"El zumbido y el revuelo que está produciendo el asunto de las abejas
se intensifica. Están desapareciendo colonias enteras y la gente quiere
saber quién es el culpable. Esta situación ha hecho que las todas
miradas se dirijan a los neonicotinoides, un grupo de insecticidas.
Todo comenzó con un informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, EFSA.
Aunque el informe no especifica que estos pesticidas sean la causa de
la mortalidad de las abejas, sí concluye que presentan enormes riesgos
inherentes.
El resultado inmediato fue que los neonicotinoides pasaron a formar parte de la agenda europea. El maltés Tonio Borg,
comisario europeo de Salud y Consumo, realizó una propuesta a finales
de enero para prohibir el uso de tres importantes neonicotinoides
(imidacloprida, tiamethoxam y clotianidina), en especial en el cultivo
del maíz, el algodón, el girasol y la semilla de colza.
Su intención era
que la prohibición entrara en vigor a partir del 1 de julio de 2013 y
que se evaluara su efecto transcurridos dos años. El comité permanente
de expertos de los Estados miembros iba a revisar el informe el 25 de
febrero. Sin embargo, esta reunión se ha pospuesto hasta mediados de
marzo.
Según se comenta, la industria está preparando una serie de acciones
legales y reclamaciones por daños. Ni el departamento de Neither Borg,
ni el fabricante Syngenta están dispuestos a responder ante este
supuesto. Al parecer, la propuesta se ha cambiado y se ha ampliado su
alcance para que incluya también el cultivo de frutas.
La Comisión envió al comité permanente una carta que contiene una
sección poco habitual en la que indica que el texto del borrador debe
enviarse a los productores. Se esperan sus respuestas antes del 1 de
marzo. Al mismo tiempo, la carta expone “que hay indicios de que los
productos ya no cumplen los criterios de la aprobación anterior”.
De este modo, parecería que la Comisión pretende protegerse de
cualquier acción legal. Después de todo, los fabricantes, que son
gigantes como Bayer y Syngenta, no se van a quedar parados sin luchar.
Se han publicado avisos de páginas completas en los periódicos y se han
escrito cartas a los Gobiernos nacionales.
También predicen la pérdida
de 50.000 empleos y una pérdida financiera de 4.500 millones. La otra
parte afirma que esta cifra es una minucia si se compara con los 153.000
millones de euros que generan las abejas al polinizar libremente otros
cultivos. (...)
El Parlamento Europeo defiende ampliamente la aplicación de una
medida para combatir el problema. Bart Staes, miembro del Parlamento
Europeo de los Verdes, convenció a cientos de sus compañeros de
distintos partidos para que firmaran una carta dirigida al comisario
Borg en la que pedían la prohibición total.
Sin embargo, Bart Staes admite que el nivel de oposición no deja de
aumentar. "No existe un consenso entre los Estados miembros. España y
Gran Bretaña se muestran reticentes y Alemania también está causando
problemas. Sólo sería necesario que un par de países más hicieran lo
mismo para que la propuesta la bloqueara una minoría en el Consejo de
ministros".
Sin embargo, para la organización flamenca de la naturaleza Natuurpunt
la propuesta europea no es en absoluto lo bastante exhaustiva. “Debe
aplicarse una prohibición general”, explican Jens D'Haeseleer (experto
en abejas) y Annelore Nys (experta en agricultura). “Los pesticidas en
cuestión son extremadamente tóxicos, 7.000 veces más venenosos que el DDT.
Acaban en la tierra y en el agua, donde se desintegran de una forma
extremadamente lenta”. El argumento contrario es que las sustancias se
diluyen en gran medida y que las abejas sólo están expuestas a dosis
bajas. “Incluso la exposición prolongada a cantidades pequeñas las
debilita y las hace más propensas a sufrir enfermedades. Es algo similar
al SIDA”, afirma D'Haeseleer.
El catedrático Dirk de Graaf, especialista en abejas de la
Universidad de Gante, sigue mostrándose escéptico. Basándose en las
investigaciones llevadas a cabo por las Universidades de Wageningen y
Gante, De Graaf concluye que, aunque es cierto que las abejas mueren
como resultado de los neonicotinoides en un entorno de laboratorio, el
índice es mucho menor en el exterior, en las proximidades de sus
colmenas.
En su opinión, el ácaro varroa
es el principal causante de la muerte de las abejas. Pone como ejemplo a
Australia, donde se utilizan neonicotinoides en la agricultura y donde
no se encuentra el ácaro varroa. Allí los índices de mortalidad son
mucho menores. "El insecticida es un elemento de la ecuación, pero no es
el único”, explica y añade que, “una prohibición tendrá algún efecto,
pero no resolverá el problema”.
Para muchas personas, el destino de las abejas es una cuestión emocional. Una petición en el sitio web de Avaaz consiguió 2,5 millones de firmas en 36 horas. Además, se va estrenar el documental titulado More Than Honey [Más que miel] el 20 de marzo. Si la película tiene éxito, no es probable que todo este revuelo disminuya en breve." (Presseurip, 1 marzo 2013, De Standaard
Bruselas)
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