23/2/17

Con un impuesto del 2% a la riqueza de familias americanas que exceda los 1,5 millones de dólares podríamos financiar una herencia universal de 100.000 dólares para cada norteamericano antes de que lleguen a los veintiún años de edad

"(...) A lo largo de estas décadas, usted ha venido proponiendo una serie de medidas prácticas que pudieran ser consideradas por la izquierda. ¿En qué consisten algunas de estas formas prácticas para el contexto europeo? ¿Es todavía la renta básica universal una de estas propuestas?

Sí, yo estoy a favor de la renta básica universal, pero no creo que sea realista. Creo que mi propuesta de una “herencia ciudadana” es mucho más factible, puesto que va al corazón del problema fundamental: lo que he llamado ‘justicia intergeneracional’.

 Básicamente, tenemos en Occidente una vieja generación cuyos frutos ganados del Estado de Bienestar son visibles, mientras que la generación más joven enfrenta el desempleo. Esta generación es la más formada en la historia moderna de Europa. 

Es una generación que tiene expectativas, y de repente, una vez que entran a ser adultos, se ven impotentes. Parte de la razón está en que carecen de recursos económicos y laborales. Enfocarse en esta generación en relación con un plan de redistribución económico es fundamental.

 Junto a mi colega Anne Alstott, quien estudia finanzas públicas e impuestos, escribimos The Stakeholder Society, donde llegamos a la conclusión de que si imponemos un impuesto del 2% a la riqueza de familias americanas que exceda los 1,5 millones de dólares, podríamos financiar una herencia universal de 100.000 dólares para cada norteamericano antes de que lleguen a los veintiún años de edad. 

¿Por qué es importante esto? Bueno, esto permitiría mucha flexibilidad, como la búsqueda real de empleo (no necesariamente aceptar cualquier empleo precario), o poder recibir formación para mejorar el desempeño profesional. 

Se pueden hacer muchas cosas. Y en caso de que un día te echen de tu trabajo, de repente no estarás en una situación desesperada. Estudiosos como Claus Offe y su grupo en Alemania han apoyado este programa. También fue promovido por Ségolène Royal en Francia. 

Pero más importante aún, creo que el programa apunta a una cuestión central: las viejas generaciones tienen un enorme porcentaje de la riqueza que donan a sus hijos. ¿Y por qué deberías recibir una enorme suma de dinero solo porque has tenido suerte? Esta es la pregunta fundamental, para la que no hay explicación. 

La idea de una herencia es casi un remanente de una cierta sensibilidad aristocrática premoderna, ¿no es así?

Exactamente, esto es un legado del feudalismo. En realidad, la primera persona que tuvo la idea que yo retomé fue Thomas Paine, quien en 1797 recomendó al gobierno francés que cada hombre y mujer recibiera una herencia de algo así como 50 libras. 

De esta manera, la promesa de una ciudadanía igualitaria no estaría redimida solo en el voto, sino en las oportunidades económicas reales. Y esta fue una de las propuestas que Marx rechazó como “socialismo utópico”, ya que acepta de manera realista la propiedad privada. Yo creo que la propiedad privada es tan importante que todos deberían nacer con una asignación. Es esta propuesta económica, que es razonable y factible, la que me gustaría que economistas españoles elaboraran. 

Este plan tiene una similitud con el de Thomas Piketty, que pide un impuesto sobre el capital. En cambio, yo pienso que el énfasis debería ponerse en la división intergeneracional. Es importante que quien diseñe un programa de este tipo lo haga para que todos lo entiendan.

 Cuando se presenta este programa, puede ser que se encuentren personas que están a favor o en contra, pero lo cierto es que todos lo entienden en dos o tres minutos. No es así cuando hablamos de impuesto Tobin, o de alguna otra forma compleja de subsidio del sistema de bienestar.

En segundo término, si construimos una herencia universal como fundación económica de la ciudadanía, luego se podrían agregar otros programas para revitalizar la visión de la Ilustración de una democracia en Europa. Es aquí donde yo he propuesto, junto con James Fishkin, un día de deliberación. 

Nosotros hemos pensado que debe haber un día de deliberación dos semanas antes de las elecciones nacionales, en el cual los ciudadanos asisten a sus centros comunitarios para escuchar un debate televisado de los candidatos de los partidos, y posteriormente debatirán en grupos el sentido de las propuestas.

 Luego habría un segundo encuentro en el cual los ciudadanos les presentarán preguntas a los representantes locales de los candidatos sobre temas irresueltos en la primera intervención. Al cabo de dos semanas, la gente común podrá realmente hablar entre sí sobre esta experiencia, ya sea en su centro laboral, con su familia, o en el café.

 Como en el caso de The Stakeholder Society, el ‘día de deliberación’ es una medida realista y factible para un país como España. En mi libro, desarrollo los detalles organizativos para los Estados Unidos. Pero animo a que los científicos-políticos hagan lo mismo para el caso español. 

¿Ve esta propuesta exclusivamente a nivel del Estado-nación, o también tendrían que hacerse modificaciones al nivel de la estructura federalista de la Unión Europea?

Yo soy un fuerte partidario la idea de la Unión Europea. Aquí tenemos una gran oportunidad para que, por ejemplo,  un partido como Podemos se convierta en un innovador con ideas prácticas. El costo de ejecutar un día de deliberación no es muy alto para un país como España. Si Podemos muestra que esto se pudiera hacer, estaríamos frente a una enorme vocación de liderazgo político para Europa. 

Tony Blair apuntaló mi plan de una herencia ciudadana, y fue así que cada niño en Inglaterra nacía con una cuenta de banco que iba acumulando hasta que cumplía dieciocho años. En esos años trabajé con el gobierno de Blair para tener el primer proyecto del día de deliberación nacional. Al final, Blair nunca tuvo la oportunidad de pasar el referendo y el plan no siguió adelante. Pero este ha sido el momento en el cual hemos estado más cerca de tener un día de deliberación nacional.

 Esta medida creo que mejoraría sustancialmente el carácter democrático de la ciudadanía. Contamos con la población más educada de la historia del mundo, y en muchos aspectos tenemos un sistema de comunicación político más irracional que hace cincuenta años. Y esto es otra manera de decir que el We The People tiene que llegar a materializarse en la realidad, y dejar de ser solo una metáfora. (...)"              (Entrevista a Bruce Ackerman, Gerardo Muñoz, CTXT, 15/02/17)

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