“La historia de la humanidad se torció desde
El Papa recuerda a los cristianos que habrá juicio final y que existen el purgatorio y el infierno. (…)
Spe salvi contiene la esencia del pensamiento del teólogo Joseph Ratzinger: subraya que son convenientes las libertades políticas y sociales, pero se opone a que la fe constituya una cuestión privada. Exige que el cristianismo vuelva a ser militante y se erija en centro de la sociedad. (…)
"Sin Dios, el mundo es oscuro y se enfrenta a un futuro tenebroso", "un mundo que administra la justicia por sí solo es un mundo sin esperanza", se afirma en la encíclica. (…)
La argumentación papal establece que una sociedad estrictamente laica, y en especial si es atea, no es capaz de administrarse a sí misma y conduce a un callejón sin salida… Benedicto XVI no propone una teocracia en las formas, pero sí en la esencia. (…)
"La cuestión de la justicia constituye el argumento esencial, o al menos el más fuerte, en favor de la vida eterna", dice, porque "es imposible que la injusticia de la historia constituya la última palabra". "La gracia no excluye la justicia", sigue, "y al final, en el banquete eterno, los malvados no se sentarán tranquilamente al lado de las víctimas, como si nada hubiese ocurrido". (El País, ed. Galicia, Sociedad, 01-12-07, pp. 38)
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