"JU- Usted acaba de publicar, junto a su colega Dominique Lévy, un
libro sobre la actual crisis económica. En su evaluación, ¿cuál es la
naturaleza de esta crisis?
Gérard Duménil – La crisis actual
es una de las cuatro grandes crisis - crisis estructurales - que el
capitalismo atravesó desde finales del siglo XIX: la crisis de 1890, la
crisis de 1929, la crisis de la década de 1970 y la crisis actual que
comenzó en 2007/2008. Estas crisis son episodios de perturbación de una
duración de aproximadamente una decena de años (para las tres primeras).
Que ocurren con una frecuencia de unos 40 años y separan los órdenes
sociales que recordé en respuesta a la primera pregunta. La primera y la
tercera de estas crisis, la de las décadas de 1890 y de 1970,
continuaron en fases de caída de la tasa de ganancias y pueden ser
calificadas como crisis de rentabilidad. Las otras dos crisis, la de
1929 y la actual, nosotros las llamamos como “crisis de hegemonía
financiera".
Son grandes explosiones que ocurren como consecuencia de
prácticas de las clases superiores con el objetivo de aumentar sus
ingresos y su poder. Todos los procedimientos del neoliberalismo están
aquí en acción: desregulación financiera y globalización. El primer
aspecto es evidente, pero la globalización fue también, como se
indicará, un factor clave de la actual crisis.
La caída en la
tasa de ganancia y explosión descontrolada de las prácticas de las
clases capitalistas son dos grandes tipos de explicación de las grandes
crisis en la obra de Marx. El primer tipo es bien conocido.
En el libro
III de El Capital, Marx defiende la tesis de la existencia de una
"tendencia decreciente de la tasa de ganancia" inherente al carácter del
cambio tecnológico en el capitalismo (la dificultad de aumentar la
productividad en el trabajo, sin realizar inversiones muy costosas, lo
que Marx describe como la "elevación de la composición orgánica del
capital"). (...)
Pero la crisis actual no es una simple crisis financiera. Es la crisis
de un orden social insostenible, el neoliberalismo. Esta crisis, en el
centro del sistema, debería ocurrir en cualquier caso, un día u otro,
pero llegó en forma particular en 2007/2008, apareciendo en los Estados
Unidos. Dos tipos de mecanismos convergieron.
Encontramos, por un lado,
la fragilidad inducida en todos los países neoliberales por las
prácticas de financierización y de la globalización (en particular
financiera), prácticas impulsadas por la búsqueda desenfrenada de
ganancias crecientes por parte de las clases dominantes, reforzada por
el rechazo de la regulación.
El Banco central de Estados Unidos, en
particular, perdió el control de las tasas de interés y la capacidad de
conducir las políticas macroeconómicas como resultado de la
globalización financiera.
Por otra parte, la crisis fue el efecto de la
trayectoria económica estadounidense, una trayectoria de desequilibrios
acumulados, que los Estados Unidos pudieron mantener debido a su
hegemonía internacional – contrariamente a Europa que considerada en su
conjunto, no conocía tales desequilibrios.
Desde 1980, el ritmo
de acumulación de capital en los Estados Unidos se desaceleró en el
territorio del propio país, al tiempo que aumentaron las inversiones
directas en el extranjero.
A esto es necesario añadir: un déficit
creciente del comercio exterior, un gran aumento en el consumo (de parte
de las capas más favorecida) y un endeudamiento igualmente creciente de
las familias.
El déficit de comercio exterior (el exceso de
importaciones frente a las exportaciones) alimentaba un flujo de dólares
para el resto del mundo que tuvo como único uso la compra de títulos
estadounidenses, llevando a la financiación de la economía de los EE.UU.
por los extranjeros- una "deuda" vis à vis de los extranjeros,
simplificando un poco.
Por razones económicas, que no voy a
explicar aquí, el crecimiento de la deuda externa debía ser compensado
por el de la deuda interna, la de las familias y la del Estado, a fin de
mantener la actividad en el territorio del país.
Esto fue hecho
alentando el endeudamiento de las familias por la política de crédito y
de desregulación- la deuda del Gobierno podría haber reemplazado el
endeudamiento de las familias pero eso iba contra las prácticas
neoliberales anteriores a la crisis.
Los acreedores de las familias
(bancos y otros) no conservaron los créditos originales, porque los
revendían bajo la forma de títulos (obligaciones), cuya mitad, más o
menos, fue comprada por el resto del mundo.
De tanto prestar a las
familias más allá de su capacidad para saldar las deudas, los
incumplimientos al pago de los vencimientos se multiplicaron desde el
comienzo del año 2006.
La devaluación de esos créditos impagos
desestabilizó el frágil edificio financiero, de los Estados Unidos y del
mundo, sin que el Banco central de los Estados Unidos estuviese en
condiciones restablecer los equilibrios en el contexto de la
desregulación y de la globalización que él mismo había favorecido.
Este
fue el factor desencadenante, pero no el fundamental de la crisis -
combinación de factores (la locura neoliberal en este dominio) y reales
(la globalización, el sobre consumo estadounidense y el déficit de
comercio exterior de ese país)." (Rebelión, 01/01/2012, 'Entrevista a Gérard Duménil, economista francés: El mundo ya ingresó en la segunda fase de la crisis', Jornal Unicamp-Carta Maior)
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