22/6/23

La ONU traza una hoja de ruta para solucionar la contaminación mundial por plásticos

 "El informe consiste en un análisis centrado en soluciones de prácticas concretas, cambios en el mercado y políticas que pueden informar a los gobiernos

Nairobi.- Según un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la contaminación por plásticos podría reducirse en un 80% de aquí a 2040 si los países y las empresas realizan profundos cambios en sus políticas y mercados utilizando las tecnologías existentes. El informe se publica de cara a la segunda ronda de negociaciones en París sobre un acuerdo mundial para poner fin a la contaminación por plásticos, y en él se exponen la magnitud y la naturaleza de las medidas necesarias para acabar con la contaminación por plásticos y crear una economía circular.

El informe Cerrar el grifo: cómo el mundo puede poner fin a la contaminación por plásticos y crear una economía circular consiste en un análisis centrado en soluciones de prácticas concretas, cambios en el mercado y políticas que pueden informar a los gobiernos y a las empresas.

"La manera en que producimos, utilizamos y eliminamos los plásticos está contaminando los ecosistemas, lo que provoca riesgos para la salud humana y desestabiliza el clima —declaró Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA—. Este informe del PNUMA traza una hoja de ruta para reducir de forma radical estos riesgos mediante la adopción de un enfoque circular que evite que los plásticos entren en los ecosistemas, en nuestros cuerpos y en la economía. Si todos juntos adoptamos este plan de trabajo, en particular en el marco de las negociaciones sobre el acuerdo relativo a la contaminación por plásticos, lograremos beneficios económicos, sociales y ambientales sin precedentes".

Cambios necesarios para la transformación del mercado hacia la circularidad

En primer lugar, el informe propone eliminar los plásticos problemáticos e innecesarios para reducir la magnitud del problema y reducir la contaminación por plásticos en un 80% en todo el mundo de aquí a 2040. Posteriormente, el informe aboga por tres cambios en el mercado: reutilizar, reciclar y reorientar-diversificar los productos:

  1. Reutilizar: El fomento de las opciones de reutilización, por ejemplo, las botellas recargables, los dispensadores a granel, los sistemas de depósito, devolución y retorno, los sistemas de recuperación de envases, entre otros, puede reducir el 30% de la contaminación por plásticos de aquí a 2040. Con el fin de materializar estas posibilidades, los gobiernos deben ayudar a crear un modelo de negocio más favorable, atractivo y convincente en favor de los productos reutilizables.
     
  2. Reciclar: Es posible reducir la contaminación por plásticos en un 20% adicional para 2040 si el reciclaje se convierte en un negocio más estable y rentable. La eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles, la aplicación de directrices de diseño para mejorar la reciclabilidad y la puesta en práctica de otras medidas aumentarían la proporción de plásticos económicamente reciclables del 21% al 50%.
     
  3. Reorientar y diversificar: Los productos plásticos presentes en envases, envoltorios de plástico, bolsitas, artículos de comida rápida y similares pueden ser remplazados con prudencia por productos fabricados con materiales alternativos (como papel o materiales compostables) puede suponer una disminución adicional del 17% de la contaminación por plásticos.

Aunque se logren aplicar todas las medidas anteriores, en 2040 todavía habrá que tratar de forma segura 100 millones de toneladas métricas de plásticos procedentes de productos de un solo uso y de vida corta, además del importante cúmulo de contaminación plástica existente. Esta cuestión puede solucionarse mediante la creación y aplicación de normas de diseño y seguridad para eliminar los desechos plásticos no reciclables, y mediante la atribución a los fabricantes de la responsabilidad de los productos que desprenden microplásticos, entre otras medidas.

En conjunto, el cambio a una economía circular supondría un ahorro de US$ 1,27 billones, teniendo en cuenta los costes y los ingresos por el reciclaje. Asimismo, se ahorrarían US$ 3,25 billones en externalidades evitadas en ámbitos como la salud pública, el clima, la contaminación atmosférica, la degradación de los ecosistemas marinos y los costes relacionados con litigios. Este cambio hacia una economía circular generaría igualmente la creación de 700.000 puestos de trabajo adicionales de aquí a 2040, sobre todo en los países de ingreso bajo, al tiempo que mejoraría significativamente los medios de subsistencia de millones de trabajadores del sector informal.

Los costes de inversión para lograr el cambio sistémico recomendado en el informe son elevados, pero aun así son inferiores al gasto total de no hacerlo: US$ 65.000 millones anuales en comparación con los actuales US$ 113.000 millones anuales. Gran parte de esta cantidad puede movilizarse trasladando las inversiones previstas para nuevas instalaciones de producción (que ya no son necesarias gracias a la reducción de las necesidades de material) o mediante la imposición de un impuesto sobre la producción de plástico virgen para destinarlo a la infraestructura circular necesaria. Sin embargo, el tiempo apremia: un retraso de cinco años puede provocar un aumento de 80 millones de toneladas métricas de contaminación por plástico para 2040.

Los costes más elevados que se derivan tanto de la economía lineal (usar y desechar) como de la economía circular son los costes operativos. Si se cuenta con una normativa que garantice que los plásticos sean diseñados para ser circulares, los sistemas de Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP) podrán cubrir estos costes operativos para garantizar la circularidad del sistema, al exigir a los productores que financien la recolección, el reciclaje y la eliminación responsable de los productos plásticos al final de su vida útil.

Las políticas consensuadas a nivel internacional pueden ayudar a superar las limitaciones de los programas nacionales y de la acción empresarial, sostener una economía circular próspera del plástico a nivel mundial, generar oportunidades empresariales y crear puestos de trabajo. Estas pueden incluir criterios acordados para los productos de plástico que podrían prohibirse, una base de conocimientos común de carácter internacional, reglas sobre las normas mínimas de funcionamiento necesarias de los sistemas de RAP y demás normativas.

Por su parte, en el informe se recomienda que un marco fiscal mundial podría formar parte de las políticas internacionales para permitir que los materiales reciclados compitan en igualdad de condiciones con los materiales vírgenes, crear una economía de escala para las soluciones y establecer sistemas de seguimiento y mecanismos de financiación.

Por tanto, resulta decisivo alentar a las autoridades políticas y legislativas a que adopten un enfoque que integre instrumentos reguladores y políticas que hagan frente a las dificultades presentes en cada etapa del ciclo de vida de los plásticos, ya que las etapas y los instrumentos se refuerzan mutuamente para alcanzar el objetivo de transformar la economía. Por ejemplo, las normas de diseño para que los productos sean económicamente reciclables pueden combinarse con objetivos para incorporar contenido reciclado e incentivos fiscales para las plantas de reciclaje.

Por último, en el informe se describen con detalle un conjunto de políticas específicas, tales como normas de diseño, seguridad y plásticos compostables y biodegradables; objetivos de reciclado mínimo; sistemas de RAP; impuestos; prohibiciones; estrategias de comunicación; contratación pública y etiquetado."                (ONU, 16/ 05/23)


 "(...) Todo esto viene a cuento de la segunda reunión de negociación del Tratado Global de las Naciones Unidas para Poner Fin a la Contaminación por Plásticos que finalizó en París el pasado 2 de junio y que ha abordado la grave crisis del plástico. En dicha reunión, a la que asistieron casi 180 Estados se ha logrado un acuerdo de mínimos para desarrollar una primera versión del texto del tratado, una especie de «borrador cero» antes de la próxima ronda de negociaciones que tendrá lugar en Kenia en noviembre de este año.

Uno de los debates en que se ha centrado la reunión en París ha estado en si reducir la producción de plástico o centrarse exclusivamente en su reciclaje. Empresas con intereses en los plásticos han exagerado las posibilidades del reciclaje y han tratado de minusvalorar la ingente cantidad de plásticos que se fabrican. Y solo se recicla correctamente un 9% de plástico. En la medida en que la producción de plástico sigue aumentando, los residuos plásticos no dejarán de crecer. El reciclaje químico y físico tampoco es la solución: sabemos que los plásticos reciclados están contaminados con productos químicos tóxicos, pudiendo estarlo más que los plásticos vírgenes. Podemos restringir el uso de productos químicos peligrosos en los plásticos y detener los nuevos métodos de «reciclaje» como el químico que convierte los residuos plásticos en sus componentes aplicando calor, es decir, incinerándolos, ya que es bien conocido que estos tratamientos térmicos producen sustancias de descomposición que son altamente carcinogénicas, tal y como son las dioxinas.

El propio PNUMA de Naciones Unidas ha publicado un informe titulado «Cerrar el grifo: cómo el mundo puede poner fin a la contaminación por plásticos y crear una economía circular». Y es que los plásticos no solo representan una lacra para el medio ambiente, sino también un factor clave en el calentamiento global.

Ante este problema creciente, la UE y diversos países en vías de desarrollo defienden un acuerdo ambicioso y vinculante sobre la reducción en la producción de plásticos y la prohibición de aquellos materiales más nocivos. En cambio, Estados Unidos, China, Rusia, India y los principales productores de petróleo se muestran mucho más reticentes. Les gustaría que el tratado solo abordara el reciclaje y no impusiera obligaciones.

Gracias al uso del plástico, la humanidad ha conseguido avanzar en todos los terrenos, desde la navegación y la construcción, hasta la automoción e incluso en la medicina. El problema es que se ha incorporado con demasiada confianza y con falta de prevención y sin tener en cuenta que se trata de un compuesto químico al que, en algunos casos como el PVC, se le añaden sustancias muy tóxicas para el medio ambiente y perjudiciales para la nuestra salud.

Una de las peores decisiones que se tomaron fue elaborar con los plásticos productos de un solo uso, de usar y tirar. Desde bolsas de supermercado a maquinillas de afeitar, desde cubiertos desechables a envases de bebidas sin retorno.

La mayoría de los polímeros tienen una historia muy corta, menos de cincuenta años, de manera que todavía no conocemos los riesgos tóxicos que tienen para nosotros y nosotras y para el medio ambiente. Algunos se están descubriendo ahora, muy tarde, porque hemos plastificado el planeta, y hemos convertido a un desconocido en el material más abundante en el mismo.

Para evitar que las cosas no vayan a más, es necesario actuar en varios frentes. En primer lugar, se debe reducir la fabricación, la comercialización y el uso de plásticos procedentes del petróleo y limitar al mínimo los productos de un solo uso elaborados con este material. En este sentido disponemos ya de una nueva ley estatal de residuos 7/2022 que con la finalidad de romper el vínculo entre el crecimiento económico y los impactos sobre la salud humana y el medio ambiente asociados a la generación de residuos, desarrolla unas políticas de prevención de residuos que deben encaminarse a lograr un objetivo de reducción en peso de los residuos generados, de un 13% en 2025 respecto a los generados en el año 2010 y un 15% en el 2030, respecto a lo generado en el año 2010.

En segundo lugar, y referido a los residuos plásticos de las basuras, las principales alternativas son la venta a granel y el envase reutilizable, y la implantación del Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR), por el que abogan al unísono las organizaciones ecologistas (...) que mejoran de forma muy significativa el reciclaje de los envases de bebida plásticos, y del que Ecoembes, gestor del contenedor amarillo, es el principal lobby opositor (...)"                    (Julen Rekondo  , Rebelión, 22/06/2023)

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