"El historiador suizo Daniele Ganser (Lugano 1972) es el máximo especialista en los ejércitos secretos de la OTAN (Gladio/ Stay behind), tema en el que es muy fácil hacer pasar por lunático y conspiracionista a cualquier observador crítico. Su libro, Los Ejércitos Secretos de la OTAN,
publicado en 2005 y traducido a más de una docena de lenguas, es
riguroso y bien conocido por los historiadores. (...)
Entre 1984 y marzo de 1986 Luxemburgo fue víctima de una misteriosa
ola de atentados, contra torres eléctricas, cumbres de la Unión Europea,
el Palacio de Justicia, residencias particulares de altos funcionarios,
aparentemente destinadas a que el tranquilo Gran Ducado se hiciera más
beligerante en cuestiones de seguridad.
Casi todos los atentados
evidenciaron un conocimiento minucioso de los dispositivos de seguridad.
Muchas pruebas y documentos desaparecieron. Muchos otros países
europeos sufrieron atentados, y muy sangrientos, atribuidos a esa misma
red secreta frecuentemente vinculada a medios de ultraderecha.
Treinta años después de los hechos, el caso de Luxemburgo es un pulso
entre la justicia y la razón de Estado sin precedentes en Europa desde
los sonados juicios por los grandes atentados terroristas de la Italia
de la década de los setenta y ochenta que el Senado italiano acabó
atribuyendo a conexiones con Gladio / Stay behind, explica a La Vanguardia el abogado Gastón Vogel, defensor de los dos policías acusados en Luxemburgo.
El juicio, que tiene muchos meses por delante, ha conocido giros y
episodios sensacionales dignos de la mejor novela de intriga. En abril
un testigo alemán, Andreas Kramer, declaró que su padre presunto agente de los servicios secretos alemanes
(BND) participó en los atentados de Luxemburgo y también en el de la
fiesta de la cerveza de Munich de septiembre de 1980, el peor atentado
terrorista de la historia de la Alemania de posguerra, aún por resolver.
Kramer no ofreció ninguna prueba y ha sido presentado como persona
desequilibrada por su hermana y su ex compañera sentimental ante el
mismo tribunal, mientras algunos expertos señalan que la declaración de
Kramer no hace más que entorpecer y enturbiar el caso.
El gobierno
alemán ha desmentido que el padre de Kramer trabajara para el servicio
secreto y solo admite que era un oficial del ejército. Kramer sostiene
la verdad de su declaración y afirma que sus parientes declaran contra
él por un conflicto de herencia. Tras una pregunta parlamentaria en el
Bundestag, el testigo fue finalmente llamado el viernes a declarar
durante más de cinco horas, ante la fiscalía alemana en Karlsruhe.
¿Es Kramer un lunático?, ¿dice la verdad?, ¿es un recurso del propio
BND para enturbiar el caso? De momento ninguna de estas sugerentes
preguntas ha interesado a la prensa alemana. Sólo el canal de televisión
3-Sat ofreció en mayo un pequeño reportaje de siete minutos sobre el
asunto. (...)
-¿Por qué es tan importante el juicio de Luxemburgo?
-Porque por primera vez se está juzgando en un tribunal si los ejércitos secretos de la OTAN (Gladio-“stay behind”) estaban implicados en una serie de atentados. No está del todo claro, pero si se confirma la sospecha de que ellos colocaron las bombas volverá a salir a la superficie toda la historia.
-¿Qué se sabe de esa historia al día de hoy?
-Desde 1990 sabemos que la OTAN mantuvo ejércitos secretos en todos los países de Europa Occidental. Sabemos también que la CIA y el MI-6, es decir los servicios secretos de Estados Unidos y del Reino Unido, equiparon y entrenaron a esos ejércitos.
La tercera cosa que se sabe
desde hace veinte años es que los servicios secretos de los diferentes
países; en Alemania el BND, en Suiza el Untergruppe Nachrichtendienst
und Abwehr, en Luxemburgo el SREL (Service de Reseignements), en Italia
el Servizio di Informazione Sicurezza Militare (SISMI), todos estos
servicios, controlaban a los ejércitos secretos. Sobre lo que nos
rompemos la cabeza desde hace muchos años es si los ejércitos secretos
cometieron actos de terrorismo.
En este punto el debate es muy intenso
porque la OTAN, la mayor alianza militar del mundo, y la CIA, uno de los
servicios secretos más potentes, rechazan rotundamente este reproche.
Reconocen haber mantenido ejércitos secretos pero dicen que nunca
cometieron actos de terrorismo. Esa es la línea divisoria.
-¿Qué indicios y testimonios apoyan la hipótesis del activismo terrorista?
-Por un lado está el informe de la investigación del Senado Italiano de junio del 2000 que dice que todas aquellas “masacres bombas y acciones militares” que el país sufrió entre 1969 y 1987 (con 491 civiles muertos y 1.181 heridos y mutilados) fueron “organizadas, promovidas o apoyadas por hombres dentro de las instituciones del Estado y por hombres vinculados a las estructuras de inteligencia de Estados Unidos”. También tenemos declaraciones de extremistas de derecha italianos, retirados o activos, que dicen haber cometido ellos mismos esos atentados por los que fueron encarcelados.
Y esa gente declara que
lo hizo en cooperación con los ejércitos secretos de la OTAN. Así que
tenemos una declaración contra otra. Lo que está pasando en Luxemburgo
es de enorme interés porque refuerza la tesis que desde hace tiempo
sostiene que los ejércitos secretos de la OTAN sí estaban implicados en
atentados. (...)
-Esas declaraciones son, informativamente hablando, una bomba,
¿cómo se explica el silencio que hay en Alemania alrededor de Kramer?
-Es verdad que casi nadie ha informado del juicio de Luxemburgo. Solo el pequeño diario Junge Welt y un portal de Internet… Si lo que Kramer ha dicho es verdad, es un verdadero escándalo político y militar en Alemania…
-Pero para saber si es verdad, la prensa debe informar y los jueces llamar a declarar, hacer preguntas, ¿no?
-…pero no se hace. En Alemania se está tapando el asunto, lo quieren mantener como en una olla a presión y no hablar de ello. Me recuerda a 1990 cuando salieron a la luz muchas cosas en Italia. La prensa italiana y la de otros países estaba muy agitada, pero en Alemania no se quería hablar del tema.
En Alemania hay mucha fidelidad a Estados Unidos. Se
sabe que si se relaciona a los ejércitos secretos con el terrorismo y se
aportan pruebas sería un escándalo internacional, porque es el
Pentágono quien maneja el “stay behind”.
-¿Cree que Luxemburgo podría llevar a una revisión, en Alemania,
del proceso sobre el atentado de la Fiesta de la Cerveza de Munich?
- Por lo menos se debería crear una comisión de investigación en el Bundestag para verificar la declaración de Kramer, pero no veo voluntad. Ha habido una pregunta parlamentaria y el diputado verde Ströbele se ha interesado por el juicio de Luxemburgo, pero no creo que se vuelva a abrir el caso de Munich.
-¿Qué se sabe sobre el financiamiento de “stay behind”?
-Sabemos que en Italia Gladio recibía dinero de la CIA y era entrenado por el MI-6. Tenemos pruebas de que, por ejemplo en Suiza, el ejército secreto P26 recibió dinero de los presupuestos de defensa que se declaraba ante el parlamento como destinado a inversiones en infraestructura.
En Suiza todo los gastos del Estado deben estar en el
presupuesto y este debe ser aprobado por el parlamento, así que si en el
presupuesto ponían “para el ejército secreto”, habría suscitado debate…
-¿Es legítimo preguntarse si actualmente hay un ejército secreto de la OTAN?
-Es un hecho que siempre hubo guerra encubierta, es decir operaciones de unidades especiales y de los militares con el objetivo de confundir a la ciudadanía y de engañar al adversario. Esa forma de guerra encubierta siempre la hubo y la habrá. Los ejércitos secretos de la OTAN estaban dirigidos contra el comunismo, eran anticomunistas y no parece que eso sea hoy actual.
Pero si consideráramos que los ejércitos
secretos han cometido atentados terroristas para desacreditar a los
comunistas, tenemos que preguntarnos hoy quien pone el escenario de los
atentados islámicos para desacreditarlos y llevar a cabo después guerras
por el petróleo y el gas en países islámicos. Ese trabajo de
investigación se está haciendo, pero todavía no tiene respuestas." (Rafael Poch, La Vanguardia, Rebelión, 11/06/2013)
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