"Esta semana se conmemora el 150 aniversario de la fundación de
la organización terrorista que más muertes ha causado en Estados Unidos, el Klu
Klux Klan (KKK).
Desde el 11 de septiembre extremistas vinculados a diferentes
ideologías de extrema derecha, incluidos el KKK y extremistas judíos, han
asesinado a muchas más personas en Estados Unidos que los extremistas motivados
por el Islam radical.
El tristemente célebre KKK es un ejemplo con siglos de
antigüedad del doble rasero del gobierno estadounidense cuando se trata de
terrorismo. El KKK ha aterrorizado y asesinado a muchas más personas
estadounidenses que los terroristas islámicos y a pesar de ser la organización
terrorista más antigua de Estados Unidos, el gobierno estadounidense nunca ha
considerado oficialmente al KKK organización terrorista y se ha limitado a clasificarla
como “grupo de odio”*.
Al clasificar las acciones del KKK como de odio en vez de
terroristas, el gobierno permite a esta organización (a diferencia del ISIS)
celebrar manifestaciones libremente, recaudar fondos e incluso aparecer en la
televisión para promover su ideología. Recientemente Franc Ancona, un líder del
KKK, apareció en la televisión nacional y amenazó que usaría “fuerza letal” contra los
manifestantes negros.
El KKK se fundó unos pocos días después de que se aboliera la
esclavitud en Estados Unidos y desde entonces el distintivo del KKK siempre ha
sido los ataques con bomba, los linchamientos, el emplumar con alquitrán y
otras formas violentas de terrorismo contra quienes desafíen la supremacía
blanca. En su momento de apogeo durante la década de 1920 los miembros del KKK
eran más de 8 millones de estadounidenses repartidos por todo el país.
El simple hecho de que hasta el momento el gobierno
estadounidense se haya negado a calificar al KKK de organización terrorista
nacional dice mucho acerca de la implicación de la nación en la lucha contra el
terrorismo y la promoción de la igualdad racial.
El atentado terrorista más mortífero en suelo estadounidense
antes del 11 de septiembre fue el atentado de Oklahoma, cuyo cerebro fue
Timothy McVeigh, un hombre estrechamente vinculado con círculos militares nazis
de extrema derecha. En 2011 Kevin Harpham, un veterano de guerra, puso una
bomba en el recorrido del desfile del Día de Martin Luther King Jr.
En 2012 Wade Michael Page asesinó a
seis personas inocentes en un tiroteo en un templo Sijh en Wisconsin. Page era
miembro de una banda de supremacistas blancos y estaba asociado al violento
grupo neonazi los Hammerskins.
Hace unos meses un Gran Mago Imperial del KKK de Kansas empezó a matar a
cualquiera que se le puso por delante mientras gritaba “Heil Hitler”. Una de
las víctimas fue un chico de catorce años.
A pesar de la cantidad cada vez mayor de tiroteos contra masas
y de ataques terroristas por parte de la extrema derecha los medios de
comunicación eligen poner el foco de atención casi exclusivamente en una
amenaza menor del Islam radical.
De forma rutinaria los expertos de los medios
exigen a musulmanes moderados que condenen los actos de violencia perpetrados
por musulmanes. ¿Cuándo fue la última vez que ha visto usted presionar a
sacerdotes blancos para que acudan a la televisión a denunciar la violencia de
supremacistas blancos con el fin de demostrar que “no todos los cristianos” son
así?
¿Cuánto tiempo se permitiría a un grupo musulmán que tuviera un historial
violento como el KKK actuar libremente antes de ser cerrado por el Departamento
de Seguridad Nacional? Está claro que el racismo exacerba la guerra contra el
terrorismo tanto como el petróleo.
En gran medida la amenaza del terrorismo
islámico nacional se ha elaborado de manera que la llamada guerra contra el
terrorismo puede promover un militarismo lucrativo en el extranjero y erosionar
las libertades civiles dentro del país.
Catorce años después del 11 de septiembre al Qaeda no ha
cometido otro atentado dentro de Estados Unidos. Según un reciente informe de
la Universidad de Harvard llamado The Exaggerated Threat of Home Grown Terror [La
exagerada amenaza de un terrorismo nacional], “[…] desde 2001, a pesar de las
advertencias de los funcionarios públicos y de analistas del terrorismo, sigue
habiendo pocas pruebas de que el peligro de ataques terroristas en Estados
Unidos por parte de musulmanes estadounidenses sea especialmente grave o
creciente”.
Entonces, ¿por qué Estados Unidos ha gastado más de 6 billones
de dólares en la guerra contra el terrorismo?
Datos del FBI desde 1980 hasta 2005 demuestran que los
terroristas judíos cometieron el 7% de los actos terroristas dentro de Estados
Unidos, lo que es más que el 6% cometido por extremistas islamistas. El hecho
de que el FBI reduzca drásticamente los casos de terrorismo perpetrados por
extremistas judíos debido al doble rasero racial institucional da más
notoriedad a los datos estadísticos.
¿Cuántos estadounidenses conocen el nombre
de Jewish Defense League [Liga de Defensa Judía] o Jewish Armed Resistance
[Resistencia Armada Judía], dos grupos terroristas que han cometido más actos
terroristas que sus homólogos musulmanes?
La tristemente célebre Jewish Defense League lleva actuando en
Estados Unidos más de medio siglo. Un informe del Departamento de Energía sobre
amenazas a instalaciones nucleares señala que “[…] durante más de una década la
Jewish Defense League ha sido uno de los grupos terroristas más activos en
Estados Unidos”.
Sin que muchos estadounidenses lo sepan, estos extremistas
judíos han enviado cartas bomba a la policía, atacado embajadas estadounidenses
y lanzado bombas incendiarias a civiles que asistían a un concierto de la
Orquesta Sinfónica.
Si el gobierno estadounidense se toma en serio la lucha contra
el terrorismo nacional y los tiroteos contra masas, las estadísticas del FBI
sugieren que debería vigilar agresivamente a varones blancos.
El simple hecho
de que las fuerzas de seguridad estadounidenses no se haya infiltrado en comunidades
cristianas o judías conservadoras ni las haya espiado para impedir el
extremismo violento de extrema derecha confirma que los musulmanes en Estados
Unidos saben por experiencia que rezar a Ala hace que una persona sea
sospechosa.
Los musulmanes estadounidenses tiene cada vez más la sensación
de vivir en un Estado policial totalitario en el que el acoso, la creación de
perfiles [de delincuencia] y la vigilancia son cada vez peores.
El investigador
Arun Kundnani ha demostrado que el FBI tiene un espía antiterrorista por cada
94 musulmanes en Estados Unidos, lo cual se aproxima a la ratio de la
tristemente célebre agencia de espionaje de Alemania Oriental Stasi de un espía
por cada 66 ciudadanos.
Los cristianos y judíos blancos no tienen que preocuparse de
que un agente o informante secreto se haya infiltrado en sus iglesias, grupos
de estudiantes o clubes sociales.
Durante siglos se ha permitido a los terroristas blancos en
Estados Unidos un amplio espacio para difundir su ideología y para planificar y
organizar sus atentados, lo que explica tanto la mayor letalidad relativa del
terrorismo supremacista blanco como la mucho menor tasa de personas blancas
condenadas por atentados.
En Estados Unidos se considera por acto reflejo que las
personas de piel oscura y negra son terroristas, matones y pandilleros que
merecen el desdén de la sociedad, mientras que las personas blancas que cometen
atentados terroristas son simplemente “perturbados mentales” solitarios
que necesitaban de la ayuda de la
sociedad.
La decisión de la sociedad de denominar “terrorismo” un acto
de violencia particular indica que el acto pertenece a un modelo más extendido
que exige una consideración que va más allá de la lucha normal contra el
crimen. El denominar los tiroteos contra masas por parte de supremacistas
blancos como meramente “odio” o asesinato en vez de terrorismo resta
importancia al significativo papel de las motivaciones racistas del autor y
evita preguntas difíciles acerca del predominio del racismo en la sociedad estadounidense.
Hace poco James Holmes disparó contra 80 personas en un cine
pero las fuerzas de seguridad lo detuvieron con vida y los medios de
comunicación no calificaron su acción de terrorismo sino que en vez de ello se
centraron en retratar a Holmes
como “torpe” y tierno “solitario”.
De forma similar, el supremacista blanco
Dylan Roof asesinó a nueve feligreses en Charlestown y no solo fue detenido con
vida, sino que además en el momento de la detención la policía describió a Roof
como “muy tranquilo, muy calmado … no problemático”.
La policía llegó incluso a comprarle un almuerzo en Burger
King momentos después de que hubiera desatado el terror entre los feligreses.
Comparado con los innumerables linchamientos actuales cometidos por la policía
de chicos y hombres negros inocentes y a menudo desarmados, es evidente que las
fuerzas de seguridad estadounidenses son tan tolerantes con el terrorismo
blanco como son institucionalmente racistas hasta la médula.
A todas luces existe una costosa e insana obsesión entre la
sociedad y las fuerzas de seguridad estadounidenses con evitar la violencia
perpetrada por musulmanes estadounidenses, una obsesión que ignora tanto la
amenaza real del terrorismo blanco como el constante terrorismo de la policía
respecto a los ciudadanos americanos negros.
* Según Wikipedia, un grupo de odio es “un grupo o movimiento
organizado que defiende y practica
el odio, la hostilidad o la violencia hacia miembros de una raza, etnia,
nacionalidad, religión, sexo, identidad de género, orientación sexual o
cualquier otro sector de la sociedad”. (N. de la t.)" (Garikai Chengu , CounterPunch , en Rebelión, 29/12/15)
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