"(...) En los años 90, con el gobierno de Carlos Menem, el proceso de
desindustrialización se acentúa y Argentina entra de lleno en el
neoliberalismo. Las pequeñas y medianas empresas deben enfrentarse a las
desfavorables condiciones económicas para la producción.
En la mayoría de los casos están tan endeudadas con el Estado y con los propios trabajadores que el patrón abandona el negocio. En este punto, muchos trabajadores desocupados toman medidas de resistencia caracterizadas por su radicalidad, una radicalidad no menos extrema que la propia ofensiva gubernamental.
En esta profunda crisis nace el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER). Durante el 2003 se recuperan 128 empresas en Argentina; en 2010 aumenta a 205. Actualmente, se calcula que existen unas 315 empresas recuperadas que cuentan con 13.000 trabajadores.
En la mayoría de los casos están tan endeudadas con el Estado y con los propios trabajadores que el patrón abandona el negocio. En este punto, muchos trabajadores desocupados toman medidas de resistencia caracterizadas por su radicalidad, una radicalidad no menos extrema que la propia ofensiva gubernamental.
En esta profunda crisis nace el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER). Durante el 2003 se recuperan 128 empresas en Argentina; en 2010 aumenta a 205. Actualmente, se calcula que existen unas 315 empresas recuperadas que cuentan con 13.000 trabajadores.
El cambio legislativo que facilitaría las cooperativizaciones
Uno de los primeros problemas que se enfrenta el movimiento de
empresas recuperadas por sus trabajadores es encontrar un marco legal
que les garantice el proceso de recuperación y puesta en marcha de la
cooperativa. Precisamente la Federación Argentina de Cooperativas de
Trabajadores Autogestionadas (FACTA), formada por 60 cooperativas de
trabajo, se encarga de realizar una tarea de asesoramiento.
A día de hoy, la lucha continúa en el ámbito jurídico a la espera de
una posible aprobación de la Ley de Expropiación Nacional impulsada por
el propio movimiento. La propuesta, que actualmente se encuentra en la
cámara de diputados de la nación, estipula que la propiedad se declare de utilidad pública y pueda ser expropiada a favor del Estado, que podría ceder el negocio a las cooperativas.
El proyecto de ley autorizaría al gobierno a transferir los bienes
expropiados y la entrega de la propiedad a la cooperativa durante el
tiempo que se mantenga la actividad productiva.
¡El BAUEN es de todos!
Hace doce años que los trabajadores y trabajadoras del BAUEN
reabrieron las puertas de uno de los hoteles más emblemáticos de Buenos
Aires. Hoy día se han convertido en un icono del movimiento de empresas y fábricas recuperadas y un ejemplo de autogestión como alternativa al cierre sistemático de los puestos de trabajo. "La
autogestión nace como una respuesta a la necesidad de conservar nuestro
puesto de trabajo, pero con el tiempo se ha convertido en un valor
añadido", explica María Delvalle, socia histórica del BAUEN.
El hotel, ubicado a la céntrica Avenida Callao, se declaró en quiebra
el mes de diciembre de 2001 dejando cerca de 100 trabajadores en la
calle. Fue un momento muy difícil, pero gracias a la experiencia de
otras recuperaciones y el apoyo de las redes de solidaridad, el 21 de
marzo de 2003, un total de 20 extrabajadores decidieron ocupar el hotel y
devolverlo a la vida. En la actualidad el BAUEN cuenta con una
plantilla de 130 personas.
Durante el mes de julio de 2014, coincidiendo con la celebración de
los once años de trabajo autogestionado, la cooperativa recibió la
última de las múltiples ordenes de desalojo. Nuevamente sus socios
siguieron movilizándose en todo el territorio con el grito que se ha
convertido en la seña de identidad de su resistencia: "lucha, cultura y
trabajo". Como asegura Marcelo Ruarte, socio de la cooperativa, "el
Bauen es de todos".
El hotel construido en 1978 representa la herencia de una historia
oscura que tiene su origen durante la dictadura argentina. Marcelo
Iurcovich, presidente de la empresa Bauen S.A. se benefició de un
crédito entregado en mano por el dictador Jorge Rafael Videla que nunca
fue devuelto al Estado y que, finalmente, ha jugado a favor de los hoy
trabajadores del nuevo hotel Bauen.
El pasado jueves 26 de noviembre el Congreso de diputados argentino entregó a la cooperativa de trabajadores la propiedad del hotel.
El bloque de diputados Kirchneristas con la abstención de la mayoría de
parlamentarios conservadores, que no se presentaron a la resolución,
aprobó la expropiación de la empresa recuperada y transfirió todas sus
competencias a los 130 trabajadores que forman la cooperativa.
La Casona, la recuperación en la actualidad
Son la una del mediodía y en el restaurante La Casona no cabe ni un
alfiler. Es un lugar de tránsito para turistas y trabajadores de la
zona. A tres calles del monumento del Obelisco, centro de Buenos Aires,
nadie se imaginaría que este establecimiento debería cerrar por falta de
solvencia económica.
Desde el mes de julio del año pasado, este restaurante se ha convertido en una cooperativa, una muestra más de la consolidación de este movimiento. Anyelen Anorada, actual responsable de la administración, explica que, gracias al apoyo y asesoramiento que han recibido de otras empresas recuperadas, el proceso ha sido mucho más rápido de lo que esperaban. Ahora queda pendiente llegar a un acuerdo con el propietario del terreno.
Desde el mes de julio del año pasado, este restaurante se ha convertido en una cooperativa, una muestra más de la consolidación de este movimiento. Anyelen Anorada, actual responsable de la administración, explica que, gracias al apoyo y asesoramiento que han recibido de otras empresas recuperadas, el proceso ha sido mucho más rápido de lo que esperaban. Ahora queda pendiente llegar a un acuerdo con el propietario del terreno.
Todo empezó cuando, sin previo aviso, la propietaria dejó de pagar
las propinas y algunas mensualidades. Después, despidió varios empleados
sin justificación, y finalmente se llevó mobiliario del restaurante. El
padre de Anyelen, que hacía muchos años que trabajaba en La Casona,
también fue despedido; entonces se dirigieron a la cooperativa Los
Chanchitos, donde les informaron de la posibilidad de recuperar la
empresa.
"Los compañeros que aún trabajaban nos pedían que nos apresurásemos ante la quiebra inminente". El día de la ocupación todo sucedió pacíficamente. "El abogado de la propietaria nos entregó las llaves y desde ese día funcionamos con la responsabilidad de decidir no por el beneficio individual, sino por el colectivo", relata la cooperativista.
"Los compañeros que aún trabajaban nos pedían que nos apresurásemos ante la quiebra inminente". El día de la ocupación todo sucedió pacíficamente. "El abogado de la propietaria nos entregó las llaves y desde ese día funcionamos con la responsabilidad de decidir no por el beneficio individual, sino por el colectivo", relata la cooperativista.
Chilavert, una imprenta de puertas abiertas
"La cooperativa no solo es de los trabajadores, también es de la gente del barrio, es una cooperativa de puertas abiertas",
nos cuenta un trabajador. La imprenta Chilavert llamada antes de la
recuperación Gaglianone, ubicada en la misma calle Chilavert, en Buenos
Aires, en cuyo interior del edificio hay un boquete de 25 centímetros a
más de dos metros de altura, tapado ahora con ladrillos, que permitió a
los trabajadores de la imprenta trabajar secretamente durante la
ocupación mientras estaba sitiado por la Policía, era una empresa con 76
años de existencia en la que tan solo entraban a trabajar ocho
trabajadores a lo largo del día.
Hoy está abierta a toda la comunidad y en ella circulan alrededor de unas 90 personas entre los trabajadores de la imprenta, el bachillerato nocturno, el centro cultural y el centro de documentación de empresas recuperadas asociado a la Universidad de Buenos Aires.
Hoy está abierta a toda la comunidad y en ella circulan alrededor de unas 90 personas entre los trabajadores de la imprenta, el bachillerato nocturno, el centro cultural y el centro de documentación de empresas recuperadas asociado a la Universidad de Buenos Aires.
Plácido
Peñarrieta, actual presidente de la cooperativa, explica como la
imprenta se ha convertido en un lugar común para la comunidad: "Cuando
conseguimos recuperar Chilavert en realidad no conocíamos a la gente
que había estado ahí apoyándonos.
Por eso decidimos que la imprenta también tenía que ofrecer un servicio para el barrio. Con el permiso del Ministerio de Educación de la Nación decidimos entre todos comenzar a gestionar un bachillerato para todos aquellos que aún no habían terminado la secundaria. Ahora nosotros trabajamos de día y ellos estudian de noche".
Por eso decidimos que la imprenta también tenía que ofrecer un servicio para el barrio. Con el permiso del Ministerio de Educación de la Nación decidimos entre todos comenzar a gestionar un bachillerato para todos aquellos que aún no habían terminado la secundaria. Ahora nosotros trabajamos de día y ellos estudian de noche".
"A finales de los años 90 había una persona desocupada en cada
familia y muchas fábricas cerradas. Después de meses sin pagarnos y de
llevarse prácticamente toda la maquinaria, en abril de 2002 decidimos
ocupar para evitar que se llevasen la máquina principal. Muchos vecinos
del barrio, otros trabajadores del movimiento de empresas recuperadas,
de los sindicatos y el gremio vinieron a ayudarnos. Más de 300 personas
nos acompañaron para impedir el desalojo", explica Peñarrieta.
Diez meses más tarde la cooperativa consiguió la posesión legítima de
la fábrica, en noviembre de 2004 la expropiación definitiva del
edificio a manos del Estado, y en 2012 las indemnizaciones por los
impagos. Actualmente, los 15 trabajadores están a la espera de la cesión
oficial del edificio.
"La autogestión nace como respuesta a la necesidad de conservar el
empleo, pero luego se convierte en un valor añadido, ya que todos los
socios de la cooperativa tienen el mismo poder de decisión, y eso
comporta más responsabilidad", concluye Peñarrieta. Chilavert es un
ejemplo de como ese modelo de trabajo es sostenible, rentable y
generador de nuevos puestos de trabajo. "Nosotros pasamos de la acción a la ideología, fuimos aprendiendo a medida que actuábamos".
( Clara Romaguera y Arpad Pou, Termitas y Elefantes , en El salmón contracorriente, 9 de diciembre de 2015)
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