"Paul Preston (...) recorre los últimos meses de la
contienda siguiendo los pasos, principalmente, de tres protagonistas: el
coronel golpista Casado, el presidente Negrín y el socialista Besteiro.
Esta es la entrevista realizada a través de correo electrónico.
-Tras leer el libro, queda la impresión de que usted ha querido hacer justicia a Negrín.
-Mi proyecto no empezó así aunque así terminara. Mi intención era explicarme a mí mismo los últimos meses de la guerra, sobre todo para explicar la tragedia final, que ya había descrito en El holocausto español aunque no me había parado a investigar las responsabilidades políticas en la zona republicana.
-Tras leer el libro, queda la impresión de que usted ha querido hacer justicia a Negrín.
-Mi proyecto no empezó así aunque así terminara. Mi intención era explicarme a mí mismo los últimos meses de la guerra, sobre todo para explicar la tragedia final, que ya había descrito en El holocausto español aunque no me había parado a investigar las responsabilidades políticas en la zona republicana.
De los tres protagonistas principales,
trabajé sobre Besteiro en Las tres Españas del 36. Era consciente de
sus contactos con la Quinta Columna y de su ceguera sobre las
consecuencias de la victoria de Franco. Pero me chocó de nuevo su
candidez e irresponsabilidad.
A Casado, quizás influido por sus propios
libros, le había dado el beneficio de la duda, creyendo que quería poner
fin a las matanzas. En cambio, me enfrenté con un cínico, mentiroso,
egoísta que actuó siempre en su propio interés y no hizo nada para
evitar las consecuencias trágicas de la victoria de Franco. En
comparación con estos dos, el comportamiento de Negrín era más realista
que el de Besteiro y más honesto que el de Casado.
-¿Por qué
costó tanto a los dirigentes políticos y a muchos militares entender el
lema de Negrín "resistir es vencer"? ¿Fue el presidente del Gobierno lo
suficientemente explícito para que entendieran que no pretendía ganar la
guerra, sino conseguir una paz negociada, con garantías?
-Creo
que muchos leían el lema a través de unos filtros emocionales. Estaban
ya agotados con la guerra, al borde del derrotismo y muchos no se fiaban
de los comunistas. Sin entrar a pensar a fondo lo que buscaba Negrín –o
sea ganar tiempo para organizar las evacuaciones y buscar la manera de
sacarle concesiones a Franco para los que no se podían exiliarse– daban
por supuesto que él quiso una lucha numantina que no era el caso.
En
palabras de Dr Rafael Méndez, íntimo amigo de Negrín: 'Resistencia a
ultranza y movilización de recursos internacionales, para conseguir una
paz que previniera el exterminio de miles y miles de republicanos,
constituyó el eje de la política de Negrín desde que consideró
inalcanzable la victoria.
El 31 de marzo de 1939, el mismo Negrín se
dirigió a la Diputación Permanente del Congreso de los Diputados
diciendo: 'Resistir, ¿para qué? ¿Para entrar triunfalmente en Burgos?
Nunca hemos hablado ni pensado en ello. Señores, proclamar una política
de resistencia implica el confesar que no se cuenta con medios para
aplastar al enemigo, pero que causas superiores obligan a luchar hasta
lo último, y para ello es necesario estimular y alentar el ánimo bélico
de los combatientes.
Negrín veía que, aunque la República no podía ganar
tampoco estaba derrotada. Tenía un ejército enorme y más de la tercera
parte del territorio español. Diez días después del golpe de Casado, los
alemanes entraron en Praga y completaron la ocupación de en
Checoslovaquia. La situación internacional estaba cambiando y una
amenaza de resistencia podría haberle preocupado profundamente a Franco.
Sin embargo, dentro de España, muy pocos tenían la visión internacional
que tenía Negrín.
-Alarma ver de qué forma la cúpula militar de la zona Centro había quedado infiltrada de espías.
-Esto lo explica muy bien el libro magistral de Ángel Bahamonde. Los oficiales de carrera que dominaban en la zona Centro habían mantenido lazos de amistad con sus antiguos compañeros. Algunos, desde el primer momento, ayudaron a la causa rebelde a base de sabotaje y filtración de información estratégica y otros, conforme se acercaba la derrota, querían intensificar esos lazos de amistad con la esperanza de salvarse.
-¿Por qué le costó tanto a Negrín confiar en algunos de los informes que le llegaban, sobre todo, de Cordón, sobre el espionaje en los altos mandos militares?
-Esto lo explica muy bien el libro magistral de Ángel Bahamonde. Los oficiales de carrera que dominaban en la zona Centro habían mantenido lazos de amistad con sus antiguos compañeros. Algunos, desde el primer momento, ayudaron a la causa rebelde a base de sabotaje y filtración de información estratégica y otros, conforme se acercaba la derrota, querían intensificar esos lazos de amistad con la esperanza de salvarse.
-¿Por qué le costó tanto a Negrín confiar en algunos de los informes que le llegaban, sobre todo, de Cordón, sobre el espionaje en los altos mandos militares?
-Esta pregunta solamente la podría contestar el
mismo Negrín. De todas formas, yo me atrevería a sugerir que le costaba
pensar que alguien, supuestamente leal a la República, pudiera
traicionarla, máxime cuando hacerlo suponía ignorar lo que supondría la
victoria de Franco en términos de la represión consiguiente.
Además, hay
que recordar que era solamente hacia el final que Casado se arriesgó a
tantear a gente próxima a Negrín, como Ignacio Hidalgo de Cisneros o
Antonio Cordón. Es verdad que Negrín no tomó muy en serio esas
actividades porque se fiaba de otros (también traidores y colaboradores
de Casado) como los generales Matallana y Miaja.
-¿Cómo es que la República no actuó con dureza con algunos de esos mandos? ¿no cometían un delito de traición?
-Al
principio, la República necesitaba oficiales con capacidad profesional,
estratégica, táctica etc. Se hizo un proceso de investigación de la
lealtad a través del Gabinete de Información y Control presidido por el
Capitán Eleuterio Díaz-Tendero Merchán. Los que no fueron clasificados
como ‘indiferentes’ o ‘fascistas’ y mostraron su disposición a luchar
por la República fueron mantenidos en el Ejército y se fiaba de ellos.
El cuerpo responsable de vigilarles, el SIM, se concentraba mucho más
sobre los civiles de la quinta columna.
-Parece increíble que
los servicios del SIM no detectaran la preparación del golpe de Casado.
¿Es porque estaba buena parte de la cúpula militar copada por la quinta
columna y el SIPM?
-Por una parte, creo que Casado
personalmente no era tan indiscreto. Mantenía en secreto sus relaciones
con los servicios franquistas salvo con Besteiro y un grupo de sus más
estrechos colaboradores militares. Sus aliados anarquistas no sabían
nada de esas actividades.
También hay que recordar que unos elementos
importantes del Servicio de Información Militar estaban ya conspirando
con Casado. Cuando Santiago Garcés Arroyo, el jefe supremo del SIM,
ordenó el arresto de Casado, tropezó con el hecho de que el comandante
del SIM del Ejército del Centro, Ángel Pedrero, se negó porque ya
participaba en el contubernio de Casado.
-Tiene usted un
capítulo, el 10, llamado El golpe, que, de ser su obra una novela,
podríamos decir que es el clímax ¿Coincide? ¿Cómo se planteó su
escritura? ¿No le parece a usted la base de un guión fantástico para una
película histórica?
-Si yo fuera novelista, pensaría en
estos términos. Sin embargo, soy historiador y mi cometido es contar lo
que pasó de la manera más verídica posible a base de una investigación.
Habiendo dicho esto, creo que el historiador no es solamente un
investigador sino también alguien que cuenta historias basadas en la
realidad. Por tanto, tiene el deber para con sus lectores de hacerlo de
la manera más amena posible.
-El Partido Comunista, su teórica
masiva presencia e influencia en el Ejército e incluso su supuesto
control sobre el Gobierno y el propio Negrín, fue usado para justificar
el golpe del 5 de marzo de 1939. Se sirvió de este argumento Casado,
también lo hicieron los anarquistas, incluso lo hizo Besteiro. Era
falso, pero ¿se tenía esa percepción en 1939? ¿Calaba este argumento?
Parece que incluso hoy aún perdura en algunos historiadores.
-Claro
que era falso. Si fuera la verdad, como siguen diciendo algunos
historiadores de derechas, que la República era una marioneta de Moscú,
Casado no habría tenido el éxito que tuvo. Negrín colaboraba con los
comunistas porque defendían la República y porque eran el canal a través
del cual llegaba la ayuda soviética.
Esto no significaba que él fuera
comunista o excesivamente influido por ellos. Había anarquistas y
socialistas que creyeron ese mito porque, al abogar Negrín y los
comunistas por la resistencia continuada, era una manera de canalizar su
derrotismo y su cansancio de la guerra. También había el resentimiento
por lo que habían hecho los comunistas al reprimir las ambiciones
revolucionarias de los anarquistas.
-También cuesta entender la participación de Julián Besteiro.
-La motivación de Besteiro era una mezcla de soberbia e ingenuidad. Evidentemente, dada su reputación de hombre por encima de las rencillas políticas, a Casado le vino de perlas como legitimación de lo que estaba conjurando.
-También cuesta entender la participación de Julián Besteiro.
-La motivación de Besteiro era una mezcla de soberbia e ingenuidad. Evidentemente, dada su reputación de hombre por encima de las rencillas políticas, a Casado le vino de perlas como legitimación de lo que estaba conjurando.
-Creo que usted hace una descripción muy acertada
del proceder de Besteiro, al calificarlo de "ingenuidad culposa". ¿Por
qué utiliza esta expresión?
-Porque había que ser ingenuo, o
no haber leído ningún periódico en los dos años y medio anteriores, para
no darse cuenta de lo que iba a ser la represión franquista. Y era
ingenuidad culposa porque, a base de su creencia errónea de que no iba a
haber una represión, obstaculizó las posibilidades de evacuación de
miles de republicanos y así contribuyó a su suerte trágica.
-Al final, Besteiro decide quedarse en España. ¿Una decisión que, de alguna manera, le honra, aunque quizás no oculte su tremendo error?
-Al final, Besteiro decide quedarse en España. ¿Una decisión que, de alguna manera, le honra, aunque quizás no oculte su tremendo error?
-Efectivamente.
Un sacrificio inútil que contribuyó a mantener su reputación pero que
no sirvió para limitar la represión en lo más mínimo.
-Otro papel discutible es el de Azaña. ¿Cree que estuvo a la altura de las circunstancias?
-No. Hubo muchísimos elementos admirables en Azaña. Sin embargo, su cobardía al huir después de la caída de Catalunya dejó a la República sin jefe de Estado y dio una excusa a los gobiernos francés y británico para reconocer a Franco y dificultar la situación de Negrín.
-No. Hubo muchísimos elementos admirables en Azaña. Sin embargo, su cobardía al huir después de la caída de Catalunya dejó a la República sin jefe de Estado y dio una excusa a los gobiernos francés y británico para reconocer a Franco y dificultar la situación de Negrín.
-Al
final, la Guerra Civil terminó un poco como empezó: con un golpe de
Estado, en el que los sublevados se justifican por el peligro
revolucionario comunista. ¿Se cierra un círculo que Franco explotó muy
convenientemente y que le benefició incluso cuando gobernó, cuando
finalizó la Segunda Guerra Mundial?
-Sí. En ninguna de las
dos circunstancias hubo peligro revolucionario comunista alguno pero las
circunstancias internacionales permitían a Franco aprovecharse de esa
retórica falsa.
-El papel de Gran Bretaña ayudó poco a la
República y el reconocimiento del gobierno de Burgos, cuando aún no
había finalizado la guerra, perjudicó todavía más las pretensiones de
Negrín de conseguir una paz negociada. ¿Por qué esa especie de
desconfianza o animadversión hacia la República por parte de las
autoridades británicas?
-El gobierno británico durante la
Guerra Civil era muy conservador y ferozmente anticomunista. Se había
tragado el bulo de la conspiración comunista lanzado por los golpistas
en 1936.
Además, las clases altas británicas tenían muchos lazos con las
españolas, desde el duque de Alba (también duque de Berwick-on-Tweed y
emparentado con la familia real británica) hasta los muchos españoles
(sobre todo de Jerez) educados en los colegios privados ingleses más
elitistas. El gobierno conservador simpatizaba con Hitler y Mussolini
porque esperaba que ellos fuesen una fuerza anticomunista.
-También
queda al final del libro una cosa clara, un rasgo de Franco que usted
ha puesto en evidencia en otras de sus obras: su carácter tremendamente
astuto y calculador y su decisión de acabar físicamente con el
contrario. ¿Es así? ¿Por qué maltrató incluso a los militares que le
ayudaron, como Matallana, Casado…?
-No hay duda de que
Franco, a pesar de su mediocridad cultural, era muy astuto cuando de
medir las debilidades de un enemigo se tratase. La gratitud nunca fue
uno de sus rasgos y, a los que no se habían declarado plenamente a favor
del alzamiento, por muy útiles que fuesen sus servicios a su causa, les
trataba como enemigos.
Había algunas excepciones –las explica muy bien
el Dr. Bahamonde Magro– y una de ellas fue Casado. Si bien no tuvo los
premios que él esperaba, en cambio Franco facilitó su evacuación a Gran
Bretaña donde recibió un trato excepcional por sus servicios en acelerar
la derrota republicana." (Entrevista al historiador inglés Paul Preston, Blai Felip Palau , La Vanguardia, en Rebelión, 24/02/2015)
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