7/6/13

En la nueva Suecia, muchos gozan de mejores condiciones de vida. Como yo. Y al mismo tiempo, me aterroriza el miedo a fracasar y caer en lo más bajo

"Estos últimos días, los periódicos suecos se han visto desbordados con artículos sobre Husby y sobre el resto de los barrios periféricos de su época. La interpretación que se puede hacer es múltiple. Por una parte, se han cerrado recientemente instituciones como clínicas de preparación al parto, correos y bancos. Por otra, un programa social se ha tragado millones de coronas dedicadas al barrio.
  El colegio de Husby dispone de más recursos que muchos otros de la región de Estocolmo. Sin embargo, sólo el 64 % de los alumnos que salen de él consiguen el graduado. El 65% de los 12.200 habitantes de Husby nació en el extranjero. El 38% son jóvenes de entre 20 y 25 años que ni estudian ni trabajan.
 Les queda poco, se les ha quitado el carné que les daba derecho a precios reducidos en el transporte público. Si se toca el fondo en Husby, no hay nada que hacer y no hay forma de escaparse.
Veo un vínculo directo entre los jóvenes y los prisioneros que hacen huelga de hambre en Guantánamo. No tienen nada que perder. Su única arma es su cuerpo. El Gobierno conservador afirma que todo trabajo merece un salario, pero al mismo tiempo, gracias a que la inflación baja, nuestra sociedad es muy rentable.
Un obrero de la fábrica de camiones Scania produce hoy en día cuatro veces más que hace veinte años. La mayoría de los trabajos no cualificados se eliminaron escudándose en la racionalización, y el escaso número que subsiste mantiene una lucha encarnizada. Se presentan varios cientos para un puesto de técnico de superficie de noche. El sueldo es miserable y las condiciones de trabajo son aún peores.
Firmado: Zlatan
El 99% de quienes lanzan piedras son chicos o jóvenes. No luchan solo contra la policía y los bomberos. Luchan también contra su propia imagen. En la escuela sueca, los chicos sacan peores notas que las chicas en todas las asignaturas.
Hace algunos años, los chicos les superaban en las materias técnicas, pero cuando se impuso a los alumnos que explicasen lo que hacían, las chicas también los superaron es ese campo.
Suecia se encuentra hoy en día desbordada de chicas jóvenes inteligentes, las “nuevas suecas de primera generación” [nacidas de la primera generación de inmigrantes]. La más popular es Gina Dirawi [nacida en Suecia en 1990 de padres palestinos de Líbano]. Empezó su carrera haciendo divertidos cortometrajes que subió a YouTube. Apenas unos años más tarde, miren quien presenta el concurso [nacional] de Eurovisión. Y muchas otras son como ellas.
Únicamente hay un ejemplo masculino de alguien que haya llegado a lo más alto empezando desde abajo, el del futbolista Zlatan Ibrahimovic, que nació y creció en Rosengard, en Malmö. La semana pasada, logró una de sus metas porque jugó con la selección nacional sueca. 
Zlatan quiere convertirse en el mejor jugador de todos los tiempos y en el mayor goleador. Todavía le quedan 11. Si se va en bicicleta del centro de Malmö a Rosengard, se atraviesa un túnel. A la entrada del túnel, está escrito: “Se puede sacar a un chico de Rosengard, pero no se puede sacar Rosengard de un chico. Zlatan.”
Para algunos, el extrarradio se convierte en una medalla que uno lleva puesta toda la vida. Pero únicamente sirve para quienes se van. Para quienes se quedan es un estigma del que resulta imposible deshacerse.
No importa el número de piedras que se lancen o cuántos coches se incendien, el estigma siempre será visible.
En la nueva Suecia, muchos gozan de mejores condiciones de vida. Como yo. Vivo en el centro de la ciudad, gano un sueldo más que decente, y puedo viajar por el mundo. Me alejo constantemente del centro. 

Y al mismo tiempo, me aterroriza el miedo a fracasar y caer en lo más bajo. Sé que si eso pasa, nadie podrá salvarme. Mis hijos y yo estaremos tan perdidos como quienes lanzan piedras."      ('Suecia: Cómo se echó a perder mi ciudad' de Viggo Cavling, Sin Permiso, 02/06/2013)

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