"En aquel momento nada parecía más sólido que la sociedad en cuyos
márgenes vivía Marx. Un siglo y medio después nos encontramos en el
mundo que él previó, en donde la vida de cada persona es experimental y
provisional, y la ruina súbita puede ocurrir en cualquier momento".
Aunque
niega que el socialismo sea la alternativa lógica al capitalismo
decadente, Grey se ve obligado a admitir que Marx comprendió el
funcionamiento de la economía capitalista mucho mejor que la burguesía y
sus "expertos" economistas:
"Más profundamente, Marx comprendió
que el capitalismo destruye a su propia base social –el estilo de vida
de la clase media–. La terminología marxista de burguesía y proletariado
tiene un tono arcaico".
"Sin embargo, cuando argumentó que el
capitalismo hundiría a la clase media en un tipo de existencia precaria
como la de los trabajadores de su tiempo, Marx previó un cambio en
nuestra forma de vivir que sólo ahora estamos luchando para hacer
frente". (...)
Hay un sentimiento creciente entre todos los sectores de la sociedad
de que nuestras vidas están dominadas por fuerzas que se escapan a
nuestro control. La sociedad es presa de un corrosivo sentimiento de
miedo e incertidumbre, como lo admite Gray:
"Pero tenemos muy
poco control efectivo sobre nuestras vidas, y la incertidumbre en que
nos toca vivir está siendo agravada por políticas diseñadas para hacer
frente a la crisis financiera. Unas tasas de interés de cero, junto con
el aumento de precios significa que usted está consiguiendo un
rendimiento negativo de su dinero y, conforme avanza el tiempo, su
capital se está erosionando".
La situación de muchos jóvenes es
aún peor. La crisis del capitalismo produce sus efectos más terribles
entre los jóvenes. El desempleo entre los jóvenes está aumentando en
todas partes.
Esta es la razón de las protestas estudiantiles y motines
en Gran Bretaña, del movimiento de los indignados en España, de las
ocupaciones de las escuelas de Grecia y también de los levantamientos en
Túnez y Egipto, donde alrededor del 75% de los jóvenes están
desempleados.
Toda una generación de jóvenes está siendo
sacrificada en el altar de los beneficios. Muchos que buscaban la
salvación en una educación superior han encontrado esta avenida
bloqueada. En Gran Bretaña, donde la educación superior era gratis,
ahora los jóvenes a fin de adquirir una educación tendrán que incurrir
en deudas.
En el otro extremo de la escala de la edad,
trabajadores cercanos a la jubilación descubren que deben trabajar más
tiempo y pagar más para obtener pensiones más bajas, que condenarán a
muchos a la pobreza en la vejez
Para jóvenes y adultos por igual, la
perspectiva a la que se enfrentan hoy en día es una vida de inseguridad.
Toda la vieja hipocresía burguesa sobre los valores de la moral y la familia ha sido desenmascarada.(...)
"Cada vez más gente vive día a día, con poca idea de lo que el futuro
puede depararle. La gente de clase media solía pensar que su vida se
desarrollaba en una progresión ordenada. Pero ya no es posible mirar la
vida como una sucesión de etapas en las que cada una es un paso adelante
respecto a la anterior".
"En el proceso de destrucción creativa,
la posibilidad de escalar ha sido eliminada y para un número creciente
de gente una existencia como clase media ya no es siquiera una
aspiración". Estas palabras representan una condena devastadora del
sistema capitalista.
Muestran también que las reservas sociales de la
reacción se han reducido considerablemente, porque un gran sector de los
trabajadores de cuello blanco se acerca a la clase obrera tradicional.
En las recientes movilizaciones de masas en España y, en particular, en
Grecia, estas capas se encontraban en la primera línea de la lucha de
clases. (...)
Marx predijo que el desarrollo del capitalismo conduciría
inexorablemente a la concentración del capital, una inmensa acumulación
de riqueza por un lado, y una acumulación igual de pobreza, miseria y
trabajo insoportable en el otro extremo del espectro social.
Durante
décadas, esta idea fue desechada por los economistas burgueses y los
sociólogos universitarios que insistieron en que la sociedad se estaba
volviendo cada vez más igualitaria y que todo el mundo se estaba
convirtiendo en clase media. Ahora todas estas ilusiones se han
disipado. (...)
“A pesar de que Marx estaba equivocado acerca de muchas cosas, y de que
su influencia fue muy perniciosa en lugares como la URSS y China, hay
áreas de sus (voluminosos) escritos que son increíblemente perceptivos.
Uno de los argumentos más importantes de Marx era que el capitalismo era
intrínsecamente inestable.
Uno sólo tiene que mirar a los titulares de
Europa –la cual está siendo perseguida por el fantasma de una posible
moratoria griega, un desastre bancario y el colapso de la zona del euro
como moneda única– para ver que tenía razón. (...)
"Consideremos, por ejemplo, la predicción de Marx de cómo se
manifestaría el conflicto inherente entre el capital y el trabajo. Tal y
como escribió en El Capital, la búsqueda de beneficios y
productividad de las empresas, naturalmente, les lleva a necesitar cada
vez menos trabajadores, creando un ‘ejército industrial de reserva’ de
pobres y desempleados: ‘Por tanto, la acumulación de riqueza en un polo
representa, al mismo tiempo, la acumulación de la miseria en el otro
polo’".
Y continúa: "El proceso que él [Marx] describe es visible
en todo el mundo desarrollado, particularmente en los EE.UU. Los
esfuerzos de las empresas para reducir costos y evitar la contratación
han aumentado las ganancias corporativas de EE.UU. como porcentaje de la
producción económica total al más alto nivel en más de seis décadas,
mientras que la tasa de desempleo se sitúa en el 9,1 por ciento y los
salarios reales están estancados.
"Mientras tanto, según algunos
cálculos, la desigualdad de ingresos de EE.UU. está cerca de su nivel
más alto desde la década de 1920. Antes de 2008, la disparidad en los
ingresos estaba disimulada tras factores tales como el crédito fácil,
que permitió a los hogares pobres disfrutar de un estilo de vida más
próspero. Ahora el problema está saliendo con toda su crudeza". (...)
Magnus cita con aprobación el Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859) de Marx:
"Al
llegar a una fase determinada de desarrollo, las fuerzas productivas
materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de
producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de
esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han
desenvuelto hasta allí". (...)
"Marx también señaló la paradoja de la sobreproducción y el bajo
consumo: la gente, cuanto más se quede relegada a la pobreza, menos
capaz será de consumir todos los bienes y servicios que las empresas
producen.
Cuando una empresa reduce los costos para aumentar los
ingresos, es inteligente, pero cuando lo hacen todos, socavan la
formación de los ingresos y la demanda efectiva de los cuales dependen
para ingresos y beneficios.
"Este problema también es evidente en
el mundo desarrollado de hoy. Tenemos una capacidad sustancial para
producir, pero en los estratos de ingresos medianos y bajos, nos
encontramos con una inseguridad financiera generalizada y bajas tasas de
consumo.
El resultado es visible en los EE.UU., donde la construcción
de nuevas viviendas y las ventas de automóviles siguen siendo alrededor
del 75% y 30% por debajo de sus puntos más altos en 2006,
respectivamente.
"Como decía Marx en El Capital: ‘La razón última de todas las crisis reales sigue siendo la pobreza y el consumo restringido de las masas’". (...)
"Si la gente no quiere pedir prestado", se pregunta, "¿para qué va a servir bajar las tasas de interés?"
Argumenta
que la cadena de crédito se ha roto, y que el capitalismo ha entrado en
un círculo vicioso en el que el exceso de capacidad (sobreproducción),
la caída de la demanda de los consumidores, los altos niveles de deuda…
todo genera una falta de confianza en los inversionistas que a su vez se
reflejará en fuertes caídas en la Bolsa de valores, caída de precios de
los activos y un colapso en la economía real.
Llega a la
conclusión de que la economía de mercado no puede evitar una recesión,
porque "no hay suficiente demanda final". También relaciona esta falta
de demanda a un largo período en que el capital ha exprimido a la mano
de obra, y la proporción de los beneficios ha aumentado a expensas de
los salarios.
Destaca la intensificación de la explotación, los salarios
reales estancados o en descenso, y los niveles sin precedentes de la
desigualdad como un elemento central para el estado turbulento de la
economía en el mundo. (...)
"Este estado de agitación perpetua es la revolución permanente del
capitalismo y creo que va a estar con nosotros en cualquier futuro que
sea realísticamente imaginable. Sólo hemos recorrido una parte del
camino de una crisis financiera que pondrá muchas más cosas patas
arriba".
¿Qué conclusión saca Gray de todo esto? Sólo esto: que
el capitalismo está destruyendose a sí mismo: "El capitalismo ha
conducido a una revolución, pero no a la que Marx esperaba. El
apasionado pensador alemán odiaba la vida burguesa y miraba hacia el
comunismo para destruirlo. Tal y como él predijo, el mundo burgués ha
sido destruido".
Pero luego añade: "No fue el comunismo quien lo
hizo. Es el capitalismo el que ha matado a la burguesía". Esta es una
conclusión de lo más peculiar. La burguesía no ha sido "matada" en
absoluto, por usar la terminología melodramática de Gray. Está muy viva.
Tiene en sus manos la tierra, los bancos y las grandes corporaciones.
Toma todas las decisiones fundamentales que afectan a la vida y el
destino de millones de personas en el planeta. (...)
"Marx dio la bienvenida a la autodestrucción del capitalismo. Estaba
seguro de que se produciría una revolución popular que instauraría un
sistema comunista que sería más productivo y mucho más humano. Marx
estaba equivocado sobre el comunismo.
Donde fue proféticamente correcto
fue en su comprensión de la revolución del capitalismo. No es sólo la
inestabilidad endémica del capitalismo lo que él entendió, aunque en
este sentido era mucho más perspicaz que la mayoría de los economistas
de su época y la nuestra".
Pero ¡espere un minuto, señor Gray!
¿De verdad se imagina que una crisis que está arrojando el mundo al
caos, que condena a millones de personas al desempleo, la pobreza y la
desesperación, que le roba a la juventud su futuro y destruye la salud,
la vivienda, la educación y la cultura… que todo esto puede ocurrir sin
que se produzca una crisis social y política? ¿No puede ver que la
crisis del capitalismo está preparando las condiciones para la
revolución en todas partes?
Esto ya no es una propuesta teórica.
Es un hecho. Si tomamos sólo los últimos doce meses, ¿qué vemos? Los
movimientos revolucionarios se han producido en un país tras otro:
Túnez, Egipto, Grecia, España… Incluso en los Estados Unidos tenemos el
movimiento "Okupa Wall Street" y antes que éste tuvimos las protestas
masivas de Wisconsin. (...)
"Durante los últimos 25 años, el abismo entre los ingresos de los
ricos y los pobres se ha ido profundizando. La disparidad que comenzó a
desarrollarse en los EE.UU. y el Reino Unido a finales de la década de
1970 se ha ido extendiendo.
Un estudio de la OCDE publicado en mayo
mostró que países como Dinamarca, Alemania y Suecia, que
tradicionalmente han tenido una baja desigualdad, ya no se escapan".
"El
resultado es que en el Occidente industrializado el ingreso promedio
del 10 por cien más rico de la población es de aproximadamente nueve
veces mayor que el del 10 por ciento más pobre. Esa es una diferencia
enorme. Y si la comparación se hace entre, por ejemplo, la paga de los
directores de las grandes empresas en comparación con la de su personal,
la diferencia es asombrosa.
En muchos casos, los directores ganan 200
veces más que sus trabajadores peor remunerados. En algún momento, esta
diferencia excesiva va a causar problemas. ¿Ha llegado ese momento?".
Para volver de nuevo a 1848. (...)
"Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen
todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen
nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las
condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la
propia sociedad antigua.
Por eso, la humanidad se propone siempre
únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se
encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o,
por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su
realización".
Las soluciones a los problemas a los que nos
enfrentamos ya existen. Durante los últimos 200 años, el capitalismo ha
creado una fuerza productiva colosal. Pero es incapaz de utilizar este
potencial al máximo. La crisis actual es sólo una manifestación del
hecho de que la industria, la ciencia y la tecnología han crecido hasta
el punto en que no se pueden contener en los estrechos límites de la
propiedad privada y el Estado nacional. (...)
De hecho, la verdadera historia de nuestra especie sólo se iniciará
cuando se ponga fin a la esclavitud de la sociedad de clases y
comencemos a establecer el control sobre nuestras vidas y destinos. Esto
es lo que el socialismo realmente es: el salto de la humanidad desde el
reino de la necesidad al reino de la libertad.
La crisis actual
no es más que una manifestación de la rebelión de las fuerzas
productivas contra estas limitaciones sofocantes. Una vez que la
industria, la agricultura, la ciencia y la tecnología sean liberadas de
las restricciones sofocantes del capitalismo, las fuerzas productivas
serían capaces de satisfacer inmediatamente todas las necesidades
humanas sin ninguna dificultad.
Por primera vez en la historia,
la humanidad estaría libre para desarrollar todo su potencial. Una
reducción general del tiempo de trabajo constituiría la base material
para una auténtica revolución cultural. La cultura, el arte, la música,
la literatura y la ciencia se elevarían a alturas inimaginables." (Rebelión, 08/12/2011, ¡Marx tenía razón!, de Alan Woods,luchadeclases.org)
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