"(...) Saulquin
afirma que, en los últimos años, la moda –es decir, las tendencias en
colores, formas y texturas fijadas por pocas casas de diseño– ha perdido
su lugar de privilegio.
“Seguirá teniendo un peso fuerte para aquellos
que quieran seguir las tendencias, pero ha perdido el privilegio de
pautar las apariencias. Como están las cosas ahora, con el fenómeno de
las redes sociales, ¿van a venir de París, como antes, a decir qué es lo
que se usa?”. Si bien su anterior libro se llamaba La muerte de la moda
(Paidós, 2010), la experta matiza semejante afirmación (“El editor se
excedió en la búsqueda de impacto”).
Porque, en rigor, lo que ha muerto
es el autoritarismo, “el mandato que existía antes, de que no podías
vestirte de otra manera”. Junto con la moda, afirma, conviven el diseño
independiente (también llamado “de autor”), donde la creación no sigue
tendencias sino su propia inspiración, sus materiales y sus técnicas.
Son piezas, claro, menos accesibles que la producción seriada.
A esto,
Saulquin agrega otras dos dimensiones: el diseño interactivo, que
integra los cambios tecnológicos y nuevos materiales, con las nuevas
funcionalidades. Y los vestuarios especiales, un campo que la
entusiasma, porque le ve muchas oportunidades: “Ropa para las
necesidades de discapacitados, para uniformes, para danza, para arte,
para cuerpos especiales…
Es una fuente inagotable de riqueza. Si yo
ahora tuviera un negocio, haría vestuarios especiales”, afirma.
¿Usted cree firmemente que vendrá un cambio a favor de lo sustentable en el mundo de la indumentaria?
-Yo sigo
lo que dice el filósofo francés Jean Baudrillard, respecto de que la
sociedad siempre hace lo que necesita para alcanzar su supervivencia. Y,
hoy, sobrevivir, implica poner fin al consumismo disparatado, porque
choca con la sustentabilidad, tanto del medio ambiente como del cuidado
de los recursos humanos.
La tecnología va a venir en ayuda de esto,
porque en el futuro, para poder vender una simple remera, habrá que
mostrar la trazabilidad que explique que la hizo Fulana de Tal en tal
país, con tales condiciones, usando tales materiales…
-¿Quién podría ser el motor de ese cambio?
-Esa
revolución va a venir de los consumidores, nunca de la producción: del
consumidor consciente. A medida que crezcan los chicos y se transformen
en jóvenes y adultos, van a decir “¿Quién hizo esto?, ¿cómo lo hizo?”.
De lo contrario, no van a querer comprarlo. Incluso ahora, hay
movimientos fuertes al respecto.
-Al observar el mundo de la vestimenta, suele pensarse mucho más en lo femenino que en lo masculino…
-Un
psicoanalista inglés, John Flugel, lo definió como “la gran renuncia
masculina”. Porque, hasta el surgimiento de la sociedad industrial hacia
1860, el hombre se ponía capas, terciopelos, plumas.
Pero lo abandona
todo porque el sistema productivo lo necesita, la sociedad lo manda a
trabajar y se pone pantalones, saco y corbata. Pero, yo creo que
volvería encantado a lucir mucho más atractivo, como ocurre con muchos
machos de las especies animales, que deben atraer a las hembras.
-Otra definición es el contraste entre viejo y nuevo lujo.
-El viejo
lujo, dado por las marcas famosas –Louis Vuitton, Prada y otros–, va a
ser reemplazado por el lujo sustentable, desde lo ambiental. En la
Argentina, existe el Instituto de Lujo Sustentable, que dirige Miguel
Gardetti, donde yo fui jurado para diferentes premios.
Por ejemplo, una
“joyería verde” de Colombia, que ofrece materiales con oro que no fue
extraído con mercurio. O la aerolínea de los Emiratos Árabes, que ofrece
a los pasajeros agua de una vertiente de agua purísima de los Andes.
También está el lujo cotidiano, al alcance de todos, como disponer de
tiempo libre, o disfrutar de una puesta de sol, o dejar atrás lo
industrializado para abrazar la naturaleza. Todos estos cambios se ven
reflejados también en las nuevas pautas de los consumidores y, por
consiguiente, sumados al momento de diseñar.
¿Qué nuevas tendencias imagina para el siglo XXI?
-Creo que
la túnica ocupará un lugar importante, como prenda emblemática para
sentirse cómodos. Además, hombres y mujeres se vestirán de modo
semejante, ya no con el cliché de lo femenino o lo masculino. Ha sido
muy fuerte y persistente la idea burguesa de vestimenta para uno y otro,
con diferencias muy fuertes entre ambos.
Además, creo que vamos camino a
lo estable, porque la sustentabilidad va a obligar, no a usar y tirar,
sino a permanecer. Por supuesto que el sistema va a tener que inventar
cosas para hacer pequeñas transformaciones, pero la base va a seguir
siendo la túnica. Y todo lo que sea interactivo deberá, además, afrontar
la sustentabilidad: sus materiales tendrán que evolucionar hacia lo
sustentable." (Entrevista a Susana Saulquin, Ssociólogos, 30/06/2015)
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