"Entrevistamos a Pere López Sánchez, profesor especializado en geografía
social y en la historia del espacio barcelonés. Con "Rastros de rostros
en un prado rojo (y negro) Las Casas Baratas de Can Tunis en la
revolución social de los años treinta" (Virus, Barcelona, 2013) ha
rescatado las voces y los testimonios de un barrio en su lucha por
mejores condiciones de vida y por la transformación social. (...)
Ellos están hartos y yo también, y en parte una de las razones del libro
es romper con el estigma que les acosó y les acosa.
Ellos lo resumían
diciendo que en el barrio, cómo no, había de todo, como en todos los
sitios, pero también que abundaba la gente trabajadora y luchadora y que
por eso pringaron como pringaron, que no se merecen tantos insultos y
esa mala fama que se ha difundido siempre de ellos. (...)
En los mayores además habría ese pundonor de no soportar las
barbaridades, las mentiras descabelladas, que les echaban encima. Ramón y
Sebas, vegetarianos y naturistas, no entendían cómo los tildaban de
sanguinarios. Encarna se sulfuraba solo recordar la de memeces (decía
ella) que les endilgaron.
Algo de ese dolor si que transmitían… Fue
Tomás que me recordó aquello de que “llevábamos un mundo nuevo en
nuestros corazones” para que nos hayan maltratado de esta manera, ayer y
hoy.
Entre los hijos o nietos de los protagonistas de aquella revolución
social la sorpresa ha sido que más que quedarles lejos era que no tenían
apenas noción de lo que ocurrió, de la implicación de sus familiares.
En ellos, a menudo, encontré las mayores barreras; sus recuerdos eran de
mucha hambre, penurias, etc. y poco más. (...)
Lucha por una vivienda digna, mejores condiciones de trabajo, etc.
Son reivindicaciones que hoy en día sigue con total vigencia. ¿Qué nos
puede legar en la actualidad la lucha de los trabajadores en las décadas
de 1920 y 1930?
Su legado podría ser su constancia, aun con la toda la represión que
les caía encima, en unas prácticas críticas llevadas a todos los
terrenos, sin distinguir o poner prioridades entre las esferas laborales
o de la producción y las territoriales o de la reproducción social.
Benito Maldonado, por ejemplo, fue comisionado por el barrio en la larga
huelga de alquileres, también fue portavoz en el largo conflicto de las
extracciones de arenas, además, al mismo tiempo, fue dinamizador del
cuadro escénico del Ateneo Cultural de Defensa Obrera y socio y
pregonero de la OSO --la Organización Sanitaria Obrera--.
Y como Benito otros muchos, y ese ser muchos y arraigados en el
barrio creo que sería otro signo destacable de sus luchas. Además
añadiría que se cuidaron mucho de ensamblar la mejora material con la moral.
De ahí que se volcaran al autoaprendizaje colectivo, que pensaran y
pusieran en práctica otra idea de salud (la OSO ya disponía de una
especialidad en medicina naturista y homeopatía), que en su Ateneo se
prodigaran en el “teatro proletario” (la primera que representaron fue
precisamente Tierra y Libertad) y en charlas que además de abordar las
cuestiones más latentes (por ejemplo los negocios del agua cuando se la
cortaban como represalia por su huelga de alquileres) encaraban como
querían la sociedad futura.
A lo largo de la obra comprobamos la importancia de la actividad de
la CNT. Una CNT enraizada en la clase obrera y que servía como vehículo
de mejora de la clase obrera. Esta visión real aleja las visiones de una
CNT alejada de la realidad y con pretensiones oscuras. ¿Crees que lo
que caracterizó al anarcosindicalismo español en aquellos años fue el
pragmatismo (entendido éste como estar en la realidad de las luchas del
momento)?
Me temo que en la pregunta anterior ya he respondido en buena parte a
lo que me planteas. No sé si valdría la pena matizar lo de una CNT
enraizada en la clase obrera, porque me suena un poco a lo del huevo y
la gallina.
Como organización la CNT era la expresión de la autonomía
obrera, es decir no venía o caía de afuera, surgía y se extendía desde
abajo; tampoco era cosa de unos pocos buscando o pretendiendo que los
más se apuntaran. No sé.
La cuestión del pragmatismo, si se entiende en el sentido de estar en
las luchas del momento en aquella barriada no cabe ninguna duda. Pero
al mismo tiempo también se volcaron en las huelgas insurreccionales de
entonces. Congeniaron, como pudieron, el combate por las mejoras
inmediatas del día a día con sus ansias de emancipación, me parece.
Perseguidos por la dictadura de Primo de Rivera, maltratados en
muchos momentos por las instituciones republicanas, combatientes en la
Guerra Civil como revolucionarios y perseguidos hasta el exterminio por
los nazis y, sobre todo, por el Franquismo. ¿Cual es el impacto de todo
esto entre los protagonistas que pudiste hablar?
Lo cierto, cosa lógica, es que no pude hablar con muchos
protagonistas directos de aquellos acontecimientos revolucionarios. Si
con algunos más que entonces eran críos o adolescentes, o que
participaron de algún modo en la resistencia libertaria contra el
Franquismo.
Por lo general eran del criterio de que volverían a
implicarse como lo hicieron, aunque igual, y después de las experiencias
horrorosas que padecieron tras la derrota, lo harían de otro modo,
comentaban que aunque después han sido tratados como asesinos se
comportaron de una manera demasiado ingenua, bondadosa.
De hecho,
remarcaban que en el barrio las purgas no llegaron a la sangre y que en
cambio después la venganza fue mucho mayor, incluso con algunos que
habían mostrado clemencia. De las peripecias posteriores para
sobrevivir, ya en el exilio allende las fronteras o interior, torcían el
morro, preferían no hablar demasiado, y algunos expresaban abiertamente
que la cacareada recuperación de la memoria histórica a ellos nos les
ha llegado.
Manolo Fornés, detenido con 19 años en 1949, que se pasó 16
años en los presidios tras salvarse de una primera petición de pena de
muerte, todavía está reivindicando junto a otros compañeros que se
reconozca su lucha activa en el movimiento libertario contra el
franquismo. (...)" (Diagonal, 15/10/2013)
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