18/6/13

España: alumno aventajado del capitalismo latino

"El capitalismo latino, una letal combinación entre una profusa regulación de la actividad económica y un escaso requerimiento de su cumplimiento, vendría a estar situado en una posición intermedia y pantanosa entre el capitalismo regulado renano y el capitalismo desregulado anglosajón.

En modelo de crecimiento español experimentado desde los años noventa hasta el estallido de la crisis entronca plenamente con los dos rasgos definitorios de este capitalismo latino: 

1) una parte sustancial de la generación de riqueza de un país depende de decisiones administrativas discrecionales, es decir, las reglas del juego no son iguales para todos y, particularizando en el ámbito fiscal, 

2) se usa la política tributaria como elemento de competitividad. Como destaca el economista Manuel Lago[1] la principal causa de caída de la recaudación del Impuesto de Sociedades en España tras el estallido de la crisis, incluso por encima de la reducción de beneficios, ha sido la exuberante ingeniería fiscal desarrollada por las grandes empresas. 

Hay que recordar que la perdida de recaudación de esta figura tributaria es la principal causa de la disminución de los ingresos fiscales entre 2007 y 2011. En 2011 el tipo efectivo del Impuesto de Sociedades sobre el resultado contable de los grupos empresariales, el porcentaje de beneficios que realmente pagaban las grandes empresas, fue tan solo del 5%, mientras que su tipo nominal está en un quimérico 30%. 

Gran parte de las contrarreformas fiscales realizadas por el gobierno de Aznar estuvieron inspiradas por un secretario de Estado de Hacienda, que previamente parece que había participado en la redacción de un manual sobre evasión fiscal, así como en el asesoramiento tributario a importantes grupos empresariales y financieros de nuestro país para pagar lo menos posible, y que ahora está imputado en relación con el caso Bankia, de cuyo Consejo de Administración formó parte tras dejar las responsabilidades públicas.

Es evidente que ambos elementos, evasión fiscal y la discrecionalidad de la administración a favor de determinados grupos económicos, son comunes en gran cantidad de países capitalistas desarrollados, pero lo que hace que adquieran la condición de calificativo de los países del sur de Europa es la magnitud que han adquirido en ellos. 

La facilidad de lograr un enriquecimiento rápido para una casta con conexiones privilegiadas con un poder político no sujeto plenamente al imperio de la ley, el “capitalismo de amiguetes”, está en el núcleo de la elevada corrupción que atraviesa la política española, el segundo problema nacional tras el paro, según una reciente encuesta del CIS.

En las últimas dos décadas la constatación de que la política podía ser una “profesión” de alta rentabilidad a corto plazo fue un claro incentivo para que muchos individuos con escasa ética optaran por entrar en ella. Estos individuos eran plenamente conscientes de que los beneficios de muchas empresas privadas dependían de sus decisiones, insuficientemente sujetas al control interno de la propia administración, tanto en el ámbito local, como en el autonómico e incluso en la Administración Central. 

Tal vez el ejemplo que mejor ilustra esta versión castiza del “capitalismo latino” sea el hecho de que quien llegó a representar al conjunto de los empresarios de este país, a ser presidente de la CEOE, fue un individuo que forjó su fortuna a partir de las concesiones administrativas y de su cercanía con importantes dirigentes del PP, y que ahora está incurso en varias causas penales por presuntos delitos de alzamiento de bienes, evasión fiscal, estafa y apropiación indebida."        (Bruno Estrada, Economistas frente a la crisis, 06/06/2013)

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