"A finales de este año está prevista la publicación de un
estudio realizado por la Universidad de Berlín y el Öko-Institut
relativo a la obsolescencia programada. Los investigadores han
comprobado que los consumidores cambian frigoríficos, televisiones y
ordenadores cada vez más a menudo y se preguntan si la obsolescencia
programada es el desencadenante.
Cada vez se renuevan
con más frecuencia aparatos eléctricos o electrónicos que todavía
funcionan. A menudo se cambian por avances en la tecnología y por el
deseo insaciable de los consumidores de disfrutar de esa tecnología
punta en cuanto aparece en el mercado. Sin embargo, los investigadores
ponen de relieve que una porción cada vez más importante de grandes
electrodomésticos como frigoríficos, lavadoras o secadoras, se
reemplazan en los cinco años siguientes a su compra a causa de fallos
técnicos.
En la investigación se recogen estadísticas de diferentes
tipos de electrodomésticos, bienes de equipo eléctricos e informáticos
entre 2004 y 2012. La pregunta que se hacen es si la industria reduce
intencionadamente la duración de vida de sus productos.
El estudio muestra que el porcentaje de
electrodomésticos que se deben reemplazar en los cinco primeros años de
su vida por esta causa se ha duplicado entre 2004 y 2012. Se ha pasado
de un 3,5% en 2004 a un 8,3% en 2012.
La misma
tendencia se observa en los ordenadores portátiles. Si la vida útil de
estos aparatos se ha mantenido relativamente constante, alrededor de
cinco o seis años, cada vez más los ordenadores se renuevan porque son
defectuosos.
En 2004, un 70% de los ordenadores fueron cambiados porque
los consumidores deseaban un aparato más moderno o por las innovaciones
tecnológicas que estos presentaban. Sin embargo, ahora no ocurre lo
mismo y sólo alrededor de un 25% de las renovaciones son debidas a esta
causa.
No se puede decir que los fabricantes hagan
cambios en los productos de forma intencionada para que estos duren
menos, pero los datos obtenidos en esta investigación indican que algo
está pasando. Aunque se deba esperar hasta la publicación de los
resultados finales, no estaría de más idear normas específicas en cuanto
a la ecoconcepción de estos aparatos.
Por una parte, garantizar una
duración de vida mínima de los productos con el fin de volverlos más
duraderos. Por ejemplo, prolongar la garantía más allá de dos años sería
una medida de disuasión muy eficaz contra la obsolescencia programada y
contribuiría a alargar la vida de los productos. Por otra parte,
favorecer su reparación y facilitar así su reutilización, contribuyendo a
llevar a cabo una economía circular respetuosa con el medio ambiente. (...)" (Economistas Sin Fronteras
- Rosario Goñi, eldiario.es, 03/04/2015)
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