"A estas alturas no se puede negar que estamos en una crisis de la
democracia, disfrazada de recesión económica. Cinco claves explican gran
parte del fracaso de la democracia: el tiempo, el espacio, el dinero,
la información y la creatividad.
1- Tiempo. Cuando los
acontecimientos y las noticias son tan veloces, votar cada cuatro años
es insuficiente. Nadie se imagina que el consejo de dirección de una
empresa se reúna solo cada cuatro años. Incluso mi comunidad de vecinos
se reúne, como mínimo, una vez al año, que supera con creces el ritmo de
votación del sistema electoral. Con el sufragio, de media, un ciudadano
elige sus representantes dos o tres veces por década.
De otra parte, si
los mercados bursátiles funcionan y reaccionan al minuto, si la
corrupción y los abusos están tan extendidos, se ve difícil que las
instituciones puedan responder con eficacia a través de comisiones de
trabajo e investigación que se demoran durante meses y con unos
tribunales que prolongan los juicios durante años.
Asimismo la lentitud
de los parlamentos en sus dictámenes y el mutismo de los gobernantes
ausentes juegan con la ambigüedad para ralentizar cualquier cambio y
restar importancia a las demandas de la ciudadanía.
2- Espacio.
Decisiones que se toman en sitios remotos han roto una regla de oro de
la Unión Europea: el principio de subsidiariedad. Berlín o Bruselas
marcan la agenda, con unos informes gestados en la lejanía, insensibles a
cualquier sufrimiento o padecimiento de la población.
Ahora mismo China
es uno de los máximos compradores de deuda soberana de la eurozona,
especialmente de España e Italia. Por otro lado, las tensiones
territoriales pueden aumentar en cualquier momento, como queda patente
en la diferente interpretación del Estatut de Catalunya entre Barcelona y
Madrid. (...)
3- Dinero. Hay que reflexionar en profundidad sobre la producción
del dinero y su circulación. La ingeniería financiera, la deuda, el
crédito, los mercados y las sociedades de inversión son realidades que
escapan a unas instituciones periclitadas.
El clientelismo entre
partidos y empresarios, los paraísos fiscales, el fraude de las agencias
de calificación de riesgos, la manipulación del Libor y del Euribor, el
papel de la banca y sus contratos, la función de las empresas y su
tributación, la mitomanía del crecimiento del producto interior bruto,
todo ello conforma un magma a descifrar críticamente.(...)
4- Información. La división de poderes y la limitación del poder
dependen de una información plural de calidad. El periodismo tiene que
recapacitar seriamente sobre todos esos artículos y suplementos de
economía que ha publicado en los últimos años y que no han proporcionado
un diagnóstico certero de la situación. Los asesores económicos y los
gurús de la gestión empresarial no han servido ni para prevenir la
crisis ni para salir de ella. (...)
5- Creatividad. Al cumplir ochenta años John Dewey escribió un
texto sobre la democracia creativa. La democracia es aquella forma de
vida común que permite la inteligencia cooperativa y la creatividad de
sus miembros, incluidas las diferencias, porque los ciudadanos tienen
derecho a crear sus propias vidas.
Dewey se opuso a la distinción entre
gobernantes y gobernados, pues todos los ciudadanos son soberanos.
Siendo más joven ya dejó claro lo que no es gobernar en democracia:
“Gobierno
no significa que una clase o parte de la sociedad se imponga sobre la
otra. El gobierno no está hecho de aquellos que tienen un despacho o que
se sientan en una legislatura. Consiste en cada miembro de la sociedad
política”.
Existe un déficit más grave que el financiero:
las elites políticas y económicas presentan un déficit psicológico
extremo en su conformismo. Su mayor problema no es la prima de riesgo
soberano, sino la prima de sesgo creativo. Su falta de imaginación y
empatía es manifiesta.
Son la auténtica generación ni-ni: ni
solucionan problemas, ni dan alternativas. Creen que con una pedagogía
simplista, que trata a los ciudadanos como niños tutelados, es
suficiente.(...)
Si un presidente de gobierno declara orgulloso lo siguiente: “A veces la mejor decisión es no tomar ninguna decisión y eso es también una decisión”,
entonces queda invalidado para la creatividad democrática.
Los partidos
apáticos, los dirigentes indolentes, los intelectuales amorrados, los
periodistas monocordes, los jueces acartonados y los patronos
insensibles del laissez-faire egoísta son los mayores involucionistas en
democracia. (...)
Las iniciativas legislativas populares, las mareas reivindicativas, las
redes y movimientos sociales, los foros por los procesos constituyentes,
los medios alternativos y críticos, los laboratorios cooperativos del
procomún y otros fenómenos surgen como formas creativas de recrear la
democracia en común." (Ignazio Aiestaran, Noticias de Navarra, Rebelión, 02/03/2013)
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