19/2/09

Dios siempre sale a la palestra

"¿Por qué se ha mantenido a lo largo de la historia esta idea de un ser excepcional al que llamamos Dios? Un artículo no puede dar respuesta a esta sencilla pero olvidada pregunta. Sí es posible, en cambio, constatar el hecho de que Dios siempre reaparece donde menos puede esperarse, incluso en la sociedad laica, para desespero de atávicos comecuras cuya obsesión sólo muestra ignorancia sobre la especie humana. Se precisa, al menos, otra constatación: el hombre tiene tendencia a encontrar dioses en lo más inverosímil.

G. K. Chesterton lo explicó con su habitual desparpajo: "Cuando no se cree en Dios, se cree en cualquier cosa". Así la sociedad laica, para horror de las religiones oficiales -que administran un Dios compacto-, traslada a sectas, iconos, marcas, dirigentes, teorías económicas y hasta equipos de fútbol toda suerte de equivalentes al poder, básicamente sobre el bien y el mal, que la divinidad genera en las conciencias. El ser humano, pese a sus logros, vive aún atenazado por el misterio de su propia existencia y la posibilidad de conjurar esa extrañeza se encarna de manera persistente en el intento de respuesta -que ni siquiera la ciencia ha podido arrinconar- a la que llamamos Dios.

No es raro, pues, que ciertos espabilados encuentren la manera de apropiarse de la respuesta al misterio humano más difícil de encontrar: es decir, de Dios mismo. Ahora se observa cómo la crisis económica pone en cuestión al Dios encarnado en la sociedad de consumo: cuando este nuevo Dios falla parece que todo se viene abajo y hasta se niega la capacidad humana de encontrar mejores respuestas -concretas- a su necesidad de supervivencia.

Que me perdonen los teólogos; ellos saben, aunque no siempre lo reconocen, que la idea de Dios es múltiple, misteriosa y se ha manifestado de formas bien distintas: Dios encarna la paradoja humana. Los individuos necesitan tanto de Él como de ellos mismos: Dios, y con él la religión, es la respuesta humana a lo inexplicable de la existencia y una forma de organizar la convivencia social. Quien desee ampliar la imprescindible noticia de que Dios es humano encontrará todavía en Las formas elementales de la vida religiosa (1912), del sociólogo Émile Durkheim, un libro de hace casi un siglo, una actualísima introducción a las noticias de Dios que hoy no deberían desconcertarnos." (MARGARITA RIVIÈRE: Noticias de Dios. El País, ed. Galicia, Opinión, 08/02/2009, p. 25)

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