"(...) P.
Ha insistido en que con una mano nos dan derechos civiles y con otra
nos quitan derechos sociales. ¿En esto consisten las llamadas políticas
de la diversidad?
R.
Los llamados 'derechos civiles' hoy en día son, en realidad, ni más ni
menos, los derechos del 'bourgeois', que Marx había descrito en 'La
cuestión judía'.
En otras palabras, son los derechos del consumidor,
como diríamos hoy, los derechos del individuo que quiere todos los
derechos individuales que puede comprar concretamente. Estoy pensando en
los vientres de alquiler, por ejemplo, en la custodia de los niños
según el coste del consumidor.
Pues bien, hoy estamos asistiendo a un
proceso mediante el cual el capital nos quita los derechos sociales, que
son derechos vinculados al trabajo, a la vida comunitaria en la polis;
anula estos derechos y, en cambio, aumenta los derechos del consumidor,
siempre vinculados a un consumo que se lleva a cabo de manera
individual, sin cuestionar nunca el orden de la producción y que, de
hecho, terminan fortaleciendo el sistema capitalista en lugar de
debilitarlo.
Además,
crean una especie de microconflictualidad generalizada que actúa como
un arma de distracción masiva y, también podríamos decir, como un arma
de división masiva permanente.
Por un lado, distrae de la contradicción
capitalista que ya ni siquiera se menciona, y por otro lado, por así
decirlo, divide a las masas en homosexuales y heterosexuales,
musulmanes y cristianos, veganos y carnívoros, fascistas y
antifascistas, etcétera.
Y mientras esto ocurre de manera natural,
el capital deja que las personas salgan a la calle por el orgullo gay,
por los animales y por todo, pero ¡qué no se atrevan a echarse a las
calles para luchar contra la esclavitud de los salarios, contra la
precariedad o contra la economía capitalista! De ser así, ahí está la
represión, como sucedió en Francia con los chalecos amarillos. (...)"(Entrevista a Diego fusaro, Esteban Hernández , El Confidencial, 29/06/19)
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