"A la mayoría de la gente se le ha pasado por alto, pero los servicios de
inteligencia de Estados Unidos, también han analizado recientemente la
evolución de la economía mundial.
La Oficina del Director de
Inteligencia Nacional (DNI) ha publicado su última evaluación,
denominada Tendencias Globales: La paradoja del progreso, que “explora las tendencias y escenarios de los próximos 20 años” .
El DNI llega a la conclusión de que el mundo está “viviendo
una paradoja – los logros de la era industrial y de la información
están dando forma a un mundo tan peligroso como rico en oportunidades.
Las decisiones humanas determinarán si prevalecen las oportunidades o
los peligros“.
El DNI elogia al capitalismo de los últimos decenios por “conectar
a las personas, potenciar a los individuos, grupos y estados y sacar a
mil millones de personas de la pobreza en el proceso”. Pero los ojos y los oídos del capital estadounidense está preocupado por el futuro.
Temen “choques
como la primavera árabe, la crisis financiera mundial de 2008, y el
aumento global de las políticas populistas, antisistema. Estos choques
revelan la fragilidad de los logros alcanzados, y subrayan profundos
cambios en el panorama global que auguran un futuro cercano oscuro y
difícil“.
Todos estos desarrollos son malos para el capital
global y la supremacía estadounidense, al parecer. Y el DNI reconoce que
las cosas no van a mejorar. “Los próximos cinco años serán testigo del aumento de las tensiones dentro y entre países. El crecimiento global será más lento, en la medida que desafíos mundiales cada vez más complejos se confirman“.
¿Cual es la respuesta? Pues bien, este comentario del informe de DNI lo expone sin adornos: “Será
tentador poner orden en este caos aparente, pero en última instancia
sería demasiado costoso a corto plazo y fracasaría a largo.
Dominar
a unos actores cada vez más poderosos en múltiples dominios requerirá
recursos inaceptables en una era de crecimiento lento, límites fiscales,
y fuerte deuda. Domésticamente, implicaría el fin de la democracia,
produciendo autoritarismo o inestabilidad o ambos.
A pesar de que la
capacidad material seguirá siendo esencial para mantener el poder
geopolítico y del estado, los actores más poderosos del futuro se
apoyarán en redes, relaciones e información para competir y cooperar.
Esta es la lección de la política de grandes potencias en la década de
1900, incluso si esas potencias tuvieron que aprender y volver a
aprender de nuevo“.
En otras palabras, si bien sería mejor simplemente aplastar a la oposición y “poner orden”
en intereses de Estados Unidos, probablemente no es posible con una
economía mundial débil y falta de fondos. Es mejor tratar “recurrir a las redes, las relaciones y la información” (es decir, al espionaje y la manipulación) para obtener la “cooperación“.
Pero
no va a ser fácil que EE.UU. mantenga su posición dominante y la del
capital, según el informe del DNI, porque la globalización “ha erosionado las clases medias occidentales (léase clases trabajadoras) y alimentado una reacción contra la globalización“.
Por otra parte, los flujos migratorios “son
ahora mayores que en los últimos 70 años, amenazando con vaciar las
arcas del estado del bienestar y aumentando la competencia por los
puestos de trabajo, reforzando los impulsos anti-élite y xenófobos“.
Y “el
débil crecimiento sumado a las alteraciones tecnológicas de los
mercados de trabajo pondrán en peligro la reducción de la pobreza y
aumentarán las tensiones internas en los países en los próximos años, lo
que a su vez alimentará el nacionalismo que contribuye a hacer crecer
las tensiones entre los países“.
Como ven, el problema es que
la población de Estados Unidos y sus aliados capitalistas es cada vez
más vieja y las nuevas potencias tienen poblaciones más jóvenes y más
productivas. Sin embargo, el capitalismo no puede satisfacer las
necesidades de estas poblaciones en aumento en los llamados ‘países en
desarrollo’.
Mientras tanto, “la automatización y la
inteligencia artificial amenazan con cambiar la estructura productiva
más rápido que la capacidad de adaptación de las economías, lo que
podría desplazar trabajadores y bloquear la vía habitual de desarrollo
de los países pobres“.
A lo que hay que sumar el cambio climático y los desastres ambientales que conlleva. Todo esto va a “hacer
más difícil gobernar y cooperar y va a cambiar la naturaleza del poder,
transformando de manera fundamental el panorama global“.
No es una perspectiva la que se ofrece por debajo de toda la palabrería optimista y fanfarria que oímos a la élite rica en Davos el mes pasado. Por el contrario, el DNI cree que “los
desafíos serán significativos, con una disminución de la confianza del
público en los líderes e instituciones, una mayor polarización política,
y unos ingresos del gobierno limitados por el modesto crecimiento y el
aumento del gasto social. Por otra parte, los avances en robótica e
inteligencia artificial tenderán a perturbar aún más los mercados de
trabajo”.
El DNI intenta dar esperanzas al final de esta letanía de peligros para el capitalismo global, pero no es convincente. (...)" (Michael Roberts, economista británico, Socialismo21, 20/02/17)
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