"Es el resultado de un nuevo y ambicioso estudio comparativo, para
determinar el grado de cohesión de 34 países industrializados. Para
establecer este "barómetro de la cohesión social", presentado por la Fundación Bertelsmann el 16 de julio,
un grupo de sociólogos de la universidad Jacobs de Bremen han
desarrollado su propio índice para ilustrar y comparar el nivel de
cohesión entre unas sociedades y otras.
El resultado es que, en materia
de cohesión, los países escandinavos se encuentran en las primeras
posiciones del estudio comparativo, mientras que los países del sudeste
de Europa ocupan los últimos puestos.
En Dinamarca es donde la cohesión social es más sólida, seguida de
cerca por Noruega, Finlandia y Suecia. Las siguientes posiciones las
ocupan países tradicionalmente de acogida y de obediencia anglosajona,
como Nueva Zelanda, Australia y Estados Unidos. En cambio, en Rumanía,
Grecia y Bulgaria es donde la cohesión entre los grupos sociales deja
más que desear.
Amistad, confianza, aceptación
La clasificación es secundaria para los investigadores reunidos en
torno a los sociólogos Klaus Boehnke y Jan Delhey. Su principal objetivo
es medir lo que a primera vista no se puede medir: el grado de cohesión
de una sociedad.
Para ello, han adoptado como modelo una serie de
indicadores de referencia, como el índice de desarrollo humano, en el
que se basa Naciones Unidas para evaluar el bienestar de una población.
Entonces, ¿en qué consiste la "calidad de la vida en común dentro de una
población que reside en un espacio geográfico delimitado"?
Según los investigadores, se compone de tres niveles: las relaciones
sociales entre los individuos, los vínculos emocionales que mantienen
con la colectividad y por último, su sentimiento de responsabilidad con
respecto al interés general.
Por lo tanto, los investigadores han
querido determinar en primer lugar cuáles eran las interconexiones entre
las personas, en qué medida confiaban en sus semejantes y cuál era su
grado de tolerancia ante personas y modos de vida distintos, por
ejemplo, ante los inmigrantes. Según los investigadores, esta tolerancia
es uno de los principales vectores de cohesión en las sociedades
modernas, caracterizadas por la diversidad.
A continuación, se interesaron por la forma en la que la gente se
identificaba con la sociedad, la confianza que tenían en el Estado, en
los responsables políticos, en los jueces, en los policías, en los
médicos y luego en el nivel de equidad que asociaban a su sociedad. En
tercer lugar, querían saber en qué medida la gente ayudaba a sus
semejantes, respetaban las leyes y las normativas y se implicaban en la
vida de la colectividad.
Los científicos aislaron 58 factores, desde determinar si a los
ciudadanos les molestaría tener como vecino a una persona de otro color,
hasta saber en qué medida las personas respetaban el código de
circulación. También recopilaron los resultados de una docena de
sondeos, encuestas y bases de datos realizados en todo el mundo desde
1989, antes de sintetizarlos progresivamente para elaborar su índice.
La prosperidad, vector de la cohesión
Las cifras publicadas hoy ofrecen algunos resultados que a primera
vista apenas sorprenden y otros que, comparativamente, sí llaman la
atención. De esta investigación se desprende claramente que la
prosperidad y una redistribución equitativa de los ingresos son vectores
de cohesión.
Los países más ricos por lo general ocupan las primeras
posiciones de la clasificación y los más pobres, las últimas. Los países
caracterizados por grandes diferencias salariales, como Grecia o
Polonia, no destacan por su grado de cohesión.
El estudio invalida de una forma sorprendentemente clara el temor de
que un alto nivel de inmigración pondría en peligro la estructura
interna de la sociedad. Así, países que acogen a muchos inmigrantes,
como Canadá, Australia o Suiza, presentan una sólida cohesión social, al
contrario que Rumanía o Bulgaria, en los que sin embargo la inmigración
es escasa.
En definitiva, el estudio llega a la conclusión de que la
proporción de inmigrantes no influye de un modo notable en el grado de
cohesión de un país. La disposición de una sociedad a aceptar la
diversidad de sus miembros y sus culturas resulta un criterio mucho más
determinante.
Las conclusiones de la investigación no confirman el supuesto de que
la cohesión social se apoyaría fundamentalmente en la existencia de una
base intacta de valores culturales y morales. Más bien apuntarían en la
dirección contraria: en la mayoría de los países en los que la religión
desempeña a diario una función importante, por ejemplo, Rumanía, Grecia,
Portugal o Italia, la cohesión social es más bien débil. En cambio, en
los países de los seis primeros puestos de la clasificación, la religión
ocupa un lugar relativamente restringido en la vida diaria de los
habitantes.
Las cifras del barómetro tampoco dejan lugar a dudas en un aspecto:
en los países en los que la cohesión es fuerte, los habitantes tienen
una imagen mucho más positiva de su vida que los demás, de ahí la
conclusión poco científica de los autores del estudio: "La cohesión crea
felicidad". (Presseurop, 17 julio 2013, Süddeutsche Zeitung
Munich)
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