27/10/21

Una visión alternativa de la deuda pública... Lo que sí es muy preocupante para muchos economistas y no se comenta en ningún medio de comunicación europeo, es que España no tenga soberanía monetaria... lo que dificulta enormemente la financiación ya que no somos soberanos para emitir dinero, o elegir el tipo de interés de las emisiones de deuda, y encima, estamos a merced de los especuladores financieros... cuando se les preguntó a los congresistas norteamericanos si querrían hacer desaparecer toda la deuda pública, contestaron que sí rápidamente, pero, cuando se les explicó que esto supondría la desaparición de todos los títulos del tesoro de las carteras del sector privado, se opusieron rotundamente. No entendían que ambas caras de la moneda están indisolublemente unidas

 "El otro día me comentaba una persona que la deuda pública era muy elevada y en consecuencia deberíamos pagar muchos más impuestos en el futuro y que esto supondría una pesada carga para nuestros hijos y nietos. Pocos días antes, la Sra. Calviño dijo las mismas palabras en una entrevista en la cadena Ser, también dijo que ser progresista es disminuir la deuda pública y por lo tanto contribuir a la justicia intergeneracional.

Por muy intuitivo y repetido que sea este argumento, es totalmente falso. Como dice Warren Mosler, es un fraude inocente de política económica. Mirarse la deuda pública de un país desde el punto de vista de una familia o una empresa, es un error.

En primer lugar, porque las familias y empresas son usuarias de la moneda y las naciones son emisoras de la misma. Las familias necesitan ingresar dinero para poder pagar la deuda y estos ingresos son limitados. Aparte de eso, muy a menudo miramos las deudas de manera sesgada, tendemos a mirar la parte del pasivo financiero, debemos mucho dinero al banco, y no miramos la otra contrapartida, el activo real, tenemos una vivienda donde poder vivir, por ejemplo.

En segundo lugar, un estado no es una economía doméstica, las emisiones de deuda pública cuentan con el apoyo del banco central. A las familias y las empresas no vendrá el banco central a apoyarlos a la hora de pagar sus préstamos. Un estado con soberanía monetaria es el emisor del dinero y nunca puede quebrar, siempre y cuando no emita deuda en moneda extranjera o fije su moneda a otra o al oro. Por lo tanto, la deuda pública nacional no se parece ni de lejos a una deuda privada familiar, así pues, usar la palabra “deuda” sólo induce a confusión, así como una angustia innecesaria. Algunos economistas, como Stephanie Kelton, proponen llamarlo ahorro o activos financieros del sector privado.

En contra de lo que se cree, los impuestos no financian el gasto público nacional ni sirven para pagar la deuda pública y la deuda pública no será una pesada carga para nuestros hijos y nietos, que consumirán lo que puedan producir en el futuro, ya que no se pueden enviar bienes y servicios al pasado a través del tiempo. Además, podrán disfrutar de las infraestructuras pagadas con esta deuda que aumentarán la capacidad productiva de la economía y su bienestar.

Por otra parte, en economía, toda deuda tiene una contrapartida, un crédito. Es lo que en contabilidad se denomina partida doble. Es incuestionable que cuando una persona gasta otra ingresa y cuando una se endeuda otra obtiene un crédito.

En consecuencia, la deuda pública es la cantidad de dinero que ha emitido el gobierno y todavía no ha grabado mediante impuestos, por lo que coincidiría con la cantidad de ahorro privado de familias y empresas. Como dice Randall Wray, los llamamientos a recortar la deuda pública, son por identidad contable, llamamientos a recortar nuestra riqueza financiera. Los partidarios de la austeridad fiscal son, por definición, destructores de riqueza.

 Además, no se pueden obviar los activos reales que representa la deuda pública. Sin deuda pública, no tendríamos servicios de sanidad, educación, justicia, infraestructuras, defensa, etcétera.

Históricamente, casi siempre que un gobierno se ha obsesionado en intentar eliminar la deuda pública ha provocado una grave crisis, como, por ejemplo, el crack del 29. Y esto es así, porque cuando se elimina la deuda pública se elimina la riqueza del sector privado y lo obliga a endeudarse. Curiosamente, nunca se dice nada sobre la deuda privada que es muchísimo más inestable macroeconómicamente. Tal vez es porque la deuda privada genera grandes beneficios para la banca comercial privada.

Teniendo en cuenta que el déficit público y la deuda pública son herramientas de política económica, no son intrínsecamente buenas ni malas.

Pero, si se convence a la población de que hay que hacer algo para poner límite a cifras tan grandes y aterradoras de deuda pública (obviando la crisis sanitaria y financiera que todavía estamos sufriendo), si se consigue crear indignación popular generalizada sobre la deuda pública, será mucho más fácil llevar a cabo dolorosos recortes que perjudicarán a la mayoría de la población. 

Según Frank Newman, ex secretario adjunto del Tesoro de Estados Unidos, los mitos y los mal entendidos sobre la deuda nacional han incentivado políticas que han provocado que:

  • El crecimiento económico se haya ralentizado innecesariamente provocando altas tasas de paro.
  • Se hayan provocado fuertes recortes en servicios públicos.
  • Se haya dejado de invertir en investigación y desarrollo.
  • Las infraestructuras del país estén en precarias condiciones.
  • Se haya dificultado enormemente la lucha contra el cambio climático

Los gobiernos con soberanía monetaria emiten bonos de deuda pública para fijar los tipos de interés drenando reservas del sistema bancario; es una operación de política monetaria, no es una operación de financiación, porque son los emisores en monopolio del dinero. También lo hacen por inercia, porque es una práctica anticuada proveniente de antes de 1971 cuando estaba en vigor el patrón oro, definido por Keynes, como una bárbara reliquia. No hay ninguna ley natural o económica que obligue a un estado con soberanía monetaria a emitir deuda pública.

Una anécdota curiosa explicada en el libro El mito del déficit, es que, cuando se les preguntó a los congresistas norteamericanos si querrían hacer desaparecer toda la deuda pública, contestaron que sí rápidamente, pero, cuando se les explicó que esto supondría la desaparición de todos los títulos del tesoro de las carteras del sector privado, se opusieron rotundamente. No entendían que ambas caras de la moneda están indisolublemente unidas.

En conclusión, la deuda pública no es tan mala y preocupante como nos quieren hacer creer, y querer reducir la cantidad de deuda pública porque supera un porcentaje arbitrario sobre el PIB sin tener en cuenta otros indicadores como por ejemplo la tasa de paro o la inflación, no tiene ningún sentido económico. Lo que hay detrás de este mensaje catastrofista sobre la deuda pública tiene mucho de ideología y poco de fundamento empírico, ideología neoliberal con un principal objetivo: neutralizar artificialmente el poder de financiación del estado para poder privatizar lo máximo posible. 

Lo que sí es muy preocupante para muchos economistas y no se comenta en ningún medio de comunicación europeo, es que España no tenga soberanía monetaria. La mayoría de la población critica el euro porque los precios subieron, pero no se dan cuenta que esto es insignificante comparado con el hecho de no poder emitir tu propia moneda. Los países que usan el euro en Europa o el franco CFA en África, por ejemplo, a diferencia de la mayoría de países del mundo que tienen su propia moneda, como EEUU, Japón, Gran Bretaña, Canadá o Australia, no pueden llevar a cabo una política monetaria y fiscal de manera autónoma y al servicio de los sus ciudadanos, les dificulta enormemente la financiación ya que no son soberanos para emitir dinero, o elegir el tipo de interés de sus emisiones de deuda, y encima, están a merced de los especuladores financieros o de la “buena voluntad” de una entidad “independiente” que es el Banco Central Europeo.

Todo ello, provoca que no se puedan llevar a cabo de manera eficaz, políticas de pleno empleo, de investigación y desarrollo, de lucha contra el cambio climático, de reindustrialización o de tener un buen sistema sanitario y educativo.

Como decía el economista Wynne Godley, el poder de emitir su propio dinero, de hacer giros en su propio banco central, es la principal característica que define la independencia nacional. Si un país renuncia o pierde este poder, adquiere el estatus de autoridad local o colonia.

Lamentablemente, España renunció a este poder al entrar en el euro, y pasó de ser un país emisor de su moneda, a simplemente, un país usuario de una moneda, con todas las consecuencias que ello implica."               (Rafael Carretero Moreno , red mmt,  18/08/21)

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