
"Con todo, lo que aún no acaba de asimilar es la vivencia religiosa de sus parroquianos: "Aquí se nace católico y la religión es una costumbre más, mientras que en África es una opción personal, en dura competencia con otros credos: aquí hace falta más fe y menos costumbre". Para él, "la Iglesia es alegría, volcarse en los demás y no sólo rezar". "Entiendo que para los otros sacerdotes fue una sorpresa esta manera de entender la religión", cuenta.
Desiré está entregado a una comunidad rural que va a menos: sólo tres bautizos por veinte entierros en el 2009. Procura tener trato con todos. "Al tener que atender tantas parroquias, debo dar bastantes misas, y para mí es algo muy intenso, con lo que me vuelco, y eso me deja agotado". Le gusta hacerlas muy participativas, un acto de confraternidad, y hablar con sus feligreses, y eso requiere tiempo.
Con ese trato tan directo, les ha contagiado un poco de su alegría. Ahora, en el mes de junio, celebran una fiesta al estilo africano en el embalse del Xallas, con menú de pollo a la brasa y arroz con salsa de cacahuete. "Es un día de intercambio y optimismo", explica. En su opinión, así debe ser la vida religiosa, "porque la fraternidad y la alegría son un don de Dios".
Si se le pregunta, reconoce que la Iglesia "debe quitarse el polvo de 2.000 años de historia y descubrir su esencia". Sobre los casos de pederastia dice: "Me duelen, porque la Iglesia es mi familia". (El País, ed. Galicia, Galicia, 17/04/2010, p. 8)
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