"SABEMOS sobradamente que el portugués Fernando Pessoa (1888-1935) fue un personaje poliédrico.(...)
Conocemos su pluralidad poética pero hasta hace muy poco (entre los
papeles de sus baúles) yacían muchos proyectos no conclusos, no menos
plurales que su poesía, pero de todos los órdenes: Desde hacer un libro
sobre el poeta persa Omar Khayyám hasta escribir sobre el futuro de la
península ibérica, en un libro que se hubiese titulado Iberia.
Introducción a un imperialismo futuro.
Los papeles conservados han dado
para hacer el libro que, con el título mencionado, acaba de editar en
español Pre-Textos de Valencia. No es el único Pessoa político que
conocemos, pero estamos ahora ante un Pessoa, que pese a momentos que
pueden parecer utópicos, es un pensador político sobre el destino (que
él desea importante) de nuestras patrias: Portugal y España.
Para Pessoa
no somos estrictamente países latinos (aunque vengamos del legado de
Roma) sino que por nuestro contacto islámico somos «países ibéricos».
Así no cabe hablar de Latinoamérica ni de Hispanoamérica –este último
término parcial– sino de Iberoamérica, no sólo fruto de nuestra historia
sino señal suprema de nuestro futuro.
Pero empecemos por el principio. Pessoa escribió los no pocos
fragmentos del citado libro entre 1914 y 1930, lo que es importante
tener en cuenta para justificar el cambio o el avance de algunas de sus
opiniones.
Para Pessoa, Portugal (renovado con la República de 1910,
aunque no lo suficiente todavía) es sobre todo –en relación con España–
un país muy cohesionado, enteramente cohesionado –«vertebrado» hubiera
dicho Ortega– frente a España que, tras su época imperial, se ha
convertido en una nación de naciones.
Para Pessoa España engloba bajo la
hegemonía de Castilla (entiéndase el antiguo reino de Castilla, o mejor
aún, todas las zonas que hoy hablan castellano) a dos naciones más,
Cataluña (singularmente) y Galicia. En un primer estadio de sus
reflexiones Pessoa cree que en la Confederación ibérica que busca, en la
Iberia global que nunca pierde de vista, Galicia debiera unirse a
Portugal.
Sin embargo pronto se da cuenta de que Galicia ya no es
Portugal y que, consecuentemente –tras siglos de distancia– Galicia está
tan cerca de Castilla como de Portugal. Y dice: «Nadie que sea
verdaderamente portugués quiere para nada Galicia. No queremos que
Galicia sea parte de Portugal, o que Galicia y Portugal sean un solo
país». Y más adelante: «Sería –Galicia– un cuerpo extraño que
perturbaría por exceso la gran virtud portuguesa, que es la formidable
unidad de nuestra nación».
Sin duda Pessoa respiró un fuerte
nacionalismo lusitano, pero ello no le impidió pensar que el futuro de
Portugal pasaba por Iberia, es decir, por su confederación con España.
Pero si Portugal es un país fuertemente unido, España no. Y su principal
problema es Cataluña.
Y tiene por cierto que Cataluña es una nación
pero a la que por distintos motivos que a Galicia (de hecho la compara
con la Provenza francesa) se le ha pasado su momento histórico de ser
una gran nación independiente. «Cataluña es para España exactamente lo
que Provenza para Francia. En ambos casos la nación cultural se
sobrepuso a las naciones naturales». Cataluña es una nación, pero no
sólo necesita y es parte de Iberia, sino que su independencia le
privaría de toda grandeza futura.
«¿Quién sabrá, en la posteridad, salvo
sólo por saberlo, que hubo catalán, que hubo provenzal o incluso que
hubo holandés o cualquiera de las lenguas escandinavas? Solo sobreviven
las lenguas imperiales».
Algunos dirán, leyendo lo que antecede, que Pessoa era un
protofascista o que estaba contra las culturas minoritarias. No, Pessoa
respeta todo hecho cultural pero lo subordina al otro hecho
civilizacional. «Sólo hay dos naciones en Iberia: España y Portugal. La
región que no forma parte de una forma parte de otra.
El resto es
filología». Para entender que en Pessoa no hay desprecio por ninguna
cultura, sino sólo el sueño de un nuevo imperio cultural, ese «Quinto
Imperio» al que se refirió a menudo, tenemos que acudir a José Saramago,
cercano (con mayor realismo) a alguno de estos postulados, desde su
novela La balsa de piedra.
Iberia no es un país, sino una confederación
de naciones, desde la unitaria Portugal a la plural España. España
respetará y dejara libre a las naciones que la componen, pero sin
salirse del marco de Iberia. Porque el futuro cultural de esa Iberia es
ser una de las culturas hegemónicas del mundo basándose en la América
española y en Brasil.
Desde hoy, Pessoa podría haber sido más ambicioso o
más amplio, añadiendo casi la mitad de los Estados Unidos y las
colonias portuguesas de África, Angola y Mozambique, que aunque sigan
siendo países muy pobres, son grandes territorios. Pessoa no piensa en
la abolición de una identidad catalana (o gallega) ni literaria ni
autonómica de amplio espectro, sugiere sólo que esas partes deben remar
en pro del conjunto de Iberia, no monárquica. (...)
Es cierto que parte de estas ideas o propuestas no dejan de estar muy
signadas por la época en que Pessoa escribe (1930, fecha tope) pero no
es menos cierto que, entre las inexactitudes o los excesos idealistas,
hay muchos temas o propuestas que admiten una lectura hodierna.
Por
ejemplo, en una España futura mejor estructurada –la actual tiene claras
fisuras– no sería mala idea contar con Portugal, acercarse a Portugal,
pues si el «iberismo» es un tema relativamente nuevo en España –aparte
de Unamuno–, en Portugal ha sido siempre una corriente notable.
Y si
precisamos que la Confederación que Pessoa pregona admite la libertad
interna de cada país (incluyendo Cataluña) a la vez deja clara la
dirección en que han de remar todos: no la grandeza de España ni de
Portugal (que ya la tuvieron, además) sino la grandeza de Iberia.
Es verdad que Pessoa era muy anticatólico (pero no todos creemos que
el nacionalcatolicismo haya sido bueno) y bastante antifrancés, pues
piensa que la cultura cartesiana de Francia es una de las enemigas
culturales de Iberia. («Lúcidos, completos en su nivel inferior, los
franceses han sido los corruptores de nuestra civilización ibérica».)
De
ahí los clamores latinos de este Pessoa entre realidad y utopía:
«Delenda Galia! Delenda Germania! Delenda Ecclesia!» Insisto, leer estas
reflexiones de Pessoa tiene mucho de paseo por la utopía de nuestra
sangre. Pero aseguro que está lleno de puntos inmensamente actuales. La
importancia de Iberia y su pluralidad unificante. Un paseo para vivir el
presente, lejos y cerca." (EL MUNDO 09/06/14, LUIS ANTONIO DE VILLENA, en Fundación para la Libertad)
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