"Desde hace ya varias décadas no ha habido economía en el planeta que
haya alcanzado el pleno empleo, quedándose la mayoría de ellas muy lejos
de conseguirlo.
Esta situación es consecuencia de estar atravesando una
nueva etapa del sistema económico capitalista que cada vez se distancia
más de aquella denominada época dorada del capitalismo en la cual el
pleno empleo era la tónica normal en las economías occidentales.
Ello ha
generado y consolidado la idea de que en la fase actual del capitalismo
el pleno empleo es sencillamente imposible.
(...) el economista estadounidense Hyman Minsky ideó una
solución a tal problema: el Empleador de último recurso, o como se vino a
denominar recientemente, el Trabajo Garantizado (TG).
Esta solución,
circunscrita en primera instancia al funcionamiento capitalista de las
economías, consiste en que todo ese nuevo empleo público que habría de
crearse para llegar al pleno empleo debía tener una característica
atípica: unos salarios fijos y coincidentes con el salario mínimo
establecido.
En un mercado laboral en el que exista un TG, el descenso del
desempleo no empuja los salarios al alza: el poder negociador de los
trabajadores del sector privado no mejora porque todavía persiste el
miedo a perder el trabajo (no hay desempleados pero sí una bolsa de
empleados de TG que prefieren trabajar en el sector privado porque
concede salarios más elevados).
Por lo tanto, los trabajadores del
sector privado no exigirán mejoras salariales puesto que corren el
riesgo de ser sustituidos por empleados del TG. Como resultado, no se
generan tensiones inflacionistas; se trata de un pleno empleo flexible
en el cual el poder de los trabajadores no aumenta lo suficiente para
desestabilizar los precios.
Además, el propio diseño del TG funciona como un estabilizador
automático de la economía. Cuando la actividad económica se dinamiza,
los empresarios del sector privado contratarán a trabajadores del
programa de TG, disminuyendo por lo tanto su volumen y provocando un
efecto amortiguador de la inflación.
Al contrario, cuando la actividad
económica se ralentice, los empresarios del sector privado despedirán a
sus trabajadores y pasarán a engrosar las filas del TG, aumentando por
lo tanto su volumen y provocando un efecto amortiguador de la deflación.
En consecuencia, el TG es una medida contracíclica que ayuda a evitar
la inflación en los boomseconómicos al mismo tiempo que evita la deflación en épocas de recesión.
Por su propia naturaleza de política económica complementaria, el TG
no puede analizarse en solitario. Sería absurdo, por ejemplo, concebir
que la solución de los problemas del paro en la economía española pasa
únicamente por la aplicación de un TG. No se trata de eso. Esta
propuesta tiene que ser entendida como parte de un paquete de medidas
destinadas a crear empleo.
Un paquete en el que se podrían distinguir
analíticamente tres partes.
La primera de ellas es la necesidad de acometer una
profunda transformación del modelo productivo y energético de la
economía española para que el sector productivo genere más y mejores
puestos de trabajo de los que genera una economía tradicionalmente
volcada a la construcción y al turismo de bajo valor añadido y así
acercarnos a las tasas de paro estructurales del resto de economías
europeas.
La segunda de ellas consiste en el
fortalecimiento de los servicios públicos y la protección social a la
ciudadanía, lo cual también conllevaría una importante creación de
empleos que reduciría notablemente la tasa de paro.
La tercera y
última consistiría en aplicar un Trabajo Garantizado para ocupar a
todas las personas que no hayan sido empleadas mediante la
implementación de las dos primeras partes. Teniendo en cuenta este
horizonte y sin perderlo de vista en ningún momento, la consecución del
pleno empleo deja de concebirse como una aventura irrealizable." (Eduardo Garzón
, 17 March, 2015)
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