"(...) IS: En este momento en el que la
situación social es tan delicada, el estado deja de preocuparse por los
ciudadanos. Hay mucha indignación en el diálogo social, hay más
facilidades para la organización a través de internet, pero sin embargo,
en la acción no se ve algo contundente, ni a nivel nacional ni a nivel
continental.
Hay poca unidad entre movimientos sociales a la hora de la
acción. ¿A qué piensa usted que se debe esto?
JCM:
Sale un libro esta semana, por Seix Barral, que se llama “Curso urgente
de política para gente decente” donde he intentado explicar estas
cosas. Resumiendo diría que el neoliberalismo es una nueva racionalidad.
Es un sentido común que tiene dos grandes principios que han triunfado,
que son el individualismo y la competitividad.
El individualismo se ha
ido construyendo hasta convertirlo en un sentido común a través de la
vulgarización de una interpretación biológica del ser humano como un ser
egoísta, la construcción de una lectura de la naturaleza como una lucha
del fuerte contra los débiles, se ha ido justificando el papel de los
ricos como triunfadores y el de los pobres como los perdedores, dándole
una estatus casi de naturaleza a ese hecho.
Al que le va bien es porque
se lo merece y al que le va mal también. Ese individualismo al mismo
tiempo ha demonizado todo lo público, hasta que la gente ha
interiorizado que lo que funciona es lo privado, lo particular, las
empresas, que no funciona el estado, no funciona la acción colectiva, no
cambia las cosas e incluso es sospechoso. Mientras que lo individual se
identifica como aquello que merece éxito.
En segundo lugar hemos
interiorizado también la competitividad, y lo hemos interiorizado a
ámbitos individuales donde la gente está encarando su vida como si
fuéramos empresarios de nosotros mismos. La gente hace todo tipo de
esfuerzos para intentar salir y encima sin la certeza de que vaya a
salir. Este individualismo y competitividad lo que hacen es frenar la
acción colectiva y la complementariedad.
Los tres mecanismos
que han ido funcionando para lograr esto han sido, en primer lugar, la
mercantilización pues hemos mercantilizado prácticamente todos los
ámbitos de nuestra existencia.
Hemos mercantilizado el ocio, los
estudios, la amistad, el sexo, la familia, es decir, que de repente, en
toda nuestra cotidianidad, prácticamente es imposible pensar ámbitos que
no lo estén. De ahí la frase de Jameson de que es más fácil imaginar el
fin del mundo que el fin del capitalismo.
El
segundo elemento importante que se ha utilizado para hacer hegemónico
este individualismo y esta competitividad ha sido la precarización
laboral. La pérdida de derechos laborales nos convierte en luchadores
por encontrar un puesto de trabajo que nos lleva a competir con los
demás, a estudiar por las noches o a hacer másters.
Esa visión de
empresarios de nosotros mismos que ve a los demás como competidores y no
como a gente que nos puede ayudar, lleva a la ciudadanía a una lucha y
no deja ver lo evidente : Trabajamos para vivir y no vivimos para
trabajar. Pero en el momento en que el trabajo se ha convertido en un
bien precario y muy escaso esto se convierte en una lucha de todos
contra todos.
Y el tercer elemento de
esta lógica es la desconexión. Vivimos en ciudades donde no vemos las
causas y los efectos de nada. Consumimos sin saber a dónde van nuestros
deshechos, consumimos sin saber de donde vienen los alimentos, el agua o
la energía.
El desarrollo tecnológico urbano permite que nos sintamos
autosuficientes y al final, de alguna manera, los demás se convierten en
algo que no es muy necesario y eso termina por producirnos aislamiento.
Vivimos en sociedades muy fragmentadas, aisladas y competitivas, con la
gente muy deprimida, y al final, en este tótum revolútum, la conclusión
que tenemos es que los canallas están muy envalentonados mientras que
la gente decente anda muy perpleja.
Porque los canallas saben que si el
mundo se ha convertido en un gran supermercado donde todo son mercancías
quien no tenga escrúpulos se puede hacer con todo. Mientras que la
gente que tiene escrúpulos no quiere convertir a los demás en mercancías
y no quiere ser víctima pero tampoco verdugo.
JCM: Los
medios de comunicación presentan todo esto como natural y la
alternativa la presentan como algo inferior, anacrónica, poco preparada,
ingenua, en el mejor de los casos bienintencionada pero sin ningún viso
de realidad. Los medios de comunicación son a día de hoy el gran
constructor de ese sentido común.(...)" (Juan Carlos Monedero, Attac España, 14/12/2013)
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