"(...) El dinero representa una promesa de pago que puede ser creada por
todo el mundo. La clave para convertir estas promesas en dinero es que
cada vez más personas o instituciones las acepten.
Las relaciones
sociales presentan una jerarquía de dinero que puede ser vista como una
pirámide de varios niveles, donde los niveles simbolizan promesas con
diferentes grados de aceptabilidad y en cuya parte superior se encuentra
la deuda del gobierno.
Las deudas de los hogares y las empresas, que se
encuentran en la base de la pirámide, son aceptadas debido a su
convertibilidad (al menos potencialmente) en relativamente promesas más
aceptables. Estas deudas no son aceptadas en las oficinas del Estado
para pagos de impuestos y, por lo tanto, es poco probable que lleguen a
ser ampliamente aceptadas como medios de pago, mientras que esta
condición es la que respalda a los depósitos bancarios que representan
la mayor parte del dinero que circula en la economía.
Que todo dinero
civilizado sea chartalista no significa necesariamente que solo el
Estado cree el dinero, ni mucho menos que controle la oferta monetaria.
La comprensión del dinero como una criatura del Estado desde la TMM
conduce lógicamente al armazón operativo conocido como Hacienda
funcional, desarrollado por el economista norteamericano Abba Lerner en
contraposición de los objetivos presupuestarios que definen lo que
erróneamente se denomina Hacienda responsable (que bien podría llamarse
Hacienda disfuncional), tomando los presupuestos del Estado como una
herramienta para alcanzar el pleno empleo y la estabilidad de precios,
objetivos reales que definen lo que debería ser la acción responsable de
un gobierno.
El objetivo de toda regulación de la actividad económica
ha de conseguir que la cuantía del gasto no sea ni demasiado pequeña (lo
que produciría desempleo), ni demasiado grande (lo que daría lugar a la
inflación).
Un Estado soberano gasta mediante la emisión de sus propias promesas,
no se enfrenta a restricciones financieras operativas, si bien puede
enfrentarse a restricciones políticas como ocurre hoy. La soberanía
monetaria requiere que no se opere bajo las restricciones de tipos de
cambio fijos, como la dolarización o las uniones monetarias.
Los Estados
que emiten su propia moneda no tienen ninguna obligación de tomar
prestado o recaudar impuestos para sus gastos.
El primer principio de la
Hacienda funcional de Lerner es que el Estado debería aumentar los
impuestos sólo si los ingresos del público son tan altos que amenazan
con provocar inflación. Un segundo principio es que el Estado debe
emitir bonos solo si hay presión a la baja sobre las tasas de interés,
drenando las reservas excedentes de los bancos para mantener la tasa
objetivo del Banco Central.
Sustituir la mal llamada Hacienda responsable por la Hacienda
funcional no es sustituir una regla fija por una de libre discreción,
tal y como habitualmente reprochan los críticos de la TMM sin fundamento
alguno, normalmente por la incomprensión del dinero al haber sucumbido
al cuento del trueque de los economistas, quedando hechizados por el
fetichismo hacia el oro.
El establecimiento de la Hacienda funcional es
la sustitución de una regla por otra. En vez de mantener el gasto
público en el nivel en que es igual a la recaudación de impuestos, se
impone al gobierno la obligación de mantener el gasto en el nivel para
el cual la demanda total del sistema no origina ni inflación ni
deflación, empleando los recursos reales que están parados,
fundamentalmente todo el trabajo disponible, dándoles unos usos elegidos
democráticamente.
Desde la Asociación por el Pleno Empleo y la Estabilidad de Precios
(APEEP) creemos que el primer paso para hacer políticas progresistas es
abandonar el discurso del equilibrio presupuestario y dejar de marear la
perdiz en plazos y velocidades de reducción del déficit.
Debemos
deshacernos de los mitos en torno al dinero y reclamar el poder disponer
de soberanía monetaria para tener el espacio fiscal adecuado para
operar, entendiendo el déficit como algo ni bueno ni malo, tan solo como
una herramienta del tamaño necesario para alcanzar los objetivos que
nos proponemos como sociedad. La izquierda necesita aprender de la
Teoría Monetaria Moderna." (Esteban Cruz Hidalgo, Attac España, 14/10/16)
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