"(...)En él, Rifkin señala que ha aparecido un nuevo paradigma económico nuevo, el procomún colaborativo,
“que es el primer sistema que ha arraigado desde la llegada del
capitalismo y del comunismo”.
Este nuevo modelo y el capitalismo
tradicional pueden coexistir y actuar conjuntamente, pero terminarán
compitiendo entre sí en una lucha que “será prolongada y muy reñida, y
que definirá el siglo XXI. Esta economía del compartir está creciendo al
lado del capitalismo, que seguirá existiendo de aquí a 35 años, pero
que ya no será el único árbitro de la economía”.
Hasta ahora sólo
hemos visto una parte del procomún colaborativo, la que visualizamos a
través de Google, Facebook o Twitter, pero eso es sólo el principio.
“Ahora compartimos música, ya estamos comenzando a hacerlo con el coche y
la vivienda a través de páginas como Airbnb; dentro de poco el
conocimiento mismo podrá concretarse fácilmente a través de las
impresoras 3D.
“Hoy vemos cómo muchos jóvenes comparten canciones,
vídeos o informaciones a través de páginas especializadas, blogs y redes sociales, y esa tendencia irá a más, porque estamos dejando de ser productores o consumidores para convertirnos en prosumidores, personas que producen y consumen al mismo tiempo, y porque cada vez lo hacemos con menor coste”.
Esa sociedad de coste marginal cero (coste marginal: el incremento del
coste total que supone la producción adicional de una unidad de un
determinado bien) “ha devastado industrias del siglo XX como periódicos,
discográficas o editoriales porque de pronto cientos de millones de personas pueden producir sus conocimientos sin pasar por ellos”.
La industria, afirma Rifkin, pensaba que su carta más poderosa era ese
cortafuegos en qué consistía el paso del mundo virtual al físico, “pero
con la internet de las cosas vamos a ver cómo, en veinte años, cientos
de millones de personas producirán su propia energía a través de las
renovables y cómo con esa energía podrán imprimir sus productos en sus
impresoras 3D”. Ese paso al mundo físico ya se ha dado y es inevitable.
“Está ocurriendo en Alemania, donde millones de particulares con
pequeños negocios, y con cooperativas, que ponen sus recursos en común y
que consiguen préstamos de los bancos con bajos intereses, han comprado
sus paneles solares y sus molinos de viento, y una vez que los hayan
pagado del todo llegas a coste marginal cero, porque ni el sol ni el viento te mandan la factura a final de mes.
Acaba de presentarse en Chicago el primer coche impreso, realizado a
través de 3D, salvo el chasis, y esta será la constante. Las impresoras
3D serán tan baratas que cada niño tendrá una para poderse hacer sus
propios juguetes”.
Este
es el mundo que nos dibuja Rifkin: gente compartiendo sus conocimientos,
que tiene instrumentos a mano para llevar sus ideas a cabo y en la que
pequeños productores cooperarán de continuo. Son “personas que se oponen
a los acotamientos en todas sus formas, y que quieren establecer una
cultura transparente no jerárquica y colaborativa” y Rifkin los llama
“los nuevos comuneros”.
Eso es lo que en teoría nos espera. Es cierto
que, hasta ahora, el procomún colaborativo no es más que un medio para
que los contenidos que producen muchos los aproveche exclusivamente un
monopolio (Google, Facebook, Twitter...) o un oligopolio (los contenidos
culturales gratis han servido para que las operadoras que facilitan el
acceso a la red ganen mucho dinero) y que el nuevo terreno de juego ha supuesto la traslación de los monopolios de un lado a otro
(en la música y en la cultura en general, el problema ya no está en la
producción, que es barata, sino en la producción y en la visibilidad.
Salen muchas cosas pero todas son invisibles), pero eso no desanima a
Rifkin, que cree que este modelo es factible. También para nuestro país,
que le da cierta pena.
“El mayor problema para España es que tenéis una economía que no va a ningún sitio.
Millones de jóvenes están desempleados, y hay gente que vive con sus
padres a los 35 años, pero eso se puede cambiar por la mañana si se
quiere, porque hay dinero. Los cambios de paradigma ocurren cuando hay
nuevas tecnología de la comunicación, nuevas fuentes de energía y nuevas
formas de transporte.
El siglo XX tuvo el teléfono, el petróleo y los
coches. Hoy está internet, la energía renovable y el GPS. La tarea hoy
es construir las infraestructuras para esa nueva economía y, si España
tomase esa tarea como suya, podría crear empleo para veinte años en toda
clase de trabajos, desde los poco formados hasta los muy cualificados.
Para eso tendría que moverse desde la economía fósil del siglo XX a la
energía renovable del XXI”.
El mayor beneficiado de este tipo de cambio no será un país concreto, asegura Rifkin, sino la humanidad misma. “Estamos llegando a la sexta extinción a causa del cambio climático. Vamos
tan rápido que de aquí a final de siglo van a desaparecer el 70% de las
formas de vida de nuestro planeta si seguimos así.
Por eso, la sociedad
de coste marginal cero es lo mejor que nos puede pasar para resolver
los problemas del cambio climático: reduciremos el uso de los naturales,
compartiremos coches y ropa y podríamos eliminar hasta el 80% de los
vehículos de las zonas de mayor densidad de población, porque gracias al
acceso no nos hará falta ser propietarios”.
Por eso le parece muy
triste la situación de España, que habiendo llegado a estar a la par
con Alemania, el modelo por excelencia en la energía renovable, prefirió
pararlos. “Ahora queréis volver al siglo XX. (...)" (Entrevista con Jeremy Rifkin, Esteban Hernández, El Confidencial,. 16/09/2014)
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