"El economista polaco Michal Kalecki publicó Aspectos políticos del pleno empleo
hace 70 años. Las ideas keynesianas estaban en boga; una “mayoría
sólida” de economistas creía que el pleno empleo podía garantizarse
mediante el gasto público. Pero Kalecki predijo que, aun así, ese gasto
se enfrentaría a una feroz oposición por parte de las empresas y los
ricos, incluso en épocas de depresión. ¿Por qué?
La respuesta, sugería, era el papel de la “confianza” como herramienta
de intimidación. Si el Gobierno no es capaz de impulsar el empleo
directamente, tiene que fomentar el gasto privado en su lugar, y puede
decirse que cualquier cosa que perjudique a los privilegiados, como unos
tipos impositivos más altos o la regulación financiera, destruye empleo
porque socava la confianza y, por consiguiente, la inversión.
Pero si
el Gobierno es capaz de crear empleo, la confianza se vuelve menos
importante, y los intereses creados pierden su poder de veto.
Kalecki sostenía que los “capitanes de la industria” entienden este
punto, y que se oponen a las políticas de creación de empleo
precisamente porque estas políticas debilitarían su influencia política.
“Por tanto, los déficits públicos necesarios para llevar a cabo la
intervención gubernamental deben considerarse peligrosos”.
Cuando leí por primera vez este ensayo, pensé que era exagerado. Kalecki
era, al fin y al cabo, un marxista declarado (aunque no veo mucho de
Marx en sus escritos). Pero si los últimos acontecimientos no les han
hecho adoptar una postura radical es que no han estado prestando
atención; y el discurso político desde 2008 ha seguido exactamente la
misma tónica que Kalecki predijo.
Primero vino el “giro”, el repentino cambio al punto de vista de que los
déficits públicos, no el desempleo de masas, eran el problema político
crucial. Luego vino el gran gimoteo, la afirmación por parte de una gran
figura del mundo empresarial detrás de otra de que el presidente Obama
estaba minando la confianza al decir cosas malas sobre los empresarios y
hacer cosas indignantes como ayudar a los que no están asegurados.
Por
último, al igual que sucedió con las declaraciones de que la reducción
del gasto es de hecho una política expansionista y de que si la deuda
pública aumenta suceden cosas terribles, los sospechosos de rigor
encontraron un trabajo de investigación académica que adoptaron como
mascota: en este caso, un informe de unos economistas de Stanford y
Chicago en el que supuestamente demostraban que el aumento de los
niveles de “incertidumbre acerca de la política económica” estaba
frenando la economía.
Pero, como he dicho, vivimos una edad dorada de la desacreditación
económica. La doctrina de la austeridad expansionista se vino abajo a
medida que fueron llegando pruebas de los efectos reales de la
austeridad, y hasta los funcionarios del Fondo Monetario Internacional
admiten que subestimaron gravemente el daño que hace la austeridad.
La
doctrina del miedo a la deuda se desmoronó en cuanto los economistas
independientes analizaron los datos. Y ahora la tesis de la
incertidumbre política está siguiendo el mismo camino. (...)
Y
la moraleja política está clara: tenemos que dejar de hablar de
reducción del gasto y empezar a hablar de aumentos del gasto que creen
empleo. Sí, sé que la política de hacer lo correcto será muy difícil.
Pero, en lo que respecta a la economía, de lo único que tenemos que
tener miedo es de los que infunden el miedo." (Paul Krugman, El País, 11 AGO 2013 )
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