decir.

Pero luego no va más allá y se frena todo.

Hay casos extrañísimos en la posguerra de policías y sobre todo magistrados que sabían todo de la mafia en los años veinte y treinta, y después de la guerra deciden cambiar completamente: la mafia no existe. Empieza la tesis de que hay una vieja mafia buena, que representa un sentimiento común a todos los sicilianos, que han sufrido la represión a través de los siglos, existe el gansterismo pero es una importación americana… Es el caso de Giuseppe Guido Lo Schiavo.

El magistrado que escribió el libro en el que se basó In nome della legge, la primera película sobre la mafia, de Pietro Germi, en 1949. Lo citas en Mafia Republic.

Eso es. Es una versión de la historia de la mafia que, simplemente, resulta cómoda al inicio de la guerra fría. En esencia, el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Un Estado democristiano que se basa en la oposición al comunismo encuentra en la mafia un aliado.

Así entramos en la Italia moderna, se mezclan las cartas y se establece un statu quo que dura años, hasta los noventa.

Exacto. Y lo mismo vale para la Iglesia. Antes de la guerra fría muchos hombres de la Iglesia habían criticado duramente a la mafia. Don Luigi Sturzo, por ejemplo, el sacerdote fundador del Partido Popular. Aunque él criticaba a la mafia un poco por el mismo motivo por el que el fascismo la eligió como enemigo. Porque la Iglesia católica es excluida del sistema de poder de la Italia liberal, cuando se une Italia y le quitan sus territorios a la Iglesia, y ve en el Estado italiano un enemigo.

Un usurpador.

Eso es, un usurpador sin ley, sin Dios, sin legitimación, y por eso Sturzo critica a la mafia como expresión de esa Italia liberal. Por tanto la Iglesia se siente libre de criticar a la mafia en la primera mitad del siglo XX, pero cuando llega la guerra fría cae un silencio total, casi total. La Iglesia, más allá de los casos de colusión, mafiosos con parientes que eran obispos y cosas así, políticamente es incapaz de ver el problema de la mafia porque está obsesionada con el comunismo.

Y también la mafia ve perfectamente que lo más inteligente en la posguerra es hacerse democristiana, católica, confundirse en ese nuevo paisaje.

Claro, absolutamente.

Aunque no se podía dar por descontado. Tras la guerra la mafia hasta se plantea si hacerse independentista.

Sí, es una opción que emerge de vez en cuando.

Como otra vez en los años noventa, con Manos Limpias y el derrumbe del sistema político de la llamada Primera República.

Exacto.

Pero al final los mafiosos eligen bien el caballo ganador.

Sí, eligen el poder, no tiene mucho misterio.

Pasemos a la Camorra. En 1965 se aprueba una ley demencial, la de residencia obligada, que consiste en sacar a mafiosos de Sicilia y mandarlos por toda Italia, como un destierro. Esto para la Camorra marca un punto importante de evolución: llegan estos mafiosos sicilianos y comienzan a sicilianizar la Camorra. Es en ese momento cuando la Camorra deja de ser rural y pasa a ser urbana y mucho más compleja.

Es un pasaje muy importante en la historia de las mafias. La Camorra, de Nápoles, empieza su vida como una onorata società, como la mafia siciliana y la ‘Ndrangheta, pero se derrumba. Sustancialmente porque no es capaz de hacerse Estado como las otras dos organizaciones. 
Ofrece servicios a la política, al Estado, pero no hay políticos que orgánicamente formen parte de la Camorra, y esto la hace vulnerable y, de hecho, se viene abajo antes de la Primera Guerra Mundial. Esta es la versión más acreditada de su historia. Así que la Camorra a inicios de los sesenta no existe, no existe como organización unitaria. Solo hay grupos de traficantes de tabaco, extorsión, dentro y fuera de la ciudad. Luego llega esta ley de 1965. 
La idea era que la curación del mafioso es arrancarlo de su ambiente malsano y colocarlo en otro ambiente. En algunos casos fue un gran negocio. En Campania, la región de Nápoles, algunos mafiosos sicilianos fueron enviados precisamente a zonas con una fortísima tradición de criminalidad organizada, como por ejemplo el Agro Aversano, la zona rural de Caserta, de donde viene el clan de los Casaleses.
 Y ahí empiezan a tejer relaciones de negocios, sobre todo en el contrabando de cigarrillos. Estoy convencido de que la culpa no es solo de esa ley. Es un periodo en el que el mercado del trabajo ya es nacional, son los años de la gran emigración del sur hacia el norte, el crecimiento de las ciudades…

¿Quieres decir que en cualquier caso hubiera ocurrido?

Sí, ya es una fase histórica en que a las mafias se les abren muchas salidas. Decía que es un momento importante porque la Camorra empieza a aprender de la Cosa Nostra, a veces directamente, porque algunos contrabandistas napolitanos son afiliados a la Cosa Nostra.
 Hay dos o tres familias formalmente constituidas justo porque la Cosa Nostra quería ejercitar un control mayor sobre el contrabando. Este mayor nivel de organización formal y criminal contagia a toda la región. Y Raffaele Cutolo constituye su Nueva Camorra Organizada justificándolo, en parte, como contrapoder a la presencia de la Cosa Nostra. Coge algunos de los ritos, estructuras y ambiciones que habían sido de la onorata società napolitana de medio siglo antes.

Cutolo es un personaje interesantísimo, empezando por la paradoja de que es capaz de crear y estructurar una organización mafiosa de cero estando la mayor parte de su vida en la cárcel. Y ahí sigue. ¿Nos puedes resumir un poco quién es, para un lector no italiano que no sepa gran cosa de él?

Raffaele Cutolo es un camorrista de Ottaviano, un pueblo en las faldas del Vesubio, que es encarcelado porque había matado a un bombero en un asesinato brutal: fanfarroneando con un coche frena por un pelo frente a un grupo de chicas, un hombre se lo recrimina y él lo mata. Así empieza una larga carrera en la cárcel y se convertirá, en mi opinión, en el criminal italiano más influyente del siglo XX, más influyente sobre todo en el mundo del crimen. 
Reorganiza la Camorra napolitana desde la cárcel, que parecerá extraño pero es el mejor lugar, porque allí hay una gran concentración de criminales, puedes crear una red de jóvenes reclutas… Y no solo eso: Cutolo también comienza a colonizar otras regiones. El modelo cutoliano es el que inspira la Banda de la Magliana en Roma. Sus fundadores lo admiran, tienen relaciones con él, quieren ser el Cutolo de Roma. 
Y cuando Cutolo se introduce en la región de Puglia, la invade, sobre todo en sus cárceles, activa un proceso que terminará con la fundación de la Sacra Corona Unita, una nueva mafia, la cuarta. Aunque formalmente es una parte de la ‘Ndrangheta, reconocida por ella cuando toma su forma definitiva. 
Y también el mismo Cutolo habría sido afiliado a la ‘Ndrangheta, y aquí hay un gran círculo histórico que se cierra porque los ritos, el modelo organizativo de la ‘Ndrangheta, vienen del sistema penitenciario del XIX, como la onorata società de Nápoles. Son tradiciones que mueren en Nápoles, como decía, antes de la Primera Guerra Mundial, pero a través de Cutolo, que aprende de la ‘Ndrangheta cómo se hace una verdadera mafia, el modelo vuelve y se difunde.
Y es increíble porque se inventa una masonería criminal, con sus reglas, sus ritos, con un libro de pensamientos que le dan un aire casi religioso…

Sí, a diferencia del modelo masónico de antes, y un poco como sucede en la Banda de la Magliana, en la cultura que mantiene unida la Nuova Camorra Organizzata hay un elemento político. Digo político como sentido de rebelión, en años en los que está de moda una cierta cultura de izquierda. Cutolo se disfraza de protector de los pobres, simula ser un Robin Hood, un Che Guevara de los bajos fondos y existe también este elemento del carisma de un jefe criminal.

Sí, es un caso único, porque el propio carisma personal era un factor de magnetismo para muchos, para entrar en su organización, para seguirlo.

Sí, es un lugar común periodístico hablar de capos mafiosos carismáticos y todo eso, pero yo creo que el carisma es un factor real en las organizaciones criminales, en el estilo de gobierno de las mafias. 

¿Por qué? Porque el carisma del capo se crea en una situación de paranoia, todos los mafiosos son paranoicos, saben que pueden ser traicionados en cualquier momento, asesinados, hay una búsqueda constante de informaciones para defenderse, para golpear enemigos, por motivos de lucro… Una paranoia permanente. 

Y un capo es capaz de atemorizar a sus afiliados, pero también de alguna manera es capaz de darles seguridad. Esta mezcla de terror y seguridad la encontramos en los comentarios de todos los arrepentidos sobre los grandes capos. Que son la encarnación del peligro y de la tranquilidad al mismo tiempo. Yo creo que en esta extraña mezcla de emociones se explica el carisma de los capos.

Cutolo tiene además oscuros lazos con los servicios secretos y la política, llegó a ser muy poderoso, hasta para mediar en secuestros. En esos años, los años ochenta, se da simultáneamente en las tres mafias el mismo fenómeno: explotan en guerras internas, con más de ocho mil muertos. ¿Por qué explotan y se hacen la guerra? ¿Se hicieron demasiado potentes, más ambiciosas, estaba en juego el botín de la droga?

Sí, por una serie de motivos. Está por un lado el factor de la droga. Las mafias, sobre todo la Cosa Nostra, se hacen más ricas que nunca. El botín de la heroína tiene una enorme influencia desestabilizadora en los esquemas mafiosos. Pero el mecanismo no es directo, porque las mafias siempre han sido inestables, y existen en parte para mediar con las tensiones. 

El mecanismo es también político, porque hay una mayor centralización de las organizaciones mafiosas, y quiere decir que cuando estalla un conflicto se convierte en un conflicto generalizado, y no de bandas locales. Un conflicto mucho más difícil de contener. Es importante también la falta de credibilidad, de legitimidad, de las instituciones italianas en esos años. 

La corrupción, la falta de fe en la posibilidad de otras opciones políticas, el terrorismo… La violencia terrorista formaba parte del lenguaje de la política italiana, parecía casi natural la respuesta violenta a cualquier problema, por lo que la legitimidad del Estado se deteriora, y está debilitado en términos de recursos. Las mafias están fuertemente infiltradas por la política y la corrupción, y de ahí ese terrible momento de violencia.

Hay un aspecto de esos años especialmente tremendo, y poco conocido fuera de Italia: los secuestros. En Mafia Republic hablas de unos seiscientos cincuenta en diez años. Esta violencia cotidiana quiere decir que cada semana se secuestraba a una persona, los empresarios huían al extranjero, otros muchos, como Berlusconi, iban con pistola…
Sí, no se ha escrito todavía una verdadera historia de ese periodo, y formaba parte del aire que se respiraba en Italia en los setenta y ochenta, el secuestro era un riesgo permanente. Hay distintos móviles en los secuestros, unos son políticos, de grupos terroristas, pero incluso dentro del mundo criminal se hacen por motivos muy distintos.

 La ‘Ndrangheta, por ejemplo, tiene una organización nacional, lugares óptimos para esconder a las víctimas, y se especializan en los secuestros. Para la Cosa Nostra, para una parte de la Cosa Nostra, es un negocio importante, pero también es un gesto político. Los Corleoneses lo usan como afrenta y desafío contra la otra parte de la Cosa Nostra.

Sí, para hacer ver a los que mandaban, a la mafia dominante de Palermo, que no cumplían sus reglas y no les tenían miedo, porque en aquel entonces la regla establecida era que no se hacían secuestros en Sicilia. Así comenzaron su ascenso.

Sí, los Corleoneses hacen un uso bastante refinado de este instrumento del secuestro. Podemos imaginar los efectos sobre la opinión pública, en la fe de una parte importante de la burguesía en la capacidad de las instituciones de controlar la sociedad.

Hablemos un poco de la ‘Ndrangheta. Tú ahora vienes de Calabria. ¿El paisaje abrupto, esos pueblos perdidos en las montañas, explican algo de cómo nació y por qué se ha mantenido oculta tanto tiempo?

No estoy tan convencido. La idea de una ‘Ndrangheta identificada con los pueblecitos remotos del Aspromonte…

Es un estereotipo.

Es un estereotipo muy fuerte, que nace de hecho en esos años de los secuestros porque las víctimas siempre estaban escondidas por allí, en las montañas. Pero donde la ‘Ndrangheta es más fuerte es en la ciudad de Reggio Calabria, una realidad urbana, y en la llanura de Gioia Tauro, donde hay una agricultura comercial, de exportación, rica, relativamente sofisticada. 

Donde hay pequeñas ciudades como Palmi, Rosarno, que representan centros de aglomeración de poderes criminales. Para la ‘Ndrangheta el Aspromonte es importante simbólicamente, y ahí está la reunión anual en el santuario de Polsi. Pero el motivo fundamental por el que la ‘Ndrangheta ha permanecido desconocida durante todo este tiempo es que Calabria no cuenta nada políticamente. 

En cambio no puedes gobernar Italia sin gobernar Sicilia y Nápoles. Sicilia son cinco millones de personas, anticipa siempre cambios de clima político en el resto de Italia. Cuando se confirma Berlusconi triunfa de forma aplastante en Sicilia. Por tanto todo lo que ocurre en Sicilia políticamente se proyecta en el plano nacional. 

Calabria es una región muy fragmentada, donde no hay grandes ciudades, con una población dispersa, a la región le cuesta mucho defender sus intereses en la política nacional. El clásico político calabrés es el que se hace comprar por la mayoría parlamentaria dominante, por lo que los problemas calabreses no interesan en Italia. Así que tenemos una organización criminal que viene de los años ochenta del XIX pero no tiene encima grandes investigaciones, ni grandes debates políticos, como siempre ha habido con la mafia siciliana. 

Por eso la ‘Ndrangheta ha sido olvidada. Aparte de algún pequeño episodio, como la operación Marzano, a mediados de los cincuenta, donde el Estado pasó un par de meses, un par, intentando reprimirla. Pero sustancialmente no hizo más que confirmar este dato básico de que Calabria no importa, no es allí donde se juegan los destinos políticos de Italia.

Es fascinante cómo es la mafia más obsesionada con rituales y jerarquías.

Es verdad, y no es solo un vestigio del pasado, siguen inventando nuevas reglas, nuevos ritos. La ‘Ndrangheta desde este punto de vista es muy creativa. Por ejemplo, está la invención de La Santa, un nuevo nivel de mando superior creado en los años setenta y ochenta. Todavía hoy hay quien expresa dudas sobre la importancia de estos ritos, pero para mí como historiador tienen particular importancia, porque son la demostración material de la continuidad histórica de estas organizaciones: si encuentras los mismos ritos de iniciación de finales del XIX a hoy es importante.

 Pero es que a menudo no vemos lo importantes que son los ritos y los mitos en nuestra vida cotidiana: matrimonios, bautismos, ritos de pasaje como acabar la universidad, la religión misma está hecha de ritos de este tipo y los mafiosos en este sentido no son distintos de nosotros. Los ritos tienen su importancia como modos de construir la identidad.

Hablando de La Santa, un nivel creado cuando algunos clanes calabreses entraron en grandes negocios y se mezclaron con la masonería. Te he oído decir que en muchos frentes se han dado grandes pasos en Italia en la lucha contra la mafia, pero que la masonería todavía debe hacer una operación de autocrítica y transparencia sobre sus relaciones con la mafia.

Sí.
Es interesante porque en Italia no se habla para nada de esto y nadie lo dice.

Sin duda hay una larga relación entre mafia y masonería, y no sabemos mucho del tema, sobre todo desde el punto de vista de la masonería, y la historia de la masonería en Italia la escriben sobre todo los masones. Por supuesto, muchos de ellos son buenas personas como lo son en la masonería de otros países del mundo. La masonería ha formado el mundo moderno bajo muchos puntos de vista. 

No tendríamos los mismos valores de la esfera pública que tenemos ahora si no fuera por el papel de la masonería en la historia de Europa. Pero en Italia el poder de clientelas, de grupos de poder y de las mafias es muy fuerte, e indudablemente en algunos momentos la masonería, bien ilegal o infiltrada, ha formado parte de estos mecanismos y sistemas de poder. 

 Una cosa reciente que puedo solo señalar, porque tengo que comprender mejor el alcance, es que una logia calabresa ha sido expulsada del Gran Oriente, la logia maestra más grande de Italia, porque estaba infiltrada por la ‘Ndrangheta. Que yo sepa, aparte el caso de Licio Gelli y la P-2, no ha habido gestos de este tipo en el pasado, me gustaría saber más, comprender mejor si la masonería está intentando seriamente distanciarse del uso criminal de su modelo organizativo. La masonería decente tiene que reafirmarse, tiene que contar la historia de sí misma bajo este punto de vista.

Antes has mencionado los estereotipos. ¿Qué otros estereotipos te has hartado de encontrar sobre la mafia?

Bueno, en El Padrino, que fue creado bajo la influencia de la mafia, y desde este punto de vista no es un libro ingenuo, o inocente, el error clásico es que confunde la familia y la organización criminal. En El Padrino la mafia es una cuestión de familias, el padre, el hijo, los hermanos, los primos… pero en realidad la mafia es una organización criminal que explota familias de sangre para reforzarse.
 Este es el error clásico, la mafia como expresión de la cultura de la familia italiana y siciliana. No es verdad para nada. Es más, cuando nace la ‘Ndrangheta los primeros capos son proxenetas de prostitutas, no son hombres de familia, para entendernos. Pero es interesante notar cómo incluso hoy, cuando descubrimos esta nueva mafia romana, se cuentan versiones de la historia de las mafias muy estereotipadas, muy simplistas. 
En parte es por una necesidad de comprender la novedad. Pero se dice: ah, ya no es la mafia que hace solo extorsión apuntando la pistola, que tiene más relaciones con la política, estamos en una nueva era…
Sí, es lo que decías de que cada vez se olvida toda la historia y se empieza otra vez de cero a descubrir la mafia.

¡Sí! Estamos hablando de la opinión pública, pero también de algunos periodistas que quieren enfatizar el factor de la novedad, o de quien quiere mantener alta la tensión política… Resulta cómodo decir que la mafia se ha transformado, pero no hay nada nuevo en todo esto.

Con todo lo que has estudiado y descubierto en estos años, ¿hay alguna parte de la historia de la mafia de la que no se sabe bastante o no sabemos bien qué ocurrió?

Diría que sustancialmente, a nivel historiográfico, la batalla está ganada. Sabemos lo que es la mafia, las mafias, su historia, aunque esta historia aún debe llegar al público más amplio. Yo querría saber más sobre la historia del crimen organizado en el Agro Aversano, no tenemos documentos. Hay algunos procesos de la época fascista donde tenemos los mismos apellidos que luego encontraremos: Iovine, Schiavone… 

Me gustaría saber si ahí tenemos la misma continuidad que se ve en otros lugares. Me gustaría saber más sobre la época revolucionaria, esos años de formación, durante el Risorgimento, pero la documentación es muy escasa, porque el Estado borbónico se planteaba el problema político de la conspiración, y no el criminal, y cuesta identificar una protomafia en esos papeles de archivo. Estas son las áreas donde todavía hay que trabajar mucho más.

¿Y cómo ves algo más reciente como el proceso de la Trattativa? [el juicio por las presuntas negociaciones secretas entre Estado y el clan de los Corleoneses entre 1992 y 1993, n. del a.]
 Aquí el problema es exactamente ese, el del historiador, saber lo que ha pasado realmente, aunque para un historiador estamos demasiado cerca. Pero en Italia suele ocurrir que los procesos sacan información pero a menudo no llegan a ninguna conclusión judicial, y al final es tarea de los periodistas, en el día a día, y de los historiadores, a más largo plazo, poner las cosas en su sitio. ¿Tú qué piensas?

La premisa previa es decir que es un juicio aún abierto y que pasarán años antes de que se cierre. La historia de la Trattativa es extraordinariamente complicada. Puede haber una forma de negociación legítima con una organización criminal. Si tú quieres conseguir información para combatirla debes obtenerla de fuentes internas, y eso es en esencia lo que dice el coronel Mori, uno de los principales acusados.
 Pero parece entenderse que había una situación en la que elementos de la mafia y elementos del Estado hablaban entre ellos. Por una serie de motivos: ingenuidad, intenciones criminales… Y luego era una situación que cambiaba muy rápidamente. Estamos en el nacimiento de la Segunda República, nadie sabía lo que habría ocurrido a nivel político, ni a nivel mafioso, porque son los años de los grandes arrestos. 
Grandes capos, salvo Provenzano y Messina Denaro, caen. Por tanto me cuesta mucho unir todo en un cuadro muy complicado y hacerlo compatible con un complot para fundar la Segunda República sobre la mafia. No lo veo, francamente. Seguramente hay elementos extraordinariamente preocupantes en esta historia. La idea de que señales de distensión por parte del Estado, que habrían sido de una ingenuidad demencial, pueden haber contribuido a anticipar el asesinato de Paolo Borsellino me causa escalofríos, es algo terrible. 
Dicho esto, como historiador, hay que colocar en el mosaico todos los fragmentos que están saliendo a la luz en el proceso con el hecho de que la Cosa Nostra sufrió grandes golpes a partir del arresto de Totò Riina, en 1992, hasta el de Provenzano, en 2006, y varias operaciones que desmantelaron la cúpula, la Commissione, hasta en dos ocasiones.
 Ahora en Palermo se respira un aire totalmente distinto. Es una realidad con problemas muy profundos, con una criminalidad difícil de erradicar, pero ya no tenemos una Cosa Nostra que controla el Estado y dicta la ley como hacía en el pasado.

Sí, de hecho tu análisis suele ser más optimista. Sueles insistir, a diferencia de muchos expertos italianos, en todo lo que se ha hecho en estos años contra la mafia, en vez de fijarse solo en lo que aún no se ha aclarado. Insistes en los grandes pasos dados a nivel legal, policial, judicial. En este sentido es verdad que no estamos tan mal.

Sí, respecto al pasado, a los años ochenta, noventa, es así. Pero el caso de Roma demuestra, como digo en mis libros, que Italia tiene un fortísimo ecosistema criminal, sigue produciendo nuevas mafias, sigue nutriendo las mafias tradicionales, y el Estado debe correr solo para mantenerse en el mismo sitio y no retroceder.

El título de tu último libro, Mafia Republic, es muy claro.

Sí.

Y termina así, hablando de la corrupción, el clientelismo…: «Mientras Italia siga en estas condiciones la perspectiva de una victoria sobre la Cosa Nostra, la Camorra y la ‘Ndrangheta seguirá siendo inalcanzable».

Sí. Así es. Y como digo en la conclusión, magistratura y policía, generalmente, están haciendo su trabajo. Hay dificultades locales, fiscalías donde no tienen la estrategia justa, les falta personal… Italia necesitaría un número diez veces mayor de policías y carabinieri verdaderamente expertos en escuchas y demás. Pero es una sociedad todavía enferma.

¿Son los políticos los que no están a la altura?

Sí, pero es muy fácil echarles la culpa a los políticos, porque luego son los italianos los que votan. Las mafias gobiernan la ilegalidad, y cuando la ilegalidad dentro de las instituciones es difusa abre las puertas a un control mafioso, a una coordinación mafiosa de esas formas de ilegalidad. 

Repito: al contrario de lo que se podría esperar en el caso romano no es Alemanno [exalcalde de Roma, imputado en la investigación, n. del a.], no son los empresarios, es un hombre, Massimo Carminati, que perdió un ojo en un tiroteo con los carabinieri y tiene un pasado de matón fascista. Un hombre que sabe intimidar y que tiene hombres que saben intimidar. Es él, según la tesis de la fiscalía, quien controla el sistema de ilegalidad y demuestra perfectamente lo que distingue el modelo mafioso de la corrupción

¿Tú amas Italia, no?

Sí.

Las historias de mafia son fascinantes, interesantes, y trabajar para sacar a la luz la verdad es muy importante, pero la mafia como objeto de estudio no es neutro, no es como estudiar microbios. Te hace sentirte mal, cuando ves cómo son las cosas, que no hay solución. ¿A ti, sin ser italiano, te hace daño?

Sí, quizá por eso prefiero pecar de ingenuidad enfatizando los progresos que se han hecho en la lucha contra la mafia. Por ejemplo, al margen de Messina Denaro ya no hay grandes fugitivos, como en el pasado. En los últimos ciento cincuenta años el mafioso raramente acababa en la cárcel, aunque lo procesaran. Se daba a la fuga y gobernaba desde su escondite.

 Se hacían los procesos con los banquillos vacíos, hasta los años noventa. Ahora incluso en el caso de la ‘Ndrangheta no tenemos grandes fugitivos, y las huidas duran poco. Messina Denaro, repito, es un caso aparte, aunque el cerco en torno a él se va cerrando. Este es un factor muy importante para la credibilidad del Estado en Italia.

¿De dónde nace tu amor por Italia?

Uf, no sé… del estudio. Estudié lenguas, italiano, y pasé mi primer año en Italia de 1984 a 1985. Y si quieres, al menos en una fase inicial, por el exotismo de Italia para los ingleses, que es una tradición, porque es tan distinto, no solo de Inglaterra, sino también de unas regiones a otras. 

El trabajo que tengo que hacer es ver también lo que tiene de normal, porque tiene problemas normales, qué sé yo, la obesidad, cómo responder a la globalización… Italia tiene que afrontar un montón de problemas que no son patológicamente italianos.

Has escrito también de la historia de la cocina y de la comida en Italia en un libro delicioso, Delizia! (2007), titulado en España ¡Delizia! La aventura de la comida italiana (2014, Debate).

Sí, aprendí a amar la cocina en Italia, yo no sabía nada. Fue como descubrir no solo un nuevo mundo, sino cien nuevos mundos, una cultura increíblemente sofisticada que los ingleses podemos solo envidiar. Pero ese libro cuenta precisamente cómo esta riquísima cultura gastronómica nace también de esos problemas de los que hablo en los libros sobre la mafia. 

La gramática de la cocina italiana es fundamentalmente urbana. A partir de los años setenta los italianos empezaron a inventarse esta idea de la cocina campesina, del campo, que es muy nostálgica, porque infinidad de documentos nos demuestran que los campesinos comían mal. Por eso emigraban. El Estado fascista, por ejemplo, estaba muy preocupado porque la gente de los pueblos no sabía comer, no sabía nutrirse bien, no tenían las técnicas para comer bien. 

Solo en las ciudades nacen los lugares de referencia de la excelencia de la gastronomía, y el campo se inserta en los circuitos comerciales con las ciudades, y es allí donde se concentran los mercados, los conocimientos, el esnobismo, el deseo de demostrar la propia sofisticación, la variedad de ingredientes.

 Es en las ciudades donde se expresa el genio italiano en la cocina. Por eso he elegido como estructura del libro contar cada periodo de la historia de Italia, de la cocina italiana, de la Edad Media a nuestros días, a través de las ciudades, ciudad por ciudad. Cada una tiene un episodio, es un teatro de un momento particular de la historia de la cocina.

Antes mencionamos El Padrino: para ti, ¿qué película representa mejor la mafia?

Donnie Brasco no está mal, en parte porque está basada en una operación real de un infiltrado. Me gustan Los Soprano, porque tienen ese mecanismo de paranoia. Obviamente tiene elementos muy mitificados, pero no me molesta la idea de usar la mafia como metáfora de tantas otras cosas, de la vida en la familia, de la vida moderna, de qué significa ser hombre… 
Las películas de mafia son como los wéstern, nos cuentan la masculinidad. Pero ya te digo, no me fastidia. Las mafias no son fuertes porque hacemos películas sobre ellas, aunque sea mitificándolas. Pero los filmes también son parte de la historia de la mafia, y el primero en Italia, In nome della legge, de 1949, es un gran spot publicitario para la mafia.
 En el cine italiano I cento passi está muy bien, aunque sea un poco retórico sobre los años sesenta, pero es muy eficaz. Un amigo que es profesor en un instituto de Cittanova, en Calabria, una zona de alta densidad mafiosa, se lo pone siempre a sus alumnos. Me contó que una vez encontró a un chico fuera de la sala de proyección y estaba llorando, había salido para que no le vieran. 
Lloraba porque era hijo de un capo, como Peppino Impastato, el protagonista de la película. Esto te da la idea de cómo una película puede incidir sobre la realidad."      (Entrevista a John Dickie, Publicado por , Jot Down)

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