Los desastres de la tercera revolución industrial
Como
  en el caso de las otras revoluciones precedentes, la brillante ilusión
  posmoderna que despertó la Tercera Revolución Industrial respecto a 
unas  nuevas formas de "trabajo inmaterial" en una nueva “sociedad de la
  información” basada en unas nuevas relaciones entre el capital y el  
trabajo, con una mayor "autodeterminación" de los trabajadores,..., se  
acabó traduciendo, como era de esperar en capitalismo, en una oscura  
realidad de desempleo masivo, subempleo, auto-explotación y precaridad  
generalizada. 
La Tercera Revolución Industrial, por la naturaleza de su alta mecanización y robotización, significa que una proporción cada vez mayor de la población va resultando excluida del proceso de producción, mientras que los que se quedan trabajando, aceptan una remuneración cada vez menor ante el temor de resultar también ellos excluidos.
La Tercera Revolución Industrial, por la naturaleza de su alta mecanización y robotización, significa que una proporción cada vez mayor de la población va resultando excluida del proceso de producción, mientras que los que se quedan trabajando, aceptan una remuneración cada vez menor ante el temor de resultar también ellos excluidos.
 La  Tercera Revolución Industrial ha generado 
 una progresiva irrelevancia del costo de mano de obra en los costos  
finales de producción (un iPad de primera generación de 500 $  incluye  
solamente cerca de  33 $ de mano de obra de fabricación, de los cuales 
el  ensamblaje final en China representó sólo  8 $). 
Al igual que las fábricas de algodón aplastaron a los telares manuales y el Modelo Ford T dejó sin trabajo a todo el sector de transporte de tiro animal, las tecnologías digitales han sacudido el sector de medios de comunicación, han liquidado los negocios de intermediación y de venta al por menor, han vaciado de administrativos las oficinas y diezmado las fábricas, generando desempleo y exclusión por doquier. (...)
Al igual que las fábricas de algodón aplastaron a los telares manuales y el Modelo Ford T dejó sin trabajo a todo el sector de transporte de tiro animal, las tecnologías digitales han sacudido el sector de medios de comunicación, han liquidado los negocios de intermediación y de venta al por menor, han vaciado de administrativos las oficinas y diezmado las fábricas, generando desempleo y exclusión por doquier. (...)
Sin embargo, las tecno-utopías y el ilusionismo posmoderno de la 3r Revolución Industrial no parece que pierdan fuelle: “Las
  fábricas del futuro ya no van a estar llenas de máquinas y 
trabajadores  con mono azul. Muchas serán absolutamente limpias y 
permanecerán casi  desiertas. Como ocurre ya en muchos casos (plantas 
hidroeléctricas, ...)  la mayoría de los puestos de trabajo ya no 
estarán en la planta de la  fábrica, sino en las oficinas cercanas, que 
estará llenas de  diseñadores, ingenieros, informáticos, expertos en 
logística, personal  de marketing y otros profesionales. Los trabajos de
 fabricación del  futuro requerirán más habilidades. Muchas de las 
tareas repetitivas  aburridas quedarán obsoletas.”
Estos brillantes análisis huyen de una contradicción interna cada vez más evidente para todos. Si la entrada de mano de obra humana es cada vez menos significativa en la producción de mercancías, y los salarios representan cantidades cada vez más pequeñas de capitales destinados a la producción (la amenaza de exclusión fuerza los salarios a la baja, incluidos los de los famosos “diseñadores, ingenieros, informáticos, expertos en logística, personal de marketing,...”), ¿quién exactamente va a comprar estos productos y con qué salario? ¿Cómo va la gente a subsistir en un capitalismo sin trabajo?
Los tecno-utópicos también tienen la respuesta para esto. La situación del capitalismo actual es susceptible de reconducirse:
Internet ha propiciado la desintermediación comercial y la aparición de redes sociales de distribución. Ello, combinado con el perfeccionamiento de la impresión 3D y la posibilidad de la libre fabricación modular, ¿podría representar una oportunidad para los excluidos a partir de un retorno a las formas de la pequeña producción mercantil y el trabajo artesanal, donde los trabajadores volverían a poseer los medios de producción?
Estos brillantes análisis huyen de una contradicción interna cada vez más evidente para todos. Si la entrada de mano de obra humana es cada vez menos significativa en la producción de mercancías, y los salarios representan cantidades cada vez más pequeñas de capitales destinados a la producción (la amenaza de exclusión fuerza los salarios a la baja, incluidos los de los famosos “diseñadores, ingenieros, informáticos, expertos en logística, personal de marketing,...”), ¿quién exactamente va a comprar estos productos y con qué salario? ¿Cómo va la gente a subsistir en un capitalismo sin trabajo?
Los tecno-utópicos también tienen la respuesta para esto. La situación del capitalismo actual es susceptible de reconducirse:
Internet ha propiciado la desintermediación comercial y la aparición de redes sociales de distribución. Ello, combinado con el perfeccionamiento de la impresión 3D y la posibilidad de la libre fabricación modular, ¿podría representar una oportunidad para los excluidos a partir de un retorno a las formas de la pequeña producción mercantil y el trabajo artesanal, donde los trabajadores volverían a poseer los medios de producción?
 ¿Una manufacturación modular, peer-to-peer, de  
código abierto y fácilmente replicable, de sólidos, que se producirían  
en base local y en respuesta a las necesidades de una comunidad  
específica, y que podría extenderse a otras muchas otras áreas como la fabricación de automóviles, de muebles o de ropa? Con la propagación de estas nuevas tecnologías modulares los empleos deslocalizados volverían al suelo patrio.
 Pero  en estas disertaciones hay un factor clave y determinante que 
nunca  aparece: los monopolios,  criaturas que ganan peso con las 
revoluciones  industriales y sobre todo con las crisis de 
sobreproducción que aquellas  generan. 
La Tercera Revolución Industrial y
 sus crisis asociadas, han  propiciado la transnacionalización y la  
hipertrofia monopolista, de  forma que apenas queda ningún resquicio que
 pueda escapar a su  penetración y control. A diferencia de las 
computadoras, el "reinicio" no funciona para el capitalismo.
Como ha ocurrido con la producción y comercialización de alimentos orgánico-ecológicos alternativos (las grandes superficies monopolistas ya tienen operativas sus respectivas secciones para capturar este particular segmento del mercado global), en capitalismo, lo más probable es que estas tecno-utopías, acaben conformando un nuevo sistema de subcontratación y auto-explotación, tipo “putting out system” (como en el caso del género de punto en el área de Módena), bajo el control de alguna corporación monopolista multinacional. (...)
Como ha ocurrido con la producción y comercialización de alimentos orgánico-ecológicos alternativos (las grandes superficies monopolistas ya tienen operativas sus respectivas secciones para capturar este particular segmento del mercado global), en capitalismo, lo más probable es que estas tecno-utopías, acaben conformando un nuevo sistema de subcontratación y auto-explotación, tipo “putting out system” (como en el caso del género de punto en el área de Módena), bajo el control de alguna corporación monopolista multinacional. (...)
La  hiper-concentración monopolista global significa que el capitalismo 
ha  alcanzado una barrera sistémica interna que ya no puede traspasar. 
Sin  crecimiento, los excluidos por la 3ª revolución industrial ya no 
van a  ser reabsorbidos. La mayoría de la población quedará 
progresivamente  excluida y definitivamente marginada, sin acceso a los 
revolucionarios  logros de la técnica y la productividad.
La misma "destrucción creativa" ha dejado de funcionar. En las otras revoluciones industriales, las crisis de sobrecapacidad forzaban la desaparición de los menos competitivos, dejando el campo libre para las iniciativas más productivas, modernas y agresivas. Una especie de rejuvenecimiento que favorecía una ulterior expansión del sistema.
En la actualidad, la "destrucción" necesaria para el rejuvenecimiento del sistema ya no tiene lugar. Cuando en un determinado sector está repartido entre dos corporaciones (duopolio), no existen firmas marginales susceptibles de destrucción. Cuando ruge la recesión, el duopolio sencillamente deja de invertir, despide obreros y mantiene la sobrecapacidad esperando tiempos mejores.
Además, la sobrecapacidad constituye la mejor barrera de entrada para mantener sus cuotas de mercado. WalMart mantiene abiertas y operativas, en ciertas zonas estratégicas, grandes superficies comerciales deficitarias, para disuadir posibles contrincantes.
Los monopolios son criaturas que sobreviven, e incluso prosperan, durante las primeras fases de la depresión. Son capaces de mantener, e incluso subir, los precios en plena recesión. Aunque pierden clientes (excluidos), compensan su cifra de negocio con la subida de precio para los que aún siguen conectados. Los capitales que no invierten los utilizan para especular o concentrar aún más el negocio.
En estas condiciones, cualquier atisbo de recuperación choca con una infranqueable barrera interna puesto que "todo" está ya globalizado. La globalización significa que la expansión ulterior del sistema ya no es posible. (...)
La misma "destrucción creativa" ha dejado de funcionar. En las otras revoluciones industriales, las crisis de sobrecapacidad forzaban la desaparición de los menos competitivos, dejando el campo libre para las iniciativas más productivas, modernas y agresivas. Una especie de rejuvenecimiento que favorecía una ulterior expansión del sistema.
En la actualidad, la "destrucción" necesaria para el rejuvenecimiento del sistema ya no tiene lugar. Cuando en un determinado sector está repartido entre dos corporaciones (duopolio), no existen firmas marginales susceptibles de destrucción. Cuando ruge la recesión, el duopolio sencillamente deja de invertir, despide obreros y mantiene la sobrecapacidad esperando tiempos mejores.
Además, la sobrecapacidad constituye la mejor barrera de entrada para mantener sus cuotas de mercado. WalMart mantiene abiertas y operativas, en ciertas zonas estratégicas, grandes superficies comerciales deficitarias, para disuadir posibles contrincantes.
Los monopolios son criaturas que sobreviven, e incluso prosperan, durante las primeras fases de la depresión. Son capaces de mantener, e incluso subir, los precios en plena recesión. Aunque pierden clientes (excluidos), compensan su cifra de negocio con la subida de precio para los que aún siguen conectados. Los capitales que no invierten los utilizan para especular o concentrar aún más el negocio.
En estas condiciones, cualquier atisbo de recuperación choca con una infranqueable barrera interna puesto que "todo" está ya globalizado. La globalización significa que la expansión ulterior del sistema ya no es posible. (...)
Los carteles  “se vende” o “se alquila” se eternizarán, para siempre, en
  la mayoría  de los espacios urbanos y polígonos industriales del 
planeta. Todo aumento de la productividad, todo invento o avance para 
reducir el trabajo necesario, se convierte en un peligro para la 
humanidad. La  “destrucción creativa” se ha convertido de hecho en 
“creación  destructiva”. (...)
En  realidad, la “era de la información”  conlleva el desempleo en masa,
 el  subempleo y a la precariedad de las relaciones laborales. La 
supuesta  “autodeterminación” ha conducido a una compulsiva 
“autoexplotación” en  la más pura tradición del “putting out system”
 (Bimbo convirtiendo a sus  transportistas en “empresarios” autónomos). 
 Los supuestos “nuevos  emprendedores”,  “empresarios autónomos de su 
fuerza de trabajo”, o  “gestores de su propio capital humano”, son en 
realidad agresivas formas  de flexi-explotación que dejan a los 
trabajadores completamente a  merced de las condiciones del capitalismo 
en crisis.
La esperanza ludópata de la mayoría de los “nuevos emprendedores” es la de descubrir o desarrollar algún recóndito nuevo "nicho de valor”, para venderlo cuanto antes, por una buena tajada, al monopolista de turno y retirarse de por vida. (...)
La esperanza ludópata de la mayoría de los “nuevos emprendedores” es la de descubrir o desarrollar algún recóndito nuevo "nicho de valor”, para venderlo cuanto antes, por una buena tajada, al monopolista de turno y retirarse de por vida. (...)
En realidad lo que  se está imponiendo en el primer mundo es la conocida
 terciarización de  la miseria, habitual en el Tercer Mundo. Un puñado 
de ejecutivos  high-tech, viviendo en barriadas exclusivas, montando en 
autos y yates  de última generación,  rodeados de multitudes de 
sirvientes,  guardaespaldas, abogados, cocineros, sastres y criados 
aduladores.
 Los  trabajadores expulsados del sector industrial y 
agrícola, han de buscarse la vida en  otros sectores cada vez más 
precarizados o renunciar, sucumbiendo en la  exclusión. La polarización 
social genera una extensa gama de  sub-empleos precarios en los que los 
expulsados pasan a “servir” a los  ricos o a los que aún mantienen sus 
precarios puestos de trabajo; precarios sirviendo a precarios  (criados,
 chicas de servicio, chóferes, camareros/as, damas de compañía,  
prostitutos/as, camellos, siervos domésticos, …), según el modelo de la 
 terciarización tercermundista.  
Los apóstoles de la  terciarización plantean que estos servicios 
terciarios son portadores  del futuro crecimiento del sistema. Pero, en 
la práctica,  la demanda de  consumo que puedan pagar estos servicios es
 cada vez más pequeña, ya  que en la 3ª revolución industrial está 
acabando con la clase media. 
Las  multitudes que fracasan, son excluidas
 del sistema por los apropiadores  cada vez más exclusivos de las 
ganancias de la productividad. Para  miles de millones de seres humanos 
ya no existe ningún futuro  capitalista.  (...)
Sin embargo, en la actualidad, con el  extraordinario nivel alcanzado 
por la productividad,  la terciarización  constituye la única 
estructuración socioeconómica factible para la  mayoría de la 
población,.
La posibilidad de una futura sociedad terciaria, necesita de una nueva visión del mundo social, frente a un sistema irracional, cuyo absurdo reduccionismo orgánico y mecánico conducen inexorablemente a la catástrofe social y ecológica." (Cáncer capitalista, 08/06/2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario