"P. ¿Y cómo explica usted la crisis en la que nos hallamos inmersos?
R. Tenemos una crisis generalizada, una convergencia
de varias crisis: la financiera, la de la creciente desigualdad
engendrada por el capitalismo y la ecológica. Hay una crisis alimentaria
y de agua que afecta cada vez a más gente, no solo a aquello que
llamábamos el Tercer Mundo, también a los países ricos.
Y por encima de
todo ello está la crisis de la democracia: autoridades ilegítimas que no
han sido elegidas por los ciudadanos son las que crean las reglas del
juego. Hacia eso camina el mundo, y no es una dirección demasiado bella…
P. En su libro Sus crisis, nuestras soluciones,
escribe usted: “La mayoría de las personas no necesitan más pruebas,
ven perfectamente que el sistema no funciona ni para ellos, ni para sus
familias, amigos o país”.
R. Bueno, depende de para quién. Para el 1% del 1%
funciona. Y ese 1% del 1% ha decidido, desgraciadamente, que debemos
tener desempleo, austeridad, sufrimiento de la población y pérdida de
aquello que la clase trabajadora conquistó a lo largo de los últimos 50
años.
P. ¿El 1% del 1% es lo que usted denomina como “el
grupo de Davos”, los poderosos del mundo que se reúnen cada año en la
localidad suiza? ¿Son ellos los que deciden realmente, o eso es una
teoría conspirativa?
R. No, yo no creo en conspiraciones, yo creo en el
manejo de las situaciones en favor de determinados intereses. No es que
ellos se reúnan y digan: “Bueno, vamos a derribar los derechos que la
gente ha conquistado en los últimos 50 años”. No, ellos se reúnen y
dicen:
“Tenemos demasiadas cargas sociales; hemos ganado 10 puntos del
PIB en los últimos años y ahora queremos otros 10”. Se trata de una
convergencia de intereses. Luego la ideología neoliberal genera ideas
que la gente se acaba creyendo, como esa que tanto se ha escuchado en
España de “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. ¡Eso es
una tontería!
P. ¿Podría explicar por qué es una tontería?
R. El Estado español no pidió prestado para mejorar
la educación, la sanidad, la cultura o cosas que beneficiaran a la
población en general; pidió para salvar al sistema bancario tras la
crisis inmobiliaria.
España no estaba tan endeudada antes de la crisis.
Proporcionalmente, estaba menos endeudada que los virtuosos alemanes,
que son los que han sacado uno de esos números mágicos que
aparecen en el Tratado de Maastricht: hay una cifra, el 3%, que marca el
límite de déficit que los países no deben superar; la otra indica que
no hay que endeudarse en más de un 60% del PIB.
Nadie sabe de dónde
vienen esas cifras; del Bundesbank, probablemente; pero ¿por qué es un
3% en vez de un 4%, o un 60% en vez de un 65%? Son cifras arbitrarias
que además han sido rebatidas. Hace poco el FMI dijo que nos equivocamos
con el rescate griego.
La ATTAC ha publicado un estudio que muestra que
de los 200.000 millones de dólares (153.000 millones de euros) que se
entregaron a Grecia, el 77%, al menos, fue a parar a los bancos. Todo
eso está basado en ideología. El sustento de la austeridad es una
patraña. Sí, una patraña matemática y económica.
P. ¿Y qué habría que hacer para reinventarse el mundo?
R. Lo primero es poner el sistema financiero bajo
control. Está operando conforme a sus propias reglas y nos va a llevar
más allá del borde del precipicio. Los banqueros usan un lenguaje que
los líderes políticos quieren creer, o no comprenden, no sé. Pero el
caso es que acaban haciendo lo que les viene en gana. Y no serán
penalizados, ni irán a la cárcel, ni serán multados; seguirán haciendo
locuras.
P. ¿Son ellos los que detentan el poder real?
R. Sí, claro. Podríamos tener carteles electorales
en las calles que digan: “Vote a Goldman Sachs, ¡elimine al
intermediario!”. La banca es demasiado grande para quebrar, demasiado
grande para que encarcelen a sus responsables; si es así, ¡es demasiado
grande para existir!
Mejor sería que por un lado estuviera la banca
minorista, y por otro, la banca de inversiones, no las dos bajo un mismo
techo. Y si la banca de inversión quiebra, que quiebre, ¡pero que no
jueguen con nuestro dinero!
P. ¿Y qué más habría que hacer?
R. Una vez controladas las entidades financieras,
obligar a los bancos a contribuir a la transición verde. Esta es la idea
central. Eso, además, permitiría crear empleo. Hay que controlar a la
banca para que la gente no pierda sus ahorros, sus seguros, su salario…
[RISAS]Probablemente[/RISAS] la gente esté más interesada en que se
controle a estos bastardos por estos motivos.
La otra razón es que hay
que construir una sociedad sostenible, hacer la transición verde en
transporte, hogares, agricultura. La humanidad se está yendo a tomar
viento por las demandas de capital de un sistema productivo estúpido,
mal organizado, que permite tremendas desigualdades.
Tenemos que parar
el calentamiento tan rápidamente como podamos; salvar las pequeñas
granjas, dar la producción de alimentos a pequeños agricultores
ecológicos… Hay que buscar la manera de sobrevivir. Estamos hablando del
futuro de la humanidad. (...)
También le preocupa el ocaso del Estado de bienestar. “El año que
viene cumpliré 80 años y no quiero morir en una Francia gobernada por el
Frente Nacional”, espeta.
P. ¿Y cree que eso puede suceder?
R. Creo que están preparando la cama para los
fascistas, les están preparando el bulevar. Mire Aurora Dorada en
Grecia. ¡Eche la vista atrás, a los años treinta! Hitler fue elegido, no
lo olvidemos.
En el caso italiano, hubo un golpe, pero Mussolini gozaba
del apoyo de buena parte de la población; y Berlusconi no está muy
lejos de Mussolini." (Entrevista a Susan George, El País, 04/08/2013)
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