"Todo el dinero que se crea proviene en origen último del Banco
Central, lo que no quiere decir que sea introducido por él. Los bancos
privados son hoy en día el principal vehículo de introducción de dinero
nuevo.
La actividad de intermediación que se le supone no es entre
prestamistas y prestatarios, entre agentes privados, sino que es una
intermediación entre el monopolista de moneda y la sociedad. Los
préstamos que otorga la banca privada no requieren depósito previo
alguno.
Aunque los bancos privados no se vean limitados en su
actividad por los ahorros de los agentes privados, la concesión de
créditos se restringe por una serie de criterios relacionados con la
incertidumbre en el futuro. Este aspecto es imposible de eliminar en una
economía monetaria de producción, basada en la fragmentación de las
decisiones de producción. La incomprensión de ello lleva a tratar de
imponer un modelo bancario proto-capitalista.
La
rigidez de un sistema de reservas fijas en los orígenes del negocio
bancario producía una escasez en el suministro de liquidez que los
agentes privados se ingeniaron por superar.
Hizo falta poner en lo alto
de la jerarquía de deudas al banco central para gestionar la
inestabilidad sistemática y los cuellos de botella que obstaculizaban el
desarrollo del sistema capitalista.
Esta
innovación institucional implicaba dejar atrás la coyuntura histórica
en la cual el dinero tomaba cuerpo en los metales preciosos, permitiendo
avanzar hacia la forma de dinero capitalista, dinero-crédito, requisito
fundamental para la ampliación del capitalismo.
Los
fundamentos históricos e institucionales sobre los cuales se levanta la
Teoría Monetaria Moderna (en adelante MMT, por sus siglas en inglés)
permiten completar y extender la noción de dinero endógeno, esto es, de
cómo se introduce el dinero en una economía donde las decisiones se
toman de forma descentralizada respondiendo a las necesidades o demandas
de los agentes privados.
La oferta de dinero no es, por tanto,
discrecional, como sugiere algún monetarista despistado. La ortodoxia
monetaria es tan perjudicial como la ortodoxia fiscal.
LA ARQUITECTURA MONETARIA EUROPEA
Si
un banco central no puede quebrar, esto significa que no se puede
quedar sin dinero. El Banco Central es el brazo monetario del Estado. La
coordinación entre la política fiscal y la política monetaria es
posible en un Estado soberano donde los gastos públicos son efectuados
en la moneda del Estado, emitida por su Banco Central. Esto no ocurre en
la Zona Euro, donde de facto el euro es una moneda extranjera para
todos los Estados.
En estas economías la moneda extranjera debe
buscarse en los mercados, endeudándose, o ser recaudada a través de
impuestos. La secuencia de que el Estado debe ingresar antes de gastar,
indudablemente, es una mala comprensión del funcionamiento de una
economía monetaria de producción. Como hemos dicho, el origen último de
todo el dinero que circula es el Banco Central.
Para que los
agentes privados puedan tener un solo euro en su bolsillo, éste
previamente debe salir de alguna manera del emisor de euros. Esta
disfunción tanto en el diseño de la arquitectura de la Unión Europea
como en el diseño de su arquitectura monetaria hace que surjan problemas
irresolubles que provocan un volumen de dinero en circulación muy
inferior al necesario para mantener el pleno empleo y la estabilidad de
precios.
En un marco institucional donde estén consolidados el
Banco Central y el Tesoro como brazos monetario y fiscal del Estado,
las operaciones de gasto constituyen un abono en las cuentas bancarias
privadas, destruyéndose dinero a través de los impuestos al generarse un
débito en ellas.
Igualmente, los bonos corresponderían a la base de
reflujo del circuito monetario, ofreciendo a los agentes privados un
activo a cambio de retirar las reservas excedentes que pudiesen desviar
el tipo de interés objetivo fijado por el Banco Central.
Este
componente monetario de la política fiscal implica, por tanto, que no es
lo mismo un marco institucional donde el déficit público se monetiza
directamente, que uno que se hace indirectamente mediante la compra de
bonos, como podría ocurrir si, por ejemplo, se eterniza el Quantitative
Easing del Banco Central Europeo, medida que tiene presumiblemente los
días contados con la llegada de Jens Weidmann en sustitución de Mario
Draghi.
Con el final de esta “excepcionalidad” en la política
monetaria del BCE, podremos comprobar, por ejemplo, el éxito de las
políticas de nuestros hermanos portugueses. Acabar con la respiración
asistida que provee la autoridad monetaria podría traernos un déjà vu,
una re-edición de Syriza. Ya veremos.
EL DESEMPLEO, UNA DECISIÓN POLÍTICA
El
desempleo es un fenómeno monetario. Es un síntoma de que falta dinero
en la economía, un problema que el mercado no puede resolver
endógenamente por medio de ninguna redistribución entre agentes
privados. Los agentes privados no crean dinero, el dinero es un bien
público. Contra la “falacia de Robin Hood”, la Teoría Monetaria Moderna
introduce el concepto de “pre-distribución”.
Cómo
se introduce el dinero en la economía importa. No es lo mismo que el
Estado introduzca el dinero a cambio de nada que lo haga a cambio de
trabajo. Ciertamente, hay espacio para que el excedente de bienes y
servicios producidos pueda ser absorbido por una parte de la sociedad
con la creación de nuevo poder adquisitivo, como podría ocurrir, por
ejemplo, con el pago de las pensiones de algún modo por iniciativa del
Banco Central Europeo.
Esto se podría ver como un nuevo acuerdo
inter-generacional y un alivio transitorio para la crisis europea,
permitiendo sustituir la caja de la Seguridad Social por otro tipo de
impuestos que permitan incrementar el espacio fiscal.
Los pensionistas
consumen lo que producimos en la actualidad, no pueden consumir los
bienes y servicios que ellos producían en el pasado. Los trabajadores no
aseguran con su trabajo las pensiones del futuro con el derecho a
recibir una renta monetaria mañana, sino que sus pensiones son
aseguradas por los recursos reales existentes entonces.
Si no hay
excedente de bienes y servicios que consumir, no habrá renta monetaria
suficiente para garantizar las pensiones. El estudio de la introducción
del dinero por parte de la MMT tiene claras implicaciones sobre la
teoría del valor y el valor de la moneda en relación a otras divisas
internacionales, así como con el funcionamiento y gestión del mercado de
trabajo, por eso se liga al empleo.
El valor de la moneda se
vincula a lo que se debe hacer para obtenerla, y el sector público puede
establecer directamente sus términos de intercambio con la compra de
trabajo a través de los Programas de Garantía de Empleo. Estos programas
están diseñados desde abajo, respondiendo a las necesidades sociales
establecidas a nivel municipal con la participación de todos los
colectivos de la sociedad civil.
Las administraciones regional y
nacional tendrían un papel coordinador y supervisor en estos programas.
Estos empleos ofrecerían un salario y unas condiciones laborales dignas a
todo aquel que quiera trabajar, complementándose con una renta mínima
en los momentos en que estos programas no estuviesen en marcha.
El
sector privado, para no perder a sus trabajadores una vez que la
alternativa para ellos no es entre la precariedad y el desempleo, se
vería obligado a ajustar los contratos a lo estipulado por el sector
público. Los Programas de Trabajo Garantizado funcionarían así como un
estabilizador de las condiciones laborales, pero también del ciclo
económico y de los precios.
El ciclo económico se suavizaría al absorber
los trabajadores expulsados por el sector privado en tiempos de crisis,
sosteniendo la demanda agregada. Por su parte, establecería un estándar
de valor que, por ser el trabajo un elemento común a cualquier tipo de
actividad, operaría como un punto de gravitación para los precios.
Los
Programas de Trabajo Garantizado se financian sin necesidad de ingresos
previos por parte del Estado, lo cual no significa que la fiscalidad no
sea necesaria. Los impuestos son esenciales para que la moneda circule y
sea aceptada generalmente. En esto el nivel de imposición es
importante. Nada tienen que ver con la necesidad de ingresar dinero para
financiar gasto alguno, pues como hemos visto, esto es lógicamente
inconsistente con el hecho fehaciente de que la autoridad siempre gasta
primero.
Por esta lógica, el déficit público constituye
necesariamente un superávit del sector privado. A falta de un sector
exterior que absorba el gasto de los socios comerciales mediante
políticas neo-mercantilistas, traspasando sus problemas a otros países,
una conclusión es clara: no puede haber ahorro neto de activos
financieros del sector no gubernamental sin que el sector gubernamental
acumule déficits públicos.
Un Estado soberano, que ejerce su función de
monopolista de la moneda, a través de la coordinación con su Banco
Central, es la única entidad que mediante su gasto puede proporcionar
los fondos para acomodar cualquier deseo de obtener ingresos, ahorros o
beneficios de las familias y las empresas, y por lo tanto eliminar el
desempleo. El gasto deficitario de un sector es el que genera el
excedente o superávit del otro.
Por norma general, una situación en la
que el sector público acumula superávits significa que los agentes
privados están endeudándose, lo cual evidencia una situación
potencialmente inestable en cuanto las expectativas de los agentes
cambian.
En este mundo al revés que nos cuenta el
neoliberalismo, paradójicamente, nos horroriza el déficit público y
alabamos el superávit de las cuentas públicas, señal de futuras
conmociones. Esto suele saldarse con sufrimiento innecesario y fracasos
muy costosos.
Las políticas de austeridad reducen las expectativas de
beneficios del sector privado sumiendo la economía en un círculo
vicioso, al que las empresas responden con nuevas reducciones de
inversiones y contratos por no encontrar salida a sus productos, y en
muchos casos, nuevos despidos y cierres que agudizan el efecto
contractivo. Debe haber quedado claro que la sociedad no puede decidir
aumentar sus ingresos, pero sí gastar más.
LA TEORÍA MONETARIA MODERNA
Desde
su origen la MMT ha recibido una serie de críticas, siendo las más
comunes las que hacen referencia a la estabilidad de precios y la
restricción exterior. Estos son fenómenos reales, no monetarios. La MMT
no pretende movilizar a través de las herramientas que propone recursos
reales allá donde no existen.
Lo que explica es que no hay razón para
que cualquier país, tenga los recursos que tenga, los infrautilice
desaprovechando su potencial real. No es la panacea, no tenemos una
varita mágica para hacer desaparecer todos los problemas. En función de
las características de cada país las herramientas que la MMT pone a
disposición de los Estados deberán ser gestionadas de una forma u otra.
Habrá
Estados que podrán diseñar Programas de Trabajo Garantizado enfocados
al sector servicios y actividades de baja productividad económica; otros
deberán apostar por actividades de mayor valor añadido para ampliar su
acceso a recursos reales que no están a la venta en su propia moneda,
buscando un tamaño de los multiplicadores mayor, incluso habrá que
complementar estos programas con el manejo de la política comercial, o
diseñar una estructura impositiva que incentive o desincentive ciertas
producciones y consumos.
La Teoría Monetaria Moderna presenta
una caja de herramientas que los responsables políticos deben decidir
cómo aprovechar, disponiendo de un potencial significativo para
desarrollar políticas sociales que pueden ser enfocadas a satisfacer
también las demandas de organizaciones ecologistas, feministas, y
plataformas de defensa de los servicios públicos.
No existe un “mundo
MMT”. La MMT describe los sistemas reales tal y como tienen lugar por
debajo de los fenómenos superficiales del mercado, considerando las
diferencias que surgen de momentos particulares caracterizados por unas
instituciones específicas.
La rigidez institucional que se defiende con
las presentes instituciones europeas, ya sea de forma activa o pasiva,
se traduce políticamente en la aceptación de la estrategia neoliberal.
Una guía progresista hace necesario el pleno empleo como eje sobre el
que construir el movimiento de la sociedad que queremos. La pretendida
superioridad moral no es suficiente."
(Esteban Cruz Hidalgo
. Doctorando en Economía y miembro de Red MMT España. El Salto, 02/04/18)
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