"El otorgamiento del mal llamado Premio
Nobel de Economía (mal llamado pues no lo otorga la Fundación Nobel,
sino un banco) al profesor escocés de la Universidad de Princeton, el
Sr. Angus Deaton, debido a su trabajo sobre la pobreza mundial, se ha
considerado (correctamente) como un indicador de la preocupación que un
gran número de organismos internacionales están expresando sobre el
crecimiento de la pobreza en el mundo, y su alivio de que, según la
opinión optimista del Sr. Deaton, tal realidad es reversible, siendo
posible que, incluso dentro del ordenamiento capitalista actual de los
sistemas económicos vigentes en la mayoría de países donde se concentra
la pobreza, esta puede eliminarse.
Según el nuevo Premio Nobel de
Economía, se necesitaría una transferencia de fondos –relativamente
menor- de los países ricos a los países pobres, junto con cambios en
estos últimos, con mayor número de campañas educativas dedicadas a su
población, lo que sería suficiente para que millones de personas dejaran
de ser pobres.
En realidad, el Sr. Deaton considera que el aumento de
la escolarización ha sido el mayor motor de progreso a lo largo de los
siglos, y la mayor causa de la reducción de la pobreza y del
mejoramiento del bienestar de la población.
Un indicador de ello ha sido
el aumento de la longevidad (años de vida que una persona vivirá), que
él atribuye al crecimiento de la población que tiene educación, lo cual,
según el Sr. Deaton, permite a los pobres conseguir lo que se llama el
capital humano, que les permitiría salir de la pobreza y ascender en la
escala social.
Esta visión y entendimiento de la
pobreza es ampliamente aceptada en un gran número de instituciones
internacionales (que incluyen el Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial, así como una gran parte de ONGs e instituciones
gubernamentales y partidos políticos de sensibilidad conservadora y
liberal -sin excluir partidos políticos de tradición socioliberal, como
es el caso de varios partidos socialdemócratas europeos, incluyendo, por
cierto, el PSOE-). En todas estas instancias, aumentar el gasto
educativo se considera condición sine qua non para eliminar la pobreza.
¿Cuál es el problema con esta definición de pobreza?
Esta visión de la pobreza, sin embargo,
tiene varios problemas. Uno es definir pobreza en función del número de
recursos que el individuo tiene. Este nivel de recursos se consideró por
mucho tiempo que era de un poco más de un dólar al día, y que ahora ha
subido a 1,9 dólares al día.
Por cierto, hay que aclarar que lo que se
presenta como un dólar al día no es, en realidad, un dólar al día. Para
muchísimos países de un bajo nivel de riqueza, el hecho de que una
persona tenga un dólar al día se consideraría que tal cantidad es más
que respetable para poder vivir sin ser pobre.
Ahora bien, cuando el
Banco Mundial habla de un dólar al día no quiere decir que la persona
tenga a su alcance un dólar estadounidense, sino que tiene la cantidad
de moneda existente en el país donde vive el pobre que este necesita
para poder comprar los mismos productos que se pueden comprar en EEUU
con un dólar.
Si en EEUU con un dólar se puede comprar una barra de pan,
pues el dólar por día en la India quiere decir la cantidad de moneda
india, la rupia, que se necesita para comprar una barra de pan. Esta
cantidad, como he dicho antes, ha ido aumentando, pasando de 1,25
dólares al día (1.200 millones de personas, de los cuales un tercio, 400
millones son niños) a casi 2 dólares.
¿Está descendiendo la pobreza en el mundo?
En base en este criterio, se asume que
el número de pobres está disminuyendo, pues hay menos gente cada año que
está en esta categoría. Pero se ignora frecuentemente que ello se debe
al gran crecimiento económico de India y China, que juntos suponen algo
más de un tercio de la población mundial.
Pero en esta nota optimista se
olvida que en otras partes del mundo, como en África, hay más personas
que viven en extrema pobreza ahora que hace 30 años (no solo en números
absolutos, sino también en términos proporcionales).
El mayor problema, sin embargo, en esta
definición de pobreza, es la manera como se conceptualiza la pobreza, la
cual se define como mera ausencia de recursos. Según esta
conceptualización, el problema de la pobreza es la falta de recursos por
parte del individuo que es pobre.
Esta definición parece razonable,
pero contiene un gran error, pues se centra única y exclusivamente en
los recursos que la persona tiene, sin tener en cuenta los recursos
existentes en la colectividad a la cual pertenece y de los cuales la
persona se beneficia. El valor de subsistencia de un dólar por día para
una persona es muy distinto en una sociedad que tenga sanidad pública,
por ejemplo, que en una sociedad en que el individuo que tenga que pagar
para acceder al sistema sanitario.
El contexto en el que vive la
persona es de especial importancia para saber qué recursos tiene una
persona, pues a los recursos privados (el dólar por día) hay que añadir
los recursos públicos. Ni Angus Deaton ni el Banco Mundial toman en
cuenta los recursos públicos que pueden condicionar que un individuo
teniendo los mismos recursos privados pueda o no ser pobre, dependiendo
de otros recursos de carácter público existentes en su sociedad.
La
definición de pobreza que ellos dan da excesiva importancia a los
recursos privados, excluyendo los públicos, fijándose solo en la
cantidad de recursos que el individuo puede comprar con el dinero que
tiene. Esta visión privatizadora y mercantil de la pobreza es una visión
sesgada que dificulta la comprensión de la pobreza.
La pobreza es un concepto relacional
Pero a este error hay que sumarle otro,
consecuencia también de centrarse en el individuo sin analizar su
relación con los otros individuos en la misma colectividad. Dos personas
con el mismo número de recursos monetarios pero viviendo en dos países
distintos pueden catalogarse como pobres en una sociedad y dejar de
serlo en la otra. Que se definan como pobres o no depende de la cantidad
de dinero que el individuo tenga en relación con los demás individuos
en aquella colectividad.
En otras palabras, la pobreza es un concepto
relacional. En realidad, si todas las personas del mundo fueran pobres,
no habría pobreza en el mundo, pues al no haber otras personas con otros
niveles de recursos, la persona no se sentiría ni sería pobre. La
pobreza, pues, depende del contexto en el que vive la persona definida
como pobre. Veamos los datos.
Una persona pobre en el barrio pobre del
Bronx en Nueva York, EEUU, tiene más recursos físicos y monetarios
(televisión, dólares, coche, móvil, mayor espacio de vivienda,
transferencias públicas de tipo asistencial, etc.) que una persona de
clase media en Ghana (África). Si el mundo fuera una sociedad, el pobre
del Bronx, Nueva York, EEUU, pertenecería a la clase media mundial, y la
persona de clase media de Ghana pertenecería a la clase pobre mundial.
Y, sin embargo (y esto es de una enorme importancia), utilizando incluso
el mismo indicador que utiliza Deaton (la esperanza de vida
–longevidad- para definir progreso) nos encontramos con la situación
paradójica de que el pobre a nivel mundial (la persona de clase media de
Ghana) vive 15 años más que la persona de clase media a nivel mundial
(el pobre del Bronx).
Parece paradójico que el que tiene más recursos
(la persona del Bronx) y es menos pobre a nivel mundial, tenga menos
años de vida que el otro (el africano de clase media) que tiene menos
recursos. Y es ahí donde fallan las teorías de Deaton y de la mayoría
del establishment antipobreza, que cree que pobreza es un problema
individual de falta de recursos que además se puede resolver a base de
educación.
La pobreza no es un concepto absoluto, sino relativo
La pobreza no es un concepto absoluto,
sino relativo. Que seas pobre o no y que se te defina como que seas
pobre o no, depende de dónde estés ubicado en la estructura social de un
país. No se puede tomar al individuo fuera del contexto económico,
político y social donde vive.
Y ello nos lleva a la raíz del problema
que no es la falta de recursos sino la manera como están distribuidos.
La distribución de los recursos a nivel nacional, así como a nivel
internacional es el tema fundamental que la sabiduría convencional sobre
la pobreza reproducida por el Banco Mundial y el Sr Deaton no toca.
Una persona pobre del Bronx en EEUU está
en el fondo de la sociedad, una sociedad profundamente desigual y
enormemente polarizada en la que existe poco apoyo colectivo (el Estado
del Bienestar en EEUU es muy deficiente, como lo muestra que el 48% de
pacientes con enfermedades terminales -es decir, que se están muriendo-
estén angustiados por saber cómo pagarán –ellos o sus familias- sus
facturas médicas).
Es más, este pobre del Bronx está enormemente
frustrado, pues la distancia social y económica de él o ella con el
promedio de la sociedad estadounidense es enorme, con lo cual se ve
abrumado y con pocas posibilidades de salir del fondo del pozo, lo cual
crea una gran frustración y patología, responsable de su menor
longevidad.
La persona de clase media en Ghana, por el contrario, no
está por debajo, sino por encima del promedio de la sociedad en la que
vive, y por lo tanto, no tiene esta frustración y alienación frente al
resto de la sociedad como resultado de la ausencia de una distancia
difícil de corregir, algo que sí le ocurre al pobre del Bronx.
Es ahí donde el énfasis en transferir
rentas a los pobres para resolver la pobreza es insuficiente. Es
conocido entre los expertos en política social que gran parte de las
medidas antipobreza que están basadas en la transferencia de fondos
públicos de carácter asistencial tienen escasa eficacia en resolver
dicha pobreza.
Toda la evidencia existente muestra que tales
transferencias públicas a las poblaciones pobres, aun cuando necesarias
para aliviar la pobreza, son ineficaces para resolver esta en un país.
Un tanto parecido ocurre con el énfasis en la educación como medida para
salir de la pobreza. Son medidas necesarias, pero insuficientes. Lo que
se requiere para eliminar la pobreza son medidas públicas altamente
redistributivas, que reduzcan las distancias económicas, financieras,
políticas, mediáticas y sociales, que son las causas de la pobreza. La
evidencia es abrumadora en este sentido.
A mayor desigualdad en un país,
mayor es su pobreza. De ahí que lo que se requiere para eliminar la
pobreza es la redistribución de los recursos en un país, encaminada a
reducir las desigualdades, el tema que es precisamente tabú de los
organismos internacionales.
De lo dicho hasta ahora, se debe
concluir que enviar dinero de los países ricos a los pobres no ayuda a
disminuir la pobreza, a no ser que estos recursos se dedicaran a medidas
redistributivas, que raramente tienen lugar.
En realidad, si los países
ricos quisieran ayudar a eliminar la pobreza en los países pobres, lo
podrían hacer fácilmente, ayudando a redistribuir la enorme
concentración de la riqueza que existe en aquellos países.
Que no lo
hagan es porque muy frecuentemente son los mayores aliados de aquellas
estructuras de poder que controlan y se benefician de la concentración
de la riqueza en dichos países.
El lector entenderá también porque las
tesis expuestas en mi artículo no tienen la visibilidad que tienen las
del Sr. Deaton o del Banco Mundial, pues las primeras, con su énfasis en
la redistribución, amenazan a los grupos de mayor riqueza en un país
que tiene gran influencia, cuando no control, de los mayores medios de
información y persuasión del país. Así de claro."
(Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 3 de noviembre de 2015, en www.vnavarro.org, 03/11/15)
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