"Resistencia, autodeterminación y revolución. Bajo estas tres banderas,
el pueblo kurdo defiende desde hace seis años el norte de Siria del
violento embate perpetrado por el Estado Islámico (EI). Enmarcado en
esta batalla, se encuentra aparejado el rol de la mujer kurda en las
guerrillas.
Kurdistán es una región de Asia Menor repartida entre Turquía, Irak,
Irán y Siria, históricamente reclamada por los kurdos, conocidos como
“la etnia sin Estado”.
Bajo una fachada wahabista
(interpretación más conservadora del Corán), EI extiende una cruzada
terrorista contra el “no musulmán” y el pueblo kurdo se encuentra dentro
de sus objetivos a eliminar.
Defensiva. Cuando EI invadió la ciudad de Kobane en Rojava, Siria, no
fue el Ejército sirio quien defendió la soberanía.
Las milicias armadas
de autodefensa denominadas Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ),
una forma de organización femenina que nació en las montañas con el
impulso del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), libraron un
arduo enfrentamiento militar contra EI entre el 13 de septiembre de 2014
y el 15 de marzo de 2015, cuyo resultado fue la liberación de aquella
ciudad.
Durante los combates, las milicianas jugaron un papel
preponderante que “expuso a nivel mundial la lucha de las mujeres
kurdas”, sostiene Leandro Albani, periodista y autor de Revolución en
Kurdistán. Su participación en el conflicto armado fue vista como una
ruptura contra el supuesto rol tradicional de la mujer en Medio Oriente.
Sin embargo, las mujeres guerrilleras dentro del movimiento kurdo no es
algo que ha surgido en el último tiempo. El PKK impulsa un trabajo
concreto para que los espacios de las combatientes y militantes sean
respetados. Desde 1993, realizan congresos de mujeres para discutir las
problemáticas de género y trazar políticas de igualdad.
En 1995,
crearon la Unión de Mujeres Libres de Kurdistán y la primera unidad
guerrillera integrada sólo por milicianas. En la actualidad, la
guerrilla tiene sus propios campamentos y academias de formación
integradas por mujeres. Esta característica no implica que a la hora de
ir al combate lo hagan por separado de los hombres, o que no existan
unidades mixtas.
De hecho, una gran cantidad de organizaciones
vinculadas al PKK están dirigidas por copresidencias –un hombre y una
mujer–, elegidas en consenso dentro de sus respectivas bases. “El logro del movimiento de mujeres kurdas es romper con el patriarcado e incluir en su lucha a otras mujeres y hombres, además de la intensa formación que tienen”, afirma Soledad De Battista, periodista y representante en Argentina del Movimiento de Mujeres Libres de Kurdistán.
Igualdad. Este proceso no se encuentra aislado del
Confederalismo Democrático, doctrina creada en 2005 por Abdullah Öcalan,
presidente del PKK, cuyo fin es establecer autogobiernos autónomos y
multiculturales con una fuerte democracia participativa. Plantea, por
sobre todo, la igualdad de género, una economía alternativa basada en la
redistribución, y el rechazo al sistema liberal y el capital
financiero.
Con el triunfo en Rojava y la profundización del Confederalismo,
las mujeres –como ya lo hacían en la guerrilla– pusieron en marcha
órganos e instituciones manejados por ellas mismas, hasta el punto de
tener una “policía de mujeres”. También, establecieron instituciones
contra la violencia, grupos de estudios y círculos de discusión
política.
Se trata de un proceso que ya está repercutiendo en
Medio Oriente, como sucede dentro del pueblo yazidí o en ciudades árabes
como Manbij, Siria, donde se abrieron escuelas de formación para
mujeres.
Por otro lado, Zidane Zeraoui El Awad, investigador
argelino del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey
especializado en Medio Oriente, argumenta que “el rechazo a la
modernidad capitalista no tiene nada que ver con el rol de las mujeres
kurdas, sino que es la situación de conflicto y la vida en la montaña lo
que le ha dado una presencia más activa a la mujer”.
El panorama político, militar y diplomático está plagado de
dificultades. Lo que parece una innovadora visión política-social en
Medio Oriente no resulta agradable para los gobiernos de Turquía,
Estados Unidos y Arabia Saudita, inculpados por los kurdos de financiar a
EI.
Tampoco para las monarquías del Golfo Pérsico, que ven en la liberación de la mujer un nuevo impulso a la Primavera Arabe.
“Los
kurdos demuestran que se puede vivir diferente. La liberación de la
mujer –concluye De Battista– y el Confederalismo Democrático debe
repercutir en otros lugares, como Latinoamérica. Sería incurrir en un
error grave pensar que la opresión sólo ocurre en Medio Oriente”. (Tomas Marchetta, Perfil, 30/12/16)
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