"Cada año, medios de gran difusión en
EEUU publican informes que intentan mostrar que la mayoría de la
población en EEUU es y se considera clase media. La manera de alcanzar
dicha conclusión es preguntando a la nación si se considera de clase
alta, de clase media o de clase baja.
Puesto que el encuestado asume que
clase alta son los ricos y clase baja los pobres, la gran mayoría
contesta clase media, respuesta que carece de valor analítico, pues solo
indica que la mayoría de la población no se considera ni rica ni pobre.
Es interesante subrayar que, en las
pocas ocasiones en las que a la población de EEUU se le ha preguntado si
es de clase alta, de clase media o de clase trabajadora, hay más
ciudadanos y residentes estadounidenses que se definen de clase
trabajadora que de clase media.
Este resultado se da también en España,
como bien muestra la mejor analista de la estructura social en España,
la Catedrática de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, la
Dra. Marina Subirats (Barcelona: de la necesidad a la libertad. Las
clases sociales en los albores del siglo XXI. 2012).
Es más, los estudios de mayor
credibilidad de la estructura social de Estados Unidos muestran que la
clase social de las personas es una de las variables más importantes
para conocer sus hábitos culturales, su percepción de las políticas
públicas, su comportamiento electoral, su manera de vestir, el tipo de
vivienda que ocupa, el barrio de la ciudad donde vive, e incluso el
acento en su lenguaje, además de la manera de expresarse.
Ni que decir
tiene que otras variables sociológicas –tales como raza y género- juegan
un papel importante en definir la pertenencia social del ciudadano
encuestado a la estructura social. Pero la variable clase social juega
un papel determinante.
Es más, muchas de las características que se
observan en otros colectivos –como la mortalidad mayor entre los negros
que entre los blancos- no tiene nada que ver con la raza, sino con la
clase social en la que el racismo coloca a los negros, forzándoles a
ubicarse en la clase trabajadora no cualificada, que tiene mayor
mortalidad que la clase trabajadora cualificada y que las clases medias.
El proyecto político de negación de clases sociales
En EEUU, la desaparición del análisis y
del discurso de clases es un indicador del enorme dominio de la clase
capitalista en los mayores medios de producción y reproducción de
valores.
A mayor dominio de la vida política y mediática de un país por
parte de la clase capitalista –que en EEUU es conocida como la Corporate
Class (la clase constituida por los grandes propietarios y gestores de
las grandes corporaciones financieras e industriales)-, mayor es la
dilución y desaparición del discurso de clase, convirtiéndose la mayoría
en la categoría de clases medias.
Y el objetivo de tal desaparición es
múltiple. Uno, de gran relevancia, es el intento de que desaparezca la
conciencia de clase entre la clase trabajadora (que constituye la
mayoría de la ciudadanía), transfiriendo el debate político al mundo del
consumo, dividiendo a la población sobre sus ingresos y consumo, y
distanciando ese debate del mundo de la producción y de la distribución
de bienes y servicios.
Otro objetivo, relacionado con el
anterior, es evitar que se analice la realidad
político-económico-mediática desde el punto de vista de las clases
sociales, ocultando el conflicto entre las clases sociales, y muy en
particular entre la clase capitalista y las otras clases, y muy en
especial con la clase trabajadora.
Lucha de clases es un término
inexistente en los medios de información y en la cultura del país. La
americanización de la cultura política y mediática europea (un fenómeno
muy acentuado en España) hace que también hayan desaparecido el análisis
y la narrativa de clases sociales, siendo sustituidos por la tipología
de ricos, clases medias y pobres.
El problema es mucho más que el 1%
Dentro del esquema ricos, clase media y
pobres, ha aparecido dentro del movimiento radical contestatario
estadounidense (en el movimiento Occupy Wall Street) la imagen de que
EEUU se divide entre el 1% de la población (los miembros de la Corporate
Class) y todos los demás. Basada en el estudio de Joseph Stiglitz, que
señala que el 1% del mundo controla los medios de producción, se deriva
esta interpretación de estructura social en EEUU.
Esta imagen del 99%
contra el 1% es, sin embargo, dramáticamente insuficiente y puede llevar
a infravalorar el enorme problema de la transición desde el sistema
actual a un nuevo sistema que permita responder a las necesidades de la
mayoría de la población en lugar de continuar un sistema de acumulación
de capital.
Como bien me indicaba un
compañero sindicalista en Baltimore (donde está ubicada la The Johns
Hopkins University), “ya desearía yo que el problema se centrara en solo
el 1%. Sería más fácil cambiar ese sistema”. El 1% necesita para su
dominio y reproducción otro 9% (algunos consideran 14%) que incluye los
gestores del sistema, y cuya situación privilegiada deriva de sus
servicios al 1%.
Dicho estrato social, que incluye grandes sectores de
la burguesía, pequeña burguesía y clase media profesional de renta
elevada, no existiría en otro sistema cuyo objetivo fuera servir a las
necesidades de la población en lugar del objetivo de acumular capital.
Entre ellos están los grandes gestores y portavoces de los mayores
medios de información. De ahí que el problema sea mayor que eliminar el
poder del 1%.
Pero, por otra parte, el 99% está
dividido en distintas clases sociales, que tienen intereses distintos
que hay que compatibilizar dentro del proyecto reformador, teniendo en
cuenta que las clases trabajadoras tienen mayor vocación transformadora
que las clases medias (al estar más explotadas).
No ser sensible a estas
diferencias está llevando a las izquierdas políticas a un desastre,
como estamos hoy viendo con gran número de partidos socialdemócratas que
están perdiendo sus bases electorales."
(Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista TEMAS PARA
EL DEBATE, diciembre de 2013, y en la columna “Pensamiento Crítico” en
el diario PÚBLICO, 11 de diciembre de 2013, en www.vnavarro.org, 09/12/2013)
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