"Si las clases bajas no ofrecen un buen ejemplo, ¿para
qué sirven? Como clase, parecen no tener ningún sentido de la
responsabilidad moral". Oscar Wilde pretendía ser irónico cuando hizo
que Algernon, personaje de La importancia de llamarse Ernesto,
pronunciara estas palabras.
Ahora vivimos en una época en que personajes
muy reales están claramente a la altura del aristócrata imaginado por
Wilde.
Gente como el multimillonario Stephen
Schwarzman (patrimonio personal: 6.500 millones de dólares), consejero
delegado del fondo de capital riesgo Blackstone. Cuando le preguntaron
por los problemas fiscales de EEUU, se fijó en el 45% de sus
compatriotas que no pagan impuesto federal de la renta: "Se trata de que
estamos todos juntos metidos en esto.
La idea de que la mitad de la
gente no esté implicada en el impuesto sobre la renta es algo extraña.
No voy a decir cuánto tiene que pagar la gente, pero todos deberíamos
ser parte del sistema".
Ese 45% está formado
principalmente por contribuyentes que no llegan al mínimo exento para
pagar impuestos directos, parados, estudiantes o jubilados. Obviamente
sí pagan impuestos indirectos.
Schwarzman quiere que
paguen más los que menos tienen. Se diría que los considera unos
privilegiados. Algernon suscribiría encantado esa tesis. No es eso lo
que indica la realidad fiscal de EEUU. Los 400 contribuyentes más ricos
(ingresos medios: 200 millones) pagan cerca del 20% de sus ingresos en
impuestos, aproximadamente el mismo porcentaje que corresponde a los que
ganan entre 200.000 y 500.000 dólares.
En 2009, 116 de esos 400 multimillonarios pagaron menos del 15% en impuestos. (...)
"Un aspecto de la equidad que está profundamente
arraigado en los valores de EEUU es la igualdad de oportunidades",
escribe Joseph Stiglitz en el libro El precio de la desigualdad.
"EEUU siempre se ha considerado a sí mismo un país donde hay igualdad de
oportunidades. Las historias de Horatio Alger, sobre individuos que
desde abajo conseguían llegar a lo más alto, forman parte del folclore
estadounidense.
Pero poco a poco (…) el sueño americano que consideraba
este país como una tierra de oportunidades empezó a ser simplemente eso:
un sueño, un mito reafirmado por anécdotas e historias, pero no
respaldado por los datos. La probabilidad de que un ciudadano
estadounidense consiga llegar a lo más alto partiendo desde abajo es
menor que la que tienen los ciudadanos de otros países industrializados
avanzados".
Lo mismo se puede decir de otro mito, el
que dice que si los de arriba no se esfuerzan lo suficiente, ellos o sus
hijos se verán superados por ciudadanos más avispados. Puede ser cierto
con las empresas, incluidas algunas muy grandes, pero no con las
personas. (...)
En 2005, tres economistas de Citigroup le dieron forma de manera provocadora al acuñar el término plutonomía
para referirse a la economía de EEUU, Reino Unido y Canadá: el
crecimiento económico era básicamente producto del gasto de los
superricos, una minoría privilegiada, y ellos eran los principales
beneficiarios. Era ese 1% del que tanto se habló después gracias a las
movilizaciones de Occupy Wall Street.
Esta ola
de riqueza ilimitada de una élite muy selecta se había dado antes "en
la España del siglo XVI, la Holanda del siglo XVII, la Edad Dorada (en
EEUU tras la guerra civil), y los años 20 (en EEUU)", decían los
autores. En el reparto de ingresos y consumo los privilegiados marcan el
ritmo de la economía.
El 1% de los más ricos gana al año tanto como el 60% más
pobre. En cifras absolutas, un millón de hogares recibe tantos ingresos
como 60 millones de hogares. Su patrimonio es similar al del 90% más
pobre.
Los abogados de Citigroup han amenazado en
varias ocasiones con acciones legales a las webs que han reproducido el
estudio, lo que hace que aparezca y desaparezca de Internet con una
cierta frecuencia.
En el mundo financiero, da mala imagen verse asociado
a tamaño gesto de sinceridad. Otros datos confirman la idea de los
autores del informe. Según Moody’s Analytics, el 5% más rico fue
responsable del 37% del consumo en 2010, sólo 2,5 puntos menos que lo
que gasta el 80% de la población en la escala inferior.
Si es verdad que la desigualdad se reduce durante las recesiones, en
esta última ha ocurrido lo contrario. Entre 2007 y 2009 aumentó. Según
Gallup, entre mayo de 2009 y mayo de 2011, el consumo diario creció un
16% en el caso de los norteamericanos que ganan más de 90.000 dólares al
año. En el resto, no experimentó una variación significativa.
La recuperación de la Bolsa, que desde el año pasado
disfruta de un impulso alcista, está muy por encima de lo que ocurre en
el mercado laboral. Es la salida de una recesión con la recuperación de
empleo más anémica que se recuerda allí.
Los que más tienen reciben una
parte mayor de sus ingresos gracias a las inversiones en Bolsa, con lo
que por ahí es lógico que exista una diferencia. Además, el valor de las
viviendas se ha reducido tras el estallido de la burbuja, y ese suele
ser el mayor activo de patrimonio de la clase media.
Por eso, se produce un incremento del 1,6% de la desigualdad de
ingresos en 2011, el mayor aumento anual en las dos últimas décadas,
según datos de la oficina del censo difundidos en septiembre de 2012. La
tasa de pobreza se ha mantenido estable con respecto al año anterior,
pero la nueva realidad comienza a abrirse paso en la conciencia del
país.
Una tercera parte de los norteamericanos se sitúa a sí mismo en la
clase baja o media baja, cuando cuatro años antes eran el 25%. En la
cúspide todo se ve mejor. El 5% más rico (con ingresos superiores a
186.000 dólares) ve aumentado su porcentaje de la tarta nacional en un
5% en un solo año. (...)
El escaparate más sonrojante de esa situación está formado por los
salarios de los consejeros delegados (CEO) de las grandes empresas.
Bloomberg reunió los datos de las remuneraciones totales de los CEO de
las empresas que cotizan en el índice S&P 500. Su estimación es que
la ratio frente al sueldo medio de sus trabajadores es de 204-1. En
algunas empresas, la diferencia es inmensa: JC Penny (1.795-1),
Abercrombie (1.640-1), Oracle (1.287-1), Starbucks (1.135-1), CBS
(1.111-1), Nike (1.050-1). (...)
La fascinación por la vida de los de arriba y la
esperanza inquebrantable en que con trabajo duro se podrá llegar muy
lejos han sido un elemento de cohesión social imprescindible en la
sociedad norteamericana.
Todo parecía posible, fuera cierto o no. Gatsby
anhelaba de joven esa "luz verde" en la mansión de los Buchanan,
símbolo de lo que quería alcanzar. Después, otros anhelaban poder
compartir el misterio y la riqueza de Gatsby.
¿Pero
es posible sentarse algún día en la mesa del 1%? Scott Fitzgerald fue en
cierto modo el primero en utilizar el concepto del 99% que se ha visto
estos años en tantas pancartas de denuncia de la crisis económica.
En un cuento poco conocido –Los nadadores,
publicado en 1929, sólo cinco días antes del crash–, una mujer francesa
ve a un grupo de alegres jóvenes norteamericanas en la playa con todo
el futuro por delante. Le dice a su marido que los sueños de las chicas
no son más que sueños. Casi todas quedarán decepcionadas: "Es la
historia que les han contado. Y al final le ocurre sólo a una, no a 99".
¿Llegará el momento en que el 99% vea que ese sueño es inalcanzable?" (Iñigo Sáenz de Ugarte
, eldiario.es, 19/10/2013)
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