"(...) A lo largo de estas décadas, usted ha venido
proponiendo una serie de medidas prácticas que pudieran ser consideradas
por la izquierda. ¿En qué consisten algunas de estas formas prácticas
para el contexto europeo? ¿Es todavía la renta básica universal una de
estas propuestas?
Sí, yo estoy a favor de la renta básica universal,
pero no creo que sea realista. Creo que mi propuesta de una “herencia
ciudadana” es mucho más factible, puesto que va al corazón del problema
fundamental: lo que he llamado ‘justicia intergeneracional’.
Básicamente, tenemos en Occidente una vieja generación cuyos frutos
ganados del Estado de Bienestar son visibles, mientras que la generación
más joven enfrenta el desempleo. Esta generación es la más formada en
la historia moderna de Europa.
Es una generación que tiene expectativas,
y de repente, una vez que entran a ser adultos, se ven impotentes.
Parte de la razón está en que carecen de recursos económicos y
laborales. Enfocarse en esta generación en relación con un plan de
redistribución económico es fundamental.
Junto a mi colega Anne Alstott,
quien estudia finanzas públicas e impuestos, escribimos The Stakeholder Society,
donde llegamos a la conclusión de que si imponemos un impuesto del 2% a
la riqueza de familias americanas que exceda los 1,5 millones de
dólares, podríamos financiar una herencia universal de 100.000 dólares
para cada norteamericano antes de que lleguen a los veintiún años de
edad.
¿Por qué es importante esto? Bueno, esto permitiría
mucha flexibilidad, como la búsqueda real de empleo (no necesariamente
aceptar cualquier empleo precario), o poder recibir formación para
mejorar el desempeño profesional.
Se pueden hacer muchas cosas. Y en
caso de que un día te echen de tu trabajo, de repente no estarás en una
situación desesperada. Estudiosos como Claus Offe y su grupo en Alemania
han apoyado este programa. También fue promovido por Ségolène Royal en
Francia.
Pero más importante aún, creo que el programa apunta a una
cuestión central: las viejas generaciones tienen un enorme porcentaje de
la riqueza que donan a sus hijos. ¿Y por qué deberías recibir una
enorme suma de dinero solo porque has tenido suerte? Esta es la pregunta
fundamental, para la que no hay explicación.
La idea de una herencia es casi un remanente de una cierta sensibilidad aristocrática premoderna, ¿no es así?
Exactamente, esto es un legado del feudalismo. En
realidad, la primera persona que tuvo la idea que yo retomé fue Thomas
Paine, quien en 1797 recomendó al gobierno francés que cada hombre y
mujer recibiera una herencia de algo así como 50 libras.
De esta manera,
la promesa de una ciudadanía igualitaria no estaría redimida solo en el
voto, sino en las oportunidades económicas reales. Y esta fue una de
las propuestas que Marx rechazó como “socialismo utópico”, ya que acepta
de manera realista la propiedad privada. Yo creo que la propiedad
privada es tan importante que todos deberían nacer con una asignación.
Es esta propuesta económica, que es razonable y factible, la que me
gustaría que economistas españoles elaboraran.
Este plan tiene una
similitud con el de Thomas Piketty, que pide un impuesto sobre el
capital. En cambio, yo pienso que el énfasis debería ponerse en la
división intergeneracional. Es importante que quien diseñe un programa
de este tipo lo haga para que todos lo entiendan.
Cuando se presenta
este programa, puede ser que se encuentren personas que están a favor o
en contra, pero lo cierto es que todos lo entienden en dos o tres
minutos. No es así cuando hablamos de impuesto Tobin, o de alguna otra
forma compleja de subsidio del sistema de bienestar.
En segundo término, si construimos una herencia
universal como fundación económica de la ciudadanía, luego se podrían
agregar otros programas para revitalizar la visión de la Ilustración de
una democracia en Europa. Es aquí donde yo he propuesto, junto con James
Fishkin, un día de deliberación.
Nosotros hemos pensado que debe haber
un día de deliberación dos semanas antes de las elecciones nacionales,
en el cual los ciudadanos asisten a sus centros comunitarios para
escuchar un debate televisado de los candidatos de los partidos, y
posteriormente debatirán en grupos el sentido de las propuestas.
Luego
habría un segundo encuentro en el cual los ciudadanos les presentarán
preguntas a los representantes locales de los candidatos sobre temas
irresueltos en la primera intervención. Al cabo de dos semanas, la gente
común podrá realmente hablar entre sí sobre esta experiencia, ya sea en
su centro laboral, con su familia, o en el café.
Como en el caso de The Stakeholder Society,
el ‘día de deliberación’ es una medida realista y factible para un país
como España. En mi libro, desarrollo los detalles organizativos para
los Estados Unidos. Pero animo a que los científicos-políticos hagan lo
mismo para el caso español.
¿Ve esta propuesta exclusivamente a nivel del
Estado-nación, o también tendrían que hacerse modificaciones al nivel de
la estructura federalista de la Unión Europea?
Yo soy un fuerte partidario la idea de la Unión
Europea. Aquí tenemos una gran oportunidad para que, por ejemplo, un
partido como Podemos se convierta en un innovador con ideas prácticas.
El costo de ejecutar un día de deliberación no es muy alto para un país
como España. Si Podemos muestra que esto se pudiera hacer, estaríamos
frente a una enorme vocación de liderazgo político para Europa.
Tony
Blair apuntaló mi plan de una herencia ciudadana, y fue así que cada
niño en Inglaterra nacía con una cuenta de banco que iba acumulando
hasta que cumplía dieciocho años. En esos años trabajé con el gobierno
de Blair para tener el primer proyecto del día de deliberación nacional.
Al final, Blair nunca tuvo la oportunidad de pasar el referendo y el
plan no siguió adelante. Pero este ha sido el momento en el cual hemos
estado más cerca de tener un día de deliberación nacional.
Esta medida
creo que mejoraría sustancialmente el carácter democrático de la
ciudadanía. Contamos con la población más educada de la historia del
mundo, y en muchos aspectos tenemos un sistema de comunicación político
más irracional que hace cincuenta años. Y esto es otra manera de decir
que el We The People tiene que llegar a materializarse en la realidad, y dejar de ser solo una metáfora. (...)" (Entrevista a Bruce Ackerman, Gerardo Muñoz, CTXT, 15/02/17)
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