En la fábrica trabajan dos turnos de 50 personas al día. La mayoría son
mujeres que, rodeadas de palés con latas de pimientos, limpian y envasan
las alcachofas de una pequeña línea de producción, tan limpia y
comprensible que parece de juguete
"(...) Ayer estuvo trabajando hasta las siete de la mañana pero hoy la
máquina está parada porque los 70.000 kilos de aceitunas que son
necesarias para activarla tardan en llegar. Las cuadrillas de recogida
no están aún bien ajustadas.
- Tendremos que hacer una asamblea para arreglarlo –dice Gordillo resignado.
Asambleas. Así se resuelve todo en este pueblo de 2.600 habitantes,
encarnación de la utopía del campo andaluz desde que en los ochenta
consiguió que la Junta de Andalucía expropiara 1.200 hectáreas de tierra
al duque del Infantado y se las cediera a jornaleros que hasta entonces
vivían en un régimen casi feudal, sin más perspectiva que trabajar las
tierras del aristócrata los meses que a este le conviniera. Ahora en
Marinaleda todo requiere discusiones y una dedicación que puede consumir
mucha energía.
En lo urbanístico el pueblo es poco más que una larga calle de casas
bajas, cada una con un naranjo en la puerta en el que los vecinos
cuelgan la bolsa de basura. Las visitas de los interesados en aplaudir o
aprender del modelo de Gordillo se pueden trazar siguiendo las tapias
del pueblo: grupos griegos, latinoamericanos, catalanes o asturianos
firman murales de inspiración utópica. No hay hoteles, solo un vecino
que alquila tres habitaciones, y el polideportivo acoge a los grupos
numerosos.(...)
Pero estos días las pintadas revolucionarias aparecen tachadas con
espray negro. Hace unas noches recibieron la visita de un grupo de
extrema derecha que dejó las paredes emborronadas de amenazas.
Para unos
lo más cercano a la utopía agraria, para otros un parque temático de la
izquierda, Marinaleda ha vivido un año en el ojo del huracán: igual que
se ha instituido en lugar de peregrinación, también se ha transformado
en blanco de iras, escrutinios y ataques al papel que juegan las
subvenciones públicas en su supervivencia.
Marinaleda vive ante la necesidad de justificar su existencia cada día. (...)
El SAT es una construcción peculiar, sincrética, que aúna los ideales políticos de la izquierda radical con la tradición anarquista rural andaluza,
el municipalismo y la resistencia civil de la contracultura
estadounidense. Su brazo político es el Colectivo de Unidad de los
Trabajadores (CUT), el partido de Gordillo y una fuerza desequilibrante
dentro de Izquierda Unida en Andalucía.
Las acciones del sindicato el
último año hicieron la vía agraria atractiva para colectivos del 15 M y
antisistema, que desde entonces han venido colaborando con el sindicato
en proyectos como las corralas okupadas de Sevilla
o la finca de Somonte (Córdoba), unos terrenos de la Junta de Andalucía
en los que el SAT espera que se pueda replicar el modelo autogestionado
de Marinaleda con un perfil de activista más moderno.
Esa parece la gran pregunta:¿por qué no se repite un modelo tan
goloso en otros municipios? Delante de El Humoso, el antiguo cortijo de
los duques, Gordillo se encoge de hombros de nuevo con aire melancólico.
“Porque esto no es nada fácil. Conseguir los terrenos fue
complicadísimo, y consolidarlo sigue siéndolo cada día, con zancadillas,
malinterpretaciones y sinsabores”.
Con excepción de los que tiene negocios privados o los que trabajan sus
propias tierras, todos los habitantes tienen el mismo salario (1.200
euros por seis horas y medias de trabajo al día seis jornadas a la
semana) independientemente de que sean profesores de instituto o
campesinos en la cooperativa, que emplea al 50% de la población
En 1979 los trabajadores andaban
todos los días ocho kilómetros entre los olivos y bajo el sol desde el
pueblo al cortijo para manifestarse. Después de conseguir la tierra para ellos se encontraron con que la batalla acababa de empezar.
Se instituyeron en la cooperativa El Humoso y eligieron los cultivos
para los que era necesaria más mano de obra, como la alcachofa, el
pimiento y la aceituna. Todo lo que gana la cooperativa se reinvierte en
crear más empleo. Ante la evidencia de que con el dinero que se paga en
el mundo moderno por los productos del campo no tenían suficiente, en
1999 abrieron una fábrica de envasado de sus.
Pero ser comunistas no les
coloca fuera de la lógica del mercado. También ellos están encerrados
en la carrera de abaratar costes continuamente para que la competencia
no los aniquile. Han necesitado automatizar al máximo los procesos, y
todo el recorte de personal que hacen por ese lado intentan solucionarlo
abriendo nuevas vías de negocio. Ovejas, cultivos ecológicos…
La
cooperativa bracea por sobrevivir buscando recetas para resistir los
precios bajos que fijan las grandes compañías. (...)
Solo el 30% de lo que producen se comercializa con la marca El Humoso
porque el proceso implica demasiados gastos; el otro 70% se lo venden a
compañías que fabrican las propias marcas que los hombres del SAT
sustraen de los supermercados. “Así es lo del capitalismo: haces el
aceite y se lo tienes que vender a una multinacional”, reconoce
Gordillo.
Ahora el alcalde tiene el sueño de introducir cultivos como
puerros y acelgas, crear una línea de frío y fabricar alimentos
precocinados. “Queremos dar un salto y aumentar la parte de producción
industrial, pero para eso necesitamos crédito, como todo el mundo, y los
bancos no quieren oír del asunto porque prefieren darle el dinero a la
Duquesa de Alba, que ofrece más garantías”.
Banca ética, cooperativas de
crédito, donaciones… Las salidas son estrechas. Y más cuando la crisis
amenaza con tumbar muchos avances. En los últimos tiempos en la
cooperativa han recibido muchos desesmpleados de la construcción. En las
asambleas del pueblo se ha hablado tres veces de bajar los sueldos para
seguir siendo competitivos.
El Ayuntamiento, con un presupuesto anual de unos tres millones,
también sufre los recortes de aportaciones estatales y autonómicas. (...)
Es innegable que una parte fundamental de los ingresos de los vecinos proceden de los subsidios del Plan Fomento de Empleo Rural (antiguo PER)
en una situación que comparten con gran parte de la Andalucía rural.
Con la diferencia de que en esos otros pueblos no se vende que viven una
situación de pleno empleo.
150 viviendas del pueblo han sido levantadas por los vecinos apoyándose
en un plan de subvenciones de la Junta, que paga los materiales de
construcción si los vecinos se toman los dos años necesarios del grueso
del trabajo
Las peculiaridades del pueblo son innumerables. Con excepción de los
que tiene negocios privados o los que trabajan sus propias tierras,
todos los habitantes tienen el mismo salario (1.200 euros por seis horas
y medias de trabajo al día seis jornadas a la semana)
independientemente de que sean profesores de instituto o campesinos en
la cooperativa, que emplea al 50% de la población.
No tiene policía
local; y solo cinco administrativos, el interventor y el secretario
cobran por el trabajo en el ayuntamiento. Los servicios como la
guardería o la piscina son prácticamente gratuitos. Un grupo de cultivo
ecológico provee de comida al comedor infantil.
Y luego están las casas:
150 viviendas del pueblo han sido levantadas por los vecinos apoyándose
en un plan de subvenciones de la Junta, que paga los materiales de
construcción si los vecinos se toman los dos años necesarios del grueso
del trabajo.
Ese proyecto estrella de vivienda, como explica el Ayuntamiento,
podría realizarse en cualquier pueblo con habitantes con tiempo libre;
el problema es poner a los vecinos de acuerdo. Y de eso tienen
experiencia en Marinaleda. En el campo estos días con la aceituna hay
unos 200 empleados.
Los hombres del CUT los distribuyen en asamblea
según criterios poco claros. Mientras, en la fábrica trabajan dos turnos
de 50 personas al día. La mayoría son mujeres que, rodeadas de palés
con latas de pimientos, limpian y envasan las alcachofas de una pequeña
línea de producción, tan limpia y comprensible que parece de juguete.
Fuera de los días de asamblea, cuando se decide todo (de los
presupuestos a las fiestas) la vida del pueblo no aparece tan politizada
como sería de prever.
Algunos vecinos críticos se lamentan porque no haya chicos que
quieran ir a la universidad ante la certeza de que tienen la vida
resuelta si trabajan para la cooperativa.(...)
Sobre la forzada pureza ideológica de Marinaleda se ha hablado mucho,
sobre todo a partir de unos detalles fácilmente corroborables: una
televisión local (ahora cerrada) con desconexiones a canales chavistas y
cubanos, los Domingos rojos de trabajo voluntario que sirven para
cimentar la moral colectiva...
Por eso sorprende entrar en un bar y ver
sobre la barra un diario de línea editorial orgullosamente de derechas, o
encontrar en casa de un vecino la misma imaginería religiosa que se
puede ver en cualquier pueblo andaluz. El propio Gordillo reconoce que
en los últimos años han ido llegando inmigrantes a los que se les ha
dado trabajo “sin pedirles un carné político, porque hay que ser
realistas”. (...)
Sin embargo, Mariano Pradas, portavoz del PSOE, avisa de lo peligroso de creer que en el pueblo se permite la disensión. (...)
Es sindicalista y asegura que vota a favor de la mayoría de
reivindicaciones que Gordillo lleva al pleno municipal porque está de
acuerdo en pedir mejoras para el pueblo. Aun así, no hay sesión en la
que el público no termine gritándole fascista.
“Porque ese es el
problema: aquí no hay negociación ni hay espacio para la mínima crítica.
O estás de acuerdo en lo que dice él y como lo dice él, o eres un
fascista y no tienes derecho a la palabra ni a ver los papeles del
Ayuntamiento”, cuenta en un bar del pueblo. (...)
Durante unos años probaron a que las decisiones municipales se tomaran
en asamblea abierta, pero la Administración tumbaba por ilegales cada
una de las actas que le llegaban. Por eso, desde hace años, antes de
cada pleno los ciudadanos votan a mano alzada qué esperan que los
diputados de IU amonesten (son nueve sobre un total de once), y estos
luego cumplen el mandato.
Es solo cuando todo está consensuado que
entran a la sala los miembros de la oposición. “La gente ya está
caliente contra nosotros”, se lamenta Pradas, “y hay veces que no
podemos ni hablar”. El PSOE no tiene sede municipal, pero al PP le falta
hasta el candidato. Solo algún político sevillano se presenta
simbólicamente sin haber pisado nunca el pueblo. (...)" (
Jerónimo Andreu
Marinaleda
, El País, 22 NOV 2013 )
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