"(...) ya no es una cuestión de opiniones que las computadoras vayan a hacer
algunas de las muchas cosas asombrosas que el conferenciante
mencionaba. Y me preocupa que la respuesta a la pregunta sobre qué
significará para nosotros sea que las computadoras nos vayan a hacer
sentir marginados y desmoralizados.
Me preocupa que Big Blue ganara a
Garry Kasparov al ajedrez. Me deprimí por un momento cuando su sucesora
ganó a sus competidores en Jeopardy. ¡Y por supuesto sabemos que las
máquinas ya componen obras muchísimo mejores que las de John Cage en
cuanto a interés y escuchabilidad!
Debe preocuparnos que las máquinas vayan a ser un devastador problema
moral para nosotros cuando hagan mejor que nosotros cualquier trabajo
que podamos hacer. ¿Qué significa para los pilotos de avión que una
máquina pueda hacer mejor que ellos su trabajo?
¿Qué significará para
los contables, los planificadores financieros y los abogados cuando las
máquinas puedan realizar todas sus tareas cotidianas, como mínimo, de
manera más eficaz e infinitamente más rápida que ellos? ¿Y para los
médicos, los físicos y los psicoterapeutas?
¿Qué significará cuando ya no nos quede ningún trabajo profundo que
hacer? Cuando las máquinas siembren y cosechen cultivos sin supervisión.
Cuando las máquinas puedan diseñar otras máquinas mejores de lo que
podría imaginar cualquier humano. O ser conversadoras más amenas que el
más inteligente de tus amigos.
Steve Jobs dijo: «No es el trabajo del cliente saber lo que quiere».
Las computadoras podrían jactarse de que no es el trabajo de los humanos
saber lo que quieren.
Como a ustedes, a mí me encanta leer, escuchar música, ver películas y
obras de teatro, experimentar la naturaleza. Pero también me encanta
trabajar; sentir que lo que hago es fascinante, al menos para mí, y que
tal vez pueda mejorar las vidas de otras personas. ¿Qué significaría
para personas como usted y como yo si nuestro trabajo no tuviera sentido
y solo tuviésemos las otras cosas placenteras que hacer?
Ya sabemos qué ha supuesto la obsolescencia programada de las
máquinas para algunas poblaciones del mundo. Ya no es necesario que
nadie se haga sus propios arcos y flechas para cazar animales si no es
por motivos recreativos. O sembrar, cultivar y cosechar maíz y judías.
Algunas culturas construidas en torno a esas actividades se han
derrumbado, y han perdido prácticamente su sentido para las personas que
han sido moldeadas por ellas.
Pensemos, por ejemplo, en las tribus del
sureste indio y en los campesinos blancos de Dakota del Sur, Alabama y
Nuevo Méjico, con su ennui, su lasitud y su adicción a las drogas. Hemos
de preguntarnos si la mayoría de la gente en el mundo puede afrontar de
manera ecuánime la posibilidad de estar sin absolutamente nada que
hacer más que entretenerse.
Esto no quiere decir que las culturas no puedan evolucionar de alguún
modo para hacer aceptable, e incluso satisfactoria, la ausencia total
de trabajo. Hay culturas donde ha habido poco que hacer en lo relativo
al trabajo, y la gente parece haberlo llevado sin problemas. En algunas
culturas del sur del Pacífico la gente podría pasar con poco más que
esperar a que caiga un coco o meterse en una laguna para atrapar un pez.
En algunas culturas de África occidental, los hombres no hacían nada
que se pudiese calificar de trabajo, excepto durante un par de semanas
al año, cuando eran éstos eran esenciales para la siembra.
Y después
estaban los ricos ociosos de, por ejemplo, la Inglaterra de principios
del siglo XX, con sus interminables partidas de cartas, sus diferentes
trajes para el desayuno, la comida y la cena y las constantes
infidelidades con personas bastante atractivas. A juzgar por la PBS, [que emite series de época] era divertidísimo.
Así que quizás la posibilidad más optimista sea que nos encaminamos
hacia culturas evolucionadas que nos permitirán disfrutar del
entretenimiento perpetuo sin ningún trabajo profundo o productivo que
hacer.
Sin embargo, por desagradable que eso nos parezca, tenemos que
pensar, e incluso esperar, que podría ser una existencia absolutamente
deliciosa para nuestros tataranietos, que nos compadecerán por nuestras
ocupadas y aburridas vidas. Algunos dirían que la vanguardia ya está
aquí. Se ha descrito Portland como el lugar donde los jóvenes irían al
jubilarse." (Richard Nisbett, Traducción: Verónica Puertollano, Edge.org, en Arcadi Espada, El Mundo, 19/10/2015)
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