"(...) P. Pensando en Baudelaire, Benjamin decía que París era la capital del siglo XIX. ¿Es Nueva York la del siglo XX, la del XXI?
R. Nueva York es lo que fue Venecia: la capital de un mundo comercial que se está quedando obsoleto. Tal vez la nueva capital sea Hangzhou,
esa ciudad de seis millones de habitantes que el Gobierno chino vació
para garantizar el éxito de la cumbre del G-20 hace dos años. Las
capitales del futuro están en otro mundo.
P. En el libro se pregunta qué pensarán de nosotros los arqueólogos futuros. ¿Qué se encontrarán?
R. Basura. Nuestro legado será una montaña
de basura, de plástico. Fabricamos una cosa que va a durar mil años para
usarla cinco minutos. En las islas más apartadas del Pacífico los
albatros mueren de hambre porque se alimentan de mecheros. En el libro
cuento el caso de esa ballena que aparece en la costa con 18 kilos de
plástico en el estómago.
P. ¿La lógica del mercado lo ocupa todo? Fue muy crítico cuando bautizaron temporalmente la estación de metro Vodafone Sol.
R. Es que vas por la calle y a cualquier
parte que mires hay una pantalla con un anuncio. Están privatizando la
mirada. ¿Es que no va a quedar nada público?
P. Dígame algo positivo, una conquista de la modernidad, de la ciudad.
R. Una clarísima de la que creo que los
europeos no somos del todo conscientes: la mezcla de libertad y
seguridad. Las ciudades de América Latina están en gran parte
privatizadas. Por eso me produce mucha inquietud que se construyan
urbanizaciones cerradas. Compara una plaza pública con un centro
comercial climatizado, con vigilantes jurados y al que hay que ir en
coche.
No nos damos cuenta de la maravilla que es, sencillamente, ir por
la calle. Inténtalo en Caracas o en Los Ángeles. Aquí puedes ir
andando, en transporte público, en bicicleta. Bueno, en Madrid... La
bicicleta provoca en la derecha española una furia muy llamativa. La
ciudad en la que cualquier persona, hombre o mujer, puede ir a cualquier
hora por cualquier parte es una invención prodigiosa.
P. ¿Peligra?
R. La especulación inmobiliaria y la
precariedad del trabajo han hecho que la gente trabajadora tenga que
irse del centro de las ciudades. En Nueva York hay barrios enteros
convertidos en guetos para millonarios. Antes la amenaza era la
inseguridad y el abandono, ahora lo es la gentrificación, la
privatización.
P. Sin embargo, siempre se cita Nueva York
como reducto liberal frente a la América profunda, la que, dicen, eligió
a Trump. ¿O es un tópico?
R. Cuando salió elegido Trump pensé que
Obama era un malentendido. EE UU se parece más a Trump que a Obama. Es
un país muy religioso y muy rural, incluso cuando es urbano, porque las
ciudades no tienen esa noción de espacio público: la gente va en coche
de un sitio a otro.
Es un país enorme con desigualdades gigantescas,
áspero, de mucha soledad, de mucho despojo. Nuestra visión está alterada
por el cine, que ha dado glamur a cosas que no lo tienen. Ves esos
barrios desolados y te parecen poéticos. Y no lo son, son simplemente
pobres. (...)"(Entrevista a Antonio Muñoz Molina, Javier Rodríguez, El País, 13/02/18)
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