"(...) Una de las contribuciones más conocidas
nacional e internacionalmente del profesor Juan Linz (a partir de ahora
JL) fue su distinción entre regímenes políticos totalitarios, tales como
los regímenes comunistas, que intentaban cambiar todas las dimensiones
de la sociedad y del ser humano que la habita, invadiendo incluso sus
componentes más íntimos, y regímenes políticos autoritarios, que no lo
intentaban.
Estos últimos se limitaban a mantener, por medios
autoritarios, un orden establecido, que JL consideraba eran cambiables
para convertirse en sistemas democráticos en periodos posteriores.
Y
entre ellos incluía el régimen dictatorial que existió en España desde
1936 hasta 1978. Los regímenes totalitarios, al contrario de los
regímenes autoritarios, eran incapaces de cambiarse y transformarse en
sistemas democráticos.
Esta teoría de JL fue la que,
explícitamente, se utilizó desde el Departamento de Estado de EEUU para
apoyar a algunos de los regímenes dictatoriales más sangrientos y
represivos que hayan existido en América Latina y en el sur de Europa. (...)
Creo que la propia realidad ha mostrado
el error de las teorías de JL. Varios regímenes comunistas se han
transformado en regímenes democráticos en contra de lo que JL indicaba,
alcanzando en muchos de ellos niveles de democracia más avanzados que
los que existen en España, cuya democracia es conocida
internacionalmente por su baja calidad (un indicador, por cierto, de
ello, es que este artículo que cuestiona las teorías dominantes en el
establishment político-mediático de España no podrá publicarse en
ninguno de los cinco periódicos más importantes del país. Y tengo
pruebas de ello. La libertad de prensa en España está
extraordinariamente limitada).
Otra realidad que cuestiona la
definición del régimen dictatorial español como autoritario pero no
totalitario, es la propia experiencia de aquellos que sufrimos aquel
régimen. JL procedía de una familia falangista (su madre fue dirigente
de la Falange) y sus raíces están basadas en aquel régimen.
Y no sufrió,
por lo tanto, la enorme opresión de aquella dictadura, que era
agresivamente intervencionista en las esferas más privadas del ser
humano, desde el idioma y la lengua hasta el sexo.
Era obvio que aquella
dictadura, basada en el nacional-catolicismo (suma de un nacionalismo
extremo, oprimente de todos aquellos que no compartían ese nacionalismo
imperialista, y de una religión sumamente reaccionaria), intentaba crear
una nueva sociedad y un “nuevo hombre”, tal como así indicaba su
narrativa.
Es sorprendente que un régimen basado en dos ideologías tan
profundamente totalizantes, como el nacionalismo y el catolicismo, se
presente como un régimen que era meramente autoritario.
Es obvio que su
descripción de España y su descripción de los nacionalismos en España es
profundamente errónea, y la gran visibilidad de estas teorías se debe,
no a su potencia intelectual, sino principalmente a las cajas de
resonancia proveídas por los establishments españoles y estadounidenses a
los que dichas teorías benefician.
La España que yo y millones de españoles vivimos era muy distinta a la España que narró JL (...)" (Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 14 de octubre de 2013, en vnavarro.org, 15/10/2013)
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