“Obseso del primer plano. Nicolas Sarkozy crea un nuevo estilo de gobernar que implica un permanente impacto político y social y una presencia mediática que no se detiene ni en su vida privada.
La política es un concurso televisivo y él es quien presenta el mejor programa", explica Laurent Joffrin, director del diario Libération, para quien Sarkozy es "el presidente coronado de una sociedad política del espectáculo que se ha integrado perfectamente en la cultura contemporánea hecha de la exposición de lo íntimo, de lo privado, del lenguaje popular y de la competencia feroz".
El filósofo Alain Badiou, uno de los referentes más sólidos de la izquierda francesa en estos momentos, da en el clavo cuando en su ensayo ¿De qué Sarkozy es el nombre? dice estar convencido de que el presidente francés, "como todos los que creen que pueden sacar partido en cualquier circunstancia por la corrupción de sus adversarios y por el ruido y el alboroto que crean sus anuncios, teme infinitamente cualquier prueba real". De lo que Sarkozy tiene más miedo, añade, "es de que su propio miedo se haga visible". (El País, ed. Galicia, Domingo, 30/12/2007, pp. 23)
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