Cuando el dolor es un fenómeno de masas
"Lady Di, el papa Juan Pablo II y las víctimas de los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York y del 11-M de Madrid tienen algo en común. "Son muertes sentidas como socialmente traumáticas", explica la antropóloga Cristina Sánchez-Carretero, del Laboratorio de Patrimonio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Sánchez-Carretero ha dirigido la elaboración del Archivo del Duelo del 11-M, que reúne 70.000 objetos recogidos en los lugares públicos donde la ciudadanía dejó constancia de su dolor: en los santuarios espontáneos de Atocha y las estaciones de El Pozo o Santa Eugenia. "Analizamos la utilización de espacios públicos para un duelo colectivo. El del 11-M fue una especie de duelo de segunda generación; la gente que depositaba flores, velas o poemas no conocía a las víctimas de los atentados, pero se sintió concernida. Hubo una herida social. Y la acción de depositar objetos no fue solamente testimonial, sino que también demandaba medidas -la palabra más repetida en los mensajes era paz-, como las flores y cruces que a veces se colocan en el lugar de un accidente de tráfico, que recuerdan al muerto pero también señalan el punto negro". Ese duelo colectivo, amplificado por los medios de comunicación, tuvo una magnitud inédita, "aunque el detonante [del fenómeno] fue la muerte de Lady Di", dice Sánchez-Carretero.
"La sociedad actual ha desarrollado formas de expresión del dolor inéditas, una mezcla de elementos nuevos y tradicionales, como ese acompañamiento comunal en el dolor", dice. Entre los documentos sonoros del archivo "hay testimonios de chavales que se enfrentaban por primera vez a la muerte. Ése fue otro gran trauma social". (El País, ed. Galicia, 23/03/2009, p. 30/1)
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