24/1/08

El ambiente influye en los genes. Sobre todo, los cuidados maternos

“¿Es la violencia un componente intrínseco de la esencia humana? (…)

Tremblay encontró que a los 17 meses de edad más de la mitad de las variaciones en las respuestas agresivas de los niños estaban directamente relacionadas con factores genéticos. Sin embargo, la violencia desciende a medida que los niños crecen, su cerebro madura y aprenden a controlar su comportamiento.

Nuestros estudios demuestran que los niños no aprenden a agredir físicamente, sino que deben aprender a no hacerlo. Es fundamental que a los niños se les enseñe, durante los primeros años de vida, a reprimir los comportamientos violentos", afirma Tremblay. Los años de preescolar se convertirían así en la etapa clave a estudiar para entender la aparición y posterior desarrollo de comportamientos violentos en el ser humano. (…)

La dicotomía genes o ambiente se disuelve la primera vez que alguien demuestra que en realidad la violencia ni se aprende ni se hereda, sino que, más bien, es una combinación de los dos. Los profesores Terrie Moffit y Avashom Caspi, del Instituto de Psiquiatría del King's College de Londres, fueron los primeros en demostrar la relación directa entre el ambiente y un gen, el de la enzima MAOA (monoamina oxidasa), al estudiar desde su infancia a su madurez una población de chicos sometidos a diferentes grados de maltrato. Extrañamente algunos de ellos desarrollaban comportamientos antisociales y otros no.

Los estudios genéticos demostraron una relación directa entre una versión poco funcional del gen de la MAOA y comportamientos agresivos en niños que habían sido severamente maltratados. Un déficit crónico del nivel normal de MAOA provoca una alteración de los niveles de algunos neurotransmisores y puede producir una hiperactividad cerebral hacia cualquier amenaza o estímulo estresante.

El gen de la MAOA se sitúa en el cromosoma X, por lo que los hombres sólo tienen una copia del gen. Si la copia que reciben es de baja actividad no hay otra para compensarla, como puede ocurrir en el caso de las mujeres, que tienen dos copias del gen. Sin embargo hay otros factores que podrían explicar la menor frecuencia de comportamientos agresivos determinados genéticamente en la mujer.” (El País, ed. Galicia, Futuro, 23/01/2008, pp. 43)

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