18/9/09

El cerebro de los asesinos en serie

"A mí me impresiona, por ejemplo, la velocidad con la que progresa el conocimiento del cerebro. Es apabullante. Y la sociedad no es consciente de la influencia y el debate ético que va a suponer todo lo que podremos hacer con el cerebro.

Como por ejemplo...

Podremos leerlo como una ventana abierta, saber qué piensa una persona. Podremos manipularlo, modificarlo, estimularlo, hacer ver cosas que en realidad el individuo no ve, hacer sentir cosas que no se sienten. Podremos saber cómo enseñar a los niños para que aprendan. Ahora todo lo hacemos empíricamente.

¿Podríamos modificar un cerebro física o químicamente?

También genéticamente. Haciendo que se expresen unos genes que antes no se expresaban o introduciendo unos genes que modifican un determinado circuito o haciendo que un circuito se desarrolle más que otro o reforzando una sinapsis... Ya se está aplicando al estrés postraumático con gente que ha participado en guerras como las de Irak o Afganistán. Ese síndrome impide dormir a la gente, que se despierta horrorizada porque el cerebro conserva las experiencias más traumáticas para poder evitarlas en el futuro. Gracias a ello hemos sobrevivido a nivel evolutivo. Para esa gente se ha encontrado el remedio: borrarles selectivamente ese recuerdo. El debate ético a plantear es dónde poner los límites.

Porque se puede borrar la memoria, pero también seleccionar a la gente; tener un hijo más listo, por ejemplo.

O decidir que sea músico. ¿Pero quién es usted para decidir que su hijo sea músico si a lo mejor su cerebro estaba más preparado para que fuera periodista? En un futuro será posible hacerlo o, al menos, no es una cuestión imposible o descabellada. Y, claro, los límites son muy borrosos entre la delincuencia y el éxito social, por ejemplo. No hay más que leer los periódicos. No es sencillo programar un cerebro para que uno sea banquero o asaltador. ¿Qué es Madoff? [Bernard Madoff, responsable del mayor fraude financiero de la historia].

Sí parece que hay unas diferencias más evidentes entre el cerebro de un asesino en serie y el de una persona normal.

Sí, bueno, ése es un caso muy patológico. Los asesinos en serie tienen un cerebro muy diferente. Hay una zona del cerebro, la corteza orbitofrontal, que es la última en desarrollarse y es ahí donde se establecen los circuitos que inhiben conductas impulsivas y que determinan nuestras valoraciones éticas y nuestra empatía emocional con otros. A los 18, 19, 20 años de un individuo, todavía se está engrosando esa zona cerebral. Según un estudio realizado en una prisión de Estados Unidos, el 30% de los internos tenía alteraciones funcionales graves en esas zonas. Hay gente que tiene serias alteraciones de esas partes del cerebro y que no es capaz de prever las consecuencias de sus actos. Es lo que determina la madurez."

(Carlos Belmonte: Leeremos y manipularemos el cerebro como queramos". El País Semanal, 13/09/2009, p. 26 y ss.)

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