17/6/13

La “obsolescencia programada”

"Pero es realmente en la década de los 50 cuando se aplica mayormente el criterio de la “obsolescencia programada”, vinculado a economías capitalistas de consumo “en masa” en los que la publicidad y el crédito desempeñan un rol decisivo. 

Las economías norteamericana y europea dieron muestras de vigor hasta finales de los 60 y principios de los 70 del siglo XX. Hoy, el modelo ofrece síntomas de palmario agotamiento, según Wim Dierckxsens: “todo está obsoleto apenas lo compramos; la vida útil de las cosas es cada vez más cercana a cero”. 

 El sociólogo holandés asimila la inversión de estas lógicas al ingreso en una nueva racionalidad económica postcapitalista.

La “obsolescencia programada” afecta a todos los elementos del proceso productivo. De hecho, la vida útil de los equipos tecnológicos, máquinas y edificios a los que dan uso las empresas es cada vez más corta. Nada que ver con la producción “a largo plazo” que inspiraba, antes de la segunda guerra mundial o del periodo keynesiano, a los tendidos ferroviarios o la máquina de vapor.

“Se hacían con el objetivo de que tuvieran ”, ironiza el sociólogo. Los procesos de renovación permanente de maquinaria, innovación tecnológica y creciente caducidad tuvieron su exponente máximo en Estados Unidos y Europa. Hasta que en la década de los 70, Japón hizo bandera de estos procedimientos y, según Dierckxsens, “entró en una crisis de la que no ha podido salir”.

El problema, agrega el investigador neerlandés, es que cuando la duración útil de la tecnología punta se acerca a cero, el capitalista no tiene tiempo (y más aún en un contexto de competencia creciente) de amortizar su inversión. Además, le resulta imposible compensar estos costes tecnológicos aumentando el precio de los productos, pues ello implicaría una mengua de su capacidad para competir. 

Una de las salidas recurrentes consiste en abaratar el coste de la mano de obra o “deslocalizarse” hacia países con un abundante “ejército de reserva” laboral. Por ejemplo, China, que a juicio del investigador holandés, “corre el riesgo de vivir un proceso parecido al de Japón en los 70; a China llegan inversiones en tecnología punta de otros países, con una vida útil menor, pero que se compensa por que disponen de mano de obra más barata”. (...)

 “La unión de los países productores de metales y minerales cada vez más escasos, tarde o temprano, permitirá invertir las relaciones de poder de negociación”, añade.

Por esta razón, según el sociólogo holandés, nos hallamos en una etapa de transición hacia una nueva racionalidad económica, que se puede romper por el eslabón aparentemente más débil, América Latina.

 “La escasez de recursos naturales estratégicos en Occidente obligará a reciclar los recursos escasos y a la prolongación de la vida media de los productos finales, además de un uso creciente de bienes de consumo comunales”, afirma. Esta demanda colectiva de bienes camina en dirección antagónica tanto de las lógicas keynesianas como del principio de la “obsolescencia programada."           (Conferencia del director del Observatorio Internacional de la Crisis, Wim Dierckxsens, Rebelión, 27/05/2013)

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