"Estos últimos días, los periódicos suecos se han visto
desbordados con artículos sobre Husby y sobre el resto de los barrios
periféricos de su época. La interpretación que se puede hacer es múltiple. Por
una parte, se han cerrado recientemente instituciones como clínicas de
preparación al parto, correos y bancos. Por otra, un programa social se ha
tragado millones de coronas dedicadas al barrio.
El colegio de Husby dispone de
más recursos que muchos otros de la región de Estocolmo. Sin embargo, sólo el
64 % de los alumnos que salen de él consiguen el graduado. El 65% de los 12.200
habitantes de Husby nació en el extranjero. El 38% son jóvenes de entre 20 y 25
años que ni estudian ni trabajan.
Les queda poco, se les ha quitado el carné
que les daba derecho a precios reducidos en el transporte público. Si se toca
el fondo en Husby, no hay nada que hacer y no hay forma de escaparse.
Veo un vínculo directo entre los jóvenes y los prisioneros que
hacen huelga de hambre en Guantánamo. No tienen nada que perder. Su única arma
es su cuerpo. El Gobierno conservador afirma que todo trabajo merece un
salario, pero al mismo tiempo, gracias a que la inflación baja, nuestra
sociedad es muy rentable.
Un obrero de la fábrica de camiones Scania produce hoy en día
cuatro veces más que hace veinte años. La mayoría de los trabajos no
cualificados se eliminaron escudándose en la racionalización, y el escaso
número que subsiste mantiene una lucha encarnizada. Se presentan varios cientos
para un puesto de técnico de superficie de noche. El sueldo es miserable y las
condiciones de trabajo son aún peores.
Firmado: Zlatan
El 99% de quienes lanzan piedras son chicos o jóvenes. No luchan
solo contra la policía y los bomberos. Luchan también contra su propia imagen.
En la escuela sueca, los chicos sacan peores notas que las chicas en todas las
asignaturas.
Hace algunos años, los chicos les superaban en las materias
técnicas, pero cuando se impuso a los alumnos que explicasen lo que hacían, las
chicas también los superaron es ese campo.
Suecia se encuentra hoy en día desbordada de chicas jóvenes
inteligentes, las “nuevas suecas de primera generación” [nacidas de la primera
generación de inmigrantes]. La más popular es Gina Dirawi [nacida en Suecia en
1990 de padres palestinos de Líbano]. Empezó su carrera haciendo divertidos
cortometrajes que subió a YouTube. Apenas unos años más tarde, miren quien
presenta el concurso [nacional] de Eurovisión. Y muchas otras son como ellas.
Únicamente hay un ejemplo masculino de alguien que haya llegado
a lo más alto empezando desde abajo, el del futbolista Zlatan Ibrahimovic, que
nació y creció en Rosengard, en Malmö. La semana pasada, logró una de sus metas
porque jugó con la selección nacional sueca.
Zlatan quiere convertirse en el
mejor jugador de todos los tiempos y en el mayor goleador. Todavía le quedan
11. Si se va en bicicleta del centro de Malmö a Rosengard, se atraviesa un
túnel. A la entrada del túnel, está escrito: “Se puede sacar a un chico de
Rosengard, pero no se puede sacar Rosengard de un chico. Zlatan.”
Para algunos, el extrarradio se convierte en una medalla que uno
lleva puesta toda la vida. Pero únicamente sirve para quienes se van. Para
quienes se quedan es un estigma del que resulta imposible deshacerse.
No importa el número de piedras que se lancen o cuántos coches
se incendien, el estigma siempre será visible.
En la nueva Suecia, muchos gozan de mejores condiciones de vida.
Como yo. Vivo en el centro de la ciudad, gano un sueldo más que decente, y
puedo viajar por el mundo. Me alejo constantemente del centro.
Y al mismo
tiempo, me aterroriza el miedo a fracasar y caer en lo más bajo. Sé que si eso
pasa, nadie podrá salvarme. Mis hijos y yo estaremos tan perdidos como quienes
lanzan piedras." ('Suecia: Cómo se echó a perder mi ciudad' de
Viggo Cavling, Sin Permiso, 02/06/2013)
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