18/9/09

La manipulación del dolor... por el cerebro

"¿Se puede anular por completo el dolor, inhibiendo la parte del cerebro donde se genera esa sensación?

Totalmente. La señal del dolor va de la periferia (la piel, por ejemplo, cuando te quemas) a la médula espinal y ahí va dando saltos en distintos niveles del sistema nervioso hasta que llega a la corteza, que es donde se aloja la sensación consciente de dolor. Hay otras zonas que alojan las emociones del dolor. Son zonas separadas, de forma que se pueden separar selectivamente unas u otras. Así que hay pacientes que tienen dolor, pero no lo viven emocionalmente como desagradable, y, al revés, dolores en principio nimios son insoportables para algunos.

¡Así que son mecanismos totalmente independientes!

Son paralelos, pero están separados. Una de las cosas que hacemos en la neurociencia actual es descomponer lo que parecía único. Así estamos entendiendo los mecanismos que la generan. La memoria tampoco es una sola. Hay diez tipos distintos de memoria con mecanismos neurológicos completamente distintos. (...)

¿Están ustedes fotografiando cada milímetro cuadrado del cerebro como otros fotografían cada palmo de la Tierra?

Sí, estamos descomponiendo, desarmando. En el caso del dolor hay otra parte interesante. Nosotros disponemos de un sistema para defendernos del dolor. Cuando un animal es atacado, puede defenderse o huir, y para ninguna de las dos cosas es recomendable que sienta dolor. De hecho, no lo siente. Es bien conocido que en la batalla los soldados no sienten dolor cuando son heridos. En esas situaciones extremas se activa un sistema del organismo que inhibe el dolor. Lo elimina interrumpiendo la subida de la información dolorosa a la corteza cerebral. De hecho, la morfina activa ese mismo sistema, que es endógeno, nuestro.

De manera que el desafío es hallar analgésicos que activen ese mecanismo sin producir efectos secundarios. Claro. Que sean específicos. El problema más importante en el sistema nervioso es la especificidad, encontrar lo que actúa de manera selectiva en el circuito que quieres modificar. El problema es que el sistema nervioso no tiene receptores diferentes para cada cosa. Lo que varía es la manera de conectarse entre ellos. A nivel químico, si bloqueas un tipo de receptor, como hacen los opiáceos contra el dolor, activas al mismo tiempo el sistema de recompensa. Por eso la morfina da tanto gustirrinín. El problema es que también se puede bloquear la respiración. Es el peligro de la morfina en dosis altas. Desgraciadamente, no usamos un solo receptor para una sola cosa.

Volviendo al principio, decía usted que el 95% de los dolores ya se pueden controlar, pero lo cierto es que ese avance no ha llegado todavía al ciudadano ni siquiera de un país desarrollado como el nuestro.

Es cierto. No se controlan de hecho el 95% de los dolores. Pero tenemos las herramientas y, de hecho, tenemos tratamientos para una gran parte de los dolores. El problema es que la gente pide milagros, resultados inmediatos, y la ciencia no funciona así. Avanza a pequeños pasos, que, en perspectiva, son enormes. A mí me impresiona, por ejemplo, la velocidad con la que progresa el conocimiento del cerebro. Es apabullante. Y la sociedad no es consciente de la influencia y el debate ético que va a suponer todo lo que podremos hacer con el cerebro."

(Carlos Belmonte: Leeremos y manipularemos el cerebro como queramos". El País Semanal, 13/09/2009, p. 26 y ss.)

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